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MinGi había aprendido demasiado sobre los humanos a lo largo de los años; la forma en la que mienten para obtener lo que desean, el cursi coqueteo en la vía pública y la elegancia de sus palabras, pero había algo que no había aprendido, y mientras...

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MinGi había aprendido demasiado sobre los humanos a lo largo de los años; la forma en la que mienten para obtener lo que desean, el cursi coqueteo en la vía pública y la elegancia de sus palabras, pero había algo que no había aprendido, y mientras limpiaba el cuerpo de Yunho en la tina con agua tibia, se preguntaba qué era eso o por qué le invadía las entrañas de ese modo. Jeong seguía adormecido con una dulce expresión en el rostro, desnudo y a merced de un monstruo que parecía estar comportándose arrepentido, sin embargo, él no lo sabía.

Su cabeza descansaba sobre el borde de la bañera y el resto de su cuerpo o al menos de la cintura para abajo, se mantenía bajo el agua, mientras MinGi vertía sobre él desde un pequeño recipiente metálico delicadas cascadas, le había limpiado la comisura de los labios y dentro de la boca, había revisado sus dientes y el color de la lengua, se había encargado de dejarlo impecable porque a Yunho poco le gustaba dormir sobre suciedad o rastros de sexo. El sonido del agua impactando sobre el pecho de su amante hacía eco en la habitación, no estaba lloviendo, pero se oía como una tormenta devastadora que estaba arrasando con todo a su paso.

Había tomado una esponja para tallar la piel y así borrar cualquier rastro de lo que había intentado hacer,  aquello no era más que haber intentado aparearse con el hombre que había designado como el más apto. Una vez que terminó de bañarlo, dejo ir el agua de la bañera mientras buscaba una bata para envolverlo con ella, luego lo sostuvo en brazos y le admiró un momento; la línea recta que formaban sus ojos se curvaban levemente como si sonriera con ellos, sus labios a penas relajados se acoplaban uno sobre otro, finos  y maleables, sus mejillas se pronunciaban reinas del rostro redondeado que formaban, era simplemente un ser adorable y hermoso. MinGi acercó sus labios y besó su frente en un triste acto de culpa hacia tal vez una acción, hacia él o hacia sí mismo.

Lo llevó entonces hasta la cama y lo acostó sobre un juego de sábanas limpias, el blanco de ellas predominaba en esa cama tan amplia, devorando a Yunho en un aura que le hacía ver demasiado frágil, un aura que nada tenía que ver con su verdadera actitud en la vida diaria o la de su trabajo y eso le estrujó el corazón y no entendía porqué sentía que casi cometió un error, no entendía porqué su estado de ánimo se sentía tan bajo y melancólico o por qué solo deseaba meterse en la cama y abrazarlo por todo lo que durase la noche; no entendía porqué pensaba en eso y no en el crimen que se había infligido al no usarlo como incubadora cuando todo estaba listo.

Se metió en la cama junto y se deslizó hasta quedar con el rostro a la altura del abdomen, recostó su cabeza allí y se abrazó a las finas curvas que el chico poseía, cerró sus ojos con fuerza y suspiró profundo, fue entonces el la dulce inhalación y exhalación de su amante la que le arrulló hasta hacerlo dormir y así fue por un par de horas hasta que palpitar enfurecido de su nido le despertó por completo. Salió con cuidado de la cama, cubrió a Yunho con las mantas hasta los hombros y le acomodó un poco la almohada bajo la cabeza, le miró durmiendo tan pacífico que no pudo evitar sonreír de una forma en la que solo un hombre fascinado lo haría.

El más apto [YunGi][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora