𝒀 𝒔𝒊...

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La llegada de Ercan había alegrado a todo el mundo. Y fue en el preciso momento en el que Aydan tuvo en sus brazos a su primer nieto, cuando no pudo negar su emoción de ser abuela.

Su hijo ahora ya tenía su propio bebé y era uno de los bebés más tiernos y hermosos de todo el mundo. Tan lindo que se le llenaron los ojos de lágrimas a Aydan.

Eda y Serkan estuvieron ahí para ver a Aydan y Alpekin felicitar a la pareja por  el pequeño Ercan. Y una media hora más tarde decidieron que ya era tiempo de irse y darle espacio y tranquilidad a la nueva familia.

La castaña se paso todo el viaje hablando de lo hermoso que era su sobrino, sacandole sonrisas a su esposo que cada tanto la miraba por el rabillo del ojo logrando ver aquel brillo en ella.
La impaciencia de Serkan ahora se hacia más y más grande. No veía las horas de experimentar lo que su hermano mayor había experimentado horas atrás. Pero mientras, él y Eda tenían planes para el día siguiente. Los dos se habían puesto de acuerdo para tomarse un par de horas del día para ir a ver las que podrían ser su futura casa.

En cuanto llegaron al departamento saludaron a Sirius, cenaron algo liviano y se acostaron a dormir para estar listos para el día siguiente.

••••••

Al otro día Serkan y Eda llegaron temprano a la oficina, querían hacer bastante trabajo antes de salir.

—¿Asi que el nuevo y pequeño Bolat está bien?— pregunto Engin haciendo sonreír a Serkan.

—Ercan esta muy bien, es precioso. Y Murat esta extasiado.

—Piril y yo queríamos ir a verlos pero no sabíamos si ir al hospital o esperar a que vuelvan a su casa.

—Pueden ir cuando quieran Engin aunque no creo que tarden en darle el alta a Ceren. Ayer ella y él bebé estaban muy bien— comento Serkan encogiendose de hombros.

—¿Y ustedes salen más temprano hoy?— pregunto Engin cambiando de tema.

—Si, vamos a ir a ver casas— dijo el pelirrojo viendo a su amigo sonreír.

—¿Ya las elegiste?

—Tenemos opciones pero queremos elegir antes de que... lleguen los niños— contesto Serkan ensanchando su sonrisa.

—Esta bien hermano. Avísame cuando se van.

—Si si, yo te aviso no te preocupes.

A media mañana aproximadamente Eda y Serkan se despidieron de sus amigos y dejaron la oficina a cargo de ellos, saliendo para encontrar su nuevo hogar.

—Mi amor— llamo Eda viendo la dirección de la última casa que visitarían.

Habían pasado las últimas dos horas yendo de casa en casa. Las opciones no eran muchas, cinco en total. Serkan habia tenido razón al decir que había tomado en cuanta los gustos tanto de él como de ella. Todas las casas eran preciosas y Eda podría jurar que eran perfectas de hecho pero... no era así, les faltaba algo y no sabía bien que es lo que era.

—¿Que pasa bebé?— pregunto él pelirrojo regalandole una rápida mirada con su ladeada sonrisa.

—¿Por qué no vinimos a esta casa antes? Estaba más cerca que las últimas dos que hemos visto— menciono la castaña.

—Porque... la quería dejar para el final.

—¿Pero por qué mi amor?

—Porque creo que esta es nuestra casa mi amor, solo que... quería que vieras las otras opciones— contesto Serkan encogiendose de hombros y regalandole una pequeña sonrisa.