Kim Taehyung es un lindo omega muy peculiar para la generación a la que pertenece, ya que aun cree en el amor puro y verdadero. Sueña con ser cortejado de manera romántica como lo fue su padre omega por su madre Alfa. Sin embargo, todo parece ser un...
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— No voy a casarme mamá.
— ¿de que hablas? — dijo mirándole atónita y acercándose a él. — es lo propio luego de lo que paso.
— ¿y que paso según tu?
— Seokjin, no te hemos enseñado a ser irresponsable. Debes asumir lo sucedido y...
— Creo que malinterpretas la situación. No sucedió más allá de lo que imaginas.
En el rostro de Sohee solo había sorpresa, indignación y decepción.
— Por si no lo sabias pudimos escucharlos muy bien.
— Él aún es virgen mamá.
— Tu madre tiene razón. Y no te excuses si no lo anudaste, si fuera mi hijo omega te obligaría a casarte.
— Nadie me obligara a casarme.
— Pensé que querías a Taehyung — dijo triste y decepcionada con un dolor naciente en su pecho su madre.
— Lo amo. Es el amor de mi vida.
— Pues entonces asume tu responsabilidad.
— ¿Cuál responsabilidad? — hizo un gesto cansino — aun somos muy jóvenes. No es tiempo. Claro que me casare con él. Tendremos muchos hijos, porque definitivamente, aunque nunca lo hubiera imaginado, deseo tener muchos niños con Taehyung. Muchos niños parecidos a él. Lo amo mamá, papá. Pero no me obligaran a tomar una decisión precipitada.
— Niño insolente. Son solo excusas. Sabes muy bien que no es una decisión precipitada.
— Tu lo has dicho mamá. Soy un niño — dijo dejándolos y yendo hacia la calle.
— ¿A dónde vas?
— Necesito estar solo.
— Los padres de Taehyung vendrán en algún momento y pedirán lo mismo que te estoy diciendo.
— Espero no lo hagan, porque recibirán la misma respuesta. — dijo serio mientras abría la puerta y se fue.
Sohee sintió su corazón apretarse de dolor porque sabia que todo aquello no terminaría muy bien, por lo que no pudo evitar desplomarse en el suelo. Sin embargo, su esposo alcanzo a tomarla en sus brazos antes de caer en el suelo.
— Tranquila cariño. Ya veras que entrara en razón.
— Lo conozco. No son solo sus palabras las que me preocupan. Sino el hecho de que a pesar de un celo tan fuerte se haya contenido.
— Sabes que fue también gracias a la medicina. Fue amarrado, cariño. ¿acaso no lo recuerdas?
— Tengo mucho miedo. Miedo de que pierda a su omega por su terquedad de forjarse su propio camino y de convertirse en adulto. Su actitud de macho alfa parece importarle más.
