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Dos cosas rondaban la mente de MinGi, la primera; lograr que sus bebés pasen las horas junto a él en completa calma y la segunda; Yunho

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Dos cosas rondaban la mente de MinGi, la primera; lograr que sus bebés pasen las horas junto a él en completa calma y la segunda; Yunho. No había dejado el ático en más de cinco horas, estaba alerta a cada ruido proveniente del exterior, siempre con el temor de ver a su padre irrumpir allí, sabía que pasaría en cualquier momento. La resignación se convirtió en su aliada para permitir sentir algo de confort mientras jugaba con sus tentáculos probando los reflejos de las pequeñas criaturas que estaban dentro de este nido, dos de ellas eran muy rápidas, sin embargo una —la que había nacido del huevo anómalo—parecía tener un pequeño retraso por una malformación en una extremidad.

Era un problema, pero no para MinGi, que amaba a sus hijos gracias a los sentimientos humanos que acunaba, sin embargo, muy distinto podría llegar a ser para su familia, que al ver las claras desventajas podrían solo descartar al pequeño ser. No quería preocuparse por eso, pero lo estaba realmente, ya había perdido a un hijo y no estaba seguro de poder soportar un segundo, de algún modo sabía que así tenía que ser... si tan solo fuera capaz de cambiarlo. Luego de diez horas, ya en la madrugada cuando casi todo el edificio dormía, la puerta del ático se abrió dejando entrar la luz desde abajo, MinGi se puso de pie y a la defensiva, vio emerger a su padre con lentitud, con ese aspecto serio y poco amigable. El hombre no dijo una sola palabra, solo caminó hasta el nido y se asomó para ver en el hueco, sonrió ladino y se agachó a tomarlos en brazos pero MinGi le detuvo con sus tentáculos.

—No tendremos esta discusión de nuevo—dijo el hombre mirando a las criaturas sin perder la sonrisa.

—Por favor...

—Las súplicas nunca causaron nada en mi, lo sabes, ¿cuándo te volviste tan débil?—preguntó y desplegó sus propios tentáculos enredándolos en el cuello de MinGi para asfixiarlo lentamente hasta doblegarlo al piso y aun así, MinGi no le soltaba y luchó hasta el último segundo, pero ese hombre —a pesar de ser mayor—tenía mucha fuerza. No le quedó mas opción que ceder.

—¿Puedo pedirte algo?

—No te daré más tiempo...—tomó uno de los bebés y lo miro en todos los ángulos, era pequeño tanto que cabía bien en su mano, lo movía de una palma a la otra como si controlara su peso.

—Conserva a los tres, cuida de ellos hasta que puedan valerse por si solos—dijo mientras lo miraba—No interferiré en tus planes, ni si quiera pediré verlos, solo te pido que no descartes a ninguno.

—Sabes bien que...—hizo una pausa y miro a la criatura con la deformidad en una de las extremidades—No hacemos eso.

—No lo mates—suplicó y puso su mano sobre el brazo de su padre, pero en lugar de ser agresivo solo le brindó una caricia, el hombre solo miro la acción y puso su vista en el bebé.

—Corta una porción grande de membrana, debe alcanzar para todo el mes, ponla en la pecera que he traído.

—¿Prometes conservarlo?—preguntó muy afligido mientras quitaba lentamente su mano.

El más apto [YunGi][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora