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Mantenía su cuerpo de lado con la pierna derecha sobre el vientre de MinGi, sentía las caricias de él en su muslo, subiendo y bajando con suaves movimientos que oscilaba entre eróticos y puramente tiernos; mientras se mantenía ocupado con la boca ...

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Mantenía su cuerpo de lado con la pierna derecha sobre el vientre de MinGi, sentía las caricias de él en su muslo, subiendo y bajando con suaves movimientos que oscilaba entre eróticos y puramente tiernos; mientras se mantenía ocupado con la boca escondida entre los labios ajenos, jugando entre lenguas y fina saliva. En su espalda, sus alas estaban a la vista, acurrucadas una sobre otra, siendo acariciados por un par de tentáculos en armonía.

Ambas partes estaban en paz sin pensar absolutamente en nada, casi descuidando las vidas que pusieron en pausa. Ninguno quería hablar de eso, ninguno quería nombrar a los hijos o las parejas, ni siquiera deseaban hablar de su futuro. Sólo querían besarse a pesar de tener los labios rojos, a pesar de haber ido de izquierda a derecha con movimientos de cabeza y lengua, dejando al descubierto cualquier espacio escondido. Pero, aunque ellos no quisieran sacar ciertos temas, esos mismos temas venían en forma de olores o acciones un poco instintivas, lo que los hacía alejarse para pedirse disculpas mutuamente por transformar una caricia en una marca sobre la piel con las uñas o gruñir entre los besos en respuesta a fuertes olores poco agradables.

El amor podía solucionar esto y aquello, pero en temas de instintos es solo un bebé en pañales. Yunho lo sabía muy bien, así que tomó esas muestras agresivas como el momento perfecto para salir de esa cama y vestirse, tomando al fin el control de la situación de la que no podían escapar nunca. Él comenzó hablando primero y como no sabía exactamente por donde empezar, solo dijo el nombre de la madre de sus hijos y al encontrar el silencio de MinGi como prudente para poder decir todo de una vez, le contó cómo habían sido las cosas durante estos meses, cosas que, por la expresión que recibía del otro, no estaban siendo muy fascinantes, sino que causaban confusión.

Todo cambió cuando Yunho llegó a esa parte de la historia en dónde sus hijos hacían aparición y toda la expresión de MinGi cambió, mostrándose atento y muy interesado en cada pequeño detalle; como esos que tenían que ver con el momento preciso de la eclosión de los huevos, donde el otro decía que los cascarones se rompían casi de forma sincronizada y lo primero que se hacía visible eran sus pequeño picos y luego tal vez un pequeño globo ocular con ese característico amarillo de pupilas dilatadas.

MinGi en algún punto perdió el conteo de adjetivos que su pareja estaba usando, no porque no le importara, sino porque se había quedado fascinado por la forma tan entusiasta en la que contaba las situaciones que vivió, con un brillo humano en la mirada que supera incluso a las estrellas. Entonces entendió que para él, la reproducción significaba tanto como para cualquier especie y que había sido un completo egoísta al recriminar a su madre por haberlo dejado ir así sin más.

Yunho había cambiado, no solo físicamente, desde que volvió tuvieron varios encuentros fortuitos en la privacidad de ese cuarto y descubrió en él algo más abstracto, se lo notaba independiente en cosas muy insignificantes, incluso la forma de vestirse había cambiado, el control de sus alas, de su mirada y como percibía todo su entorno. Ese hombre frente a él, ahora macho Oófago en completo control de sí mismo, seguía siendo igual o más apto que cuando lo conoció. MinGi estaba perdido por Yunho, tan perdido que dejó a la naturaleza de su ser correr libre y su monstruo estaba de acuerdo con eso.

El más apto [YunGi][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora