El más apto [YunGi][COMPLETA]

26

Al volver a su forma humana solo fue capaz de retroceder lejos del señor Song y los niños fueron al encuentro de su abuelo para ayudarlo a ponerse de pie, el tipo comenzó a reír de pronto, se limpió el traje y se acercó de nuevo a Yunho.

—No te tienen miedo—dijo orgulloso—Desde que estuvieron aquí—señaló con énfasis su propia palma—les enseñé a no tener miedo, a no temer a los de tu especie, a nada...

—Bastante imprudentes te salieron, ¿no crees? Mira que tirarse así ante una amenaza, solo en un impulso guiado por un sentimiento...—sonrió cínico, el señor Song negó sonriendo también y uno de los guardias le pateó detrás de la piernas obligándolo a quedarse de rodillas.

—Eso es instinto...

—Mírale las caras—dijo señalando con la cabeza—Están aterrados porque vieron a un monstruo casi matar a su abuelo. No veo que estén sin miedo, lo que veo es un acto impulsivo por el cariño que te tienen.

—¡Cállate!—le golpeó el rostro con la mano—Ellos no son débiles como lo fue MinGi, ellos son fuertes—dijo y Yunho le miró confundido mientras se limpiaba los labios de la sangre que escurría—Ah, no lo sabes, no llegaste a ser tan íntimo de mi hijo como para que te cuente la verdad ¿cierto?—volvió a reír— Ellos son los hijos de MinGi, son tres porque el cuarto te lo comiste—dijo furioso y le pateó el abdomen—¡Quiten a esta cosa de aquí!—ordenó y se dio vuelta ante sus nietos—¡Lo hablamos miles de veces!—les gritó.

—Deja de hablarles así, solo tienen cinco años, están en su forma humana es natural que se comporten así contigo—dijo una voz femenina, hizo una seña con la cabeza y los guardias se fueron.

—Hwasa no te metas...

—Me meto, claro que lo hago, NamJoon...—se acercó a los niños, les acarició el rostro y los mandó a jugar—Estás dejando que tus propios sentimientos humanos te dominen—se giró con elegancia, llevaba puesto un enterizo negro no tan ceñido al cuerpo, su cabello era castaño y su maquillaje en tonos marrones—¿Por qué no los aceptas y te permites estar con ellos?

—Vete, Hwasa...—dijo el hombre mirando a los niños jugando de nuevo con la pelota.

—Bien...—le dejó un beso en la mejilla y comenzó a alejarse—Pero recuerda que tus hijos y tus nietos no son culpables de tus debilidades.

—¿Me culpas por sus muertes?—se giró molesto.

—Desde luego que no... pero tu si lo haces ¿y sabes por qué?—caminó hasta el hombre y le quitó de la mejilla la marca de lápiz labial que le había dejado— Porque no fuiste capaz de enseñarles la vida dentro de ambos mundos, Bobby murió por celos y MinGi...

—¡Por ese pajarraco!—Dijo entre dientes, la mujer negó y profundizó la caricia.

—No cometas los mismos errores, la vida te ha dado otra oportunidad, mira— señaló a los niños que corrían por el patio, felices y sanos—Aun puedes hacer las cosas bien.