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Carcomía la mente del monstruo el saber que en algún tiempo, nuevos enemigos alados iban a surcar los cielos, que sus hijos eran pequeños e indefensos y no estaba seguro de cómo debía reaccionar ante lo que su instinto de supervivencia le dictaba

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Carcomía la mente del monstruo el saber que en algún tiempo, nuevos enemigos alados iban a surcar los cielos, que sus hijos eran pequeños e indefensos y no estaba seguro de cómo debía reaccionar ante lo que su instinto de supervivencia le dictaba. Quizás, en otro momento, solo hubiese ido a destruir cada rastro Oófago, pero ahora pensaba diferente, no podía callar su impulso, pero confiaba plenamente en que Yunho haría un buen trabajo con sus bebés y que no debía temer, solo ser paciente, enfocarse en lo que tenía enfrente y lo que tenía era tres preciosos niños de cinco años jugando, gritando y riendo entre ellos, ignorantes de que su padre estaba solo a escasos metros.

—No estoy de acuerdo con esto—dijo el señor Song.

—No estás de acuerdo con nada que tenga que ver conmigo...

—No puedes hacer esto, MinGi. ¿No piensas en el bienestar de tus hijos?

—Lo pienso y por eso estoy aquí, quiero que sepan quien soy, quiero enseñarles la vida a mi modo...

—¿Tu modo?—rio—¿Tu modo dicta que ames primero y vivas después? No tendrás tiempo de nada cuando ese pajarraco te arrebate a tus-

—¡Basta! Basta de carcomer mi cabeza con palabras vacías, soy un adulto, sé lo que hago y lo que quiero para mi y para mis hijos—doblegó a su padre con con palabras en un alto tono que hicieron a Hwasa ponerse en alerta y retroceder.

El señor Song desplegó sus tentáculos y MinGi hizo lo mismo, los guardias se apresuraron a interceder pero Hwasa les hizo señas con la cabeza de que no hagan nada, en cambio les indicó que se retiraran, siendo ella la que se metió en el medio de las bestias y los separó con un suave empujón.

—¿Qué clase de espectáculo es este? ¿Esto planean enseñar? ¿Pelear con sus propios pares?—los regañó—¡Miren a esos niños! No entienden qué pasa, no saben ni dónde están, dejen sus diferencias de lado y hagan de sus vidas algo que sean capaces de atesorar cuando crezcan.

—Mamá...

—No, si decidiste amar al enemigo deberás enseñarles lo mismo, deberás enseñarles a ser humanos y tú—le habló al señor Song—Si te preocupa su vida, enséñales a ser fuertes y defenderse. No todos son Yunho, y no todos son MinGi, existirá siempre la duda, pero al menos dejen en claro cada cara de sus especies y luego, si deciden o no quererse es su problema, pero lo importante es que será decisión de ellos.

—Bien...—dijo el hombre—¿Quién puede negarse a ella?—preguntó el señor Song apuntando a Hwasa resignado, con la mirada llena de amor y devoción, MinGi sonrió y ambos se acercaron a ella, volviéndose los tres en un abrazo que llamó la atención a lo lejos y atrajo un correteo suave por el pasto, terminando en un poco de gritos.

—¡Abuelo! ¡Abuela!—Gritaban los niños.

—¡Papá!—Gritó Chin aferrado a las piernas de MinGi, todos se asombraron, ya que nadie lo conocía, pero de algún modo ese niño sí, ese niño sabía que el hombre alto era quién le dio la vida.

El más apto [YunGi][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora