Capítulo 18: Noches espaciales

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No pude decirle a Charlie la verdad del porqué había llegado en estado de shock al departamento, explicar la razón de mis prendas sucias, los raspones en mi piel o mis lágrimas sin cesar.

Hablar de Jeremiah con alguien me resultaba imposible. Era aterrador, vergonzoso y me provocaba una incertidumbre inmensa el saber cómo reaccionarían las personas ante mi experiencia. Casi todo el pueblo se enteró de ello por los rumores que ese idiota y sus amigos fueron expandiendo de poco en poco; sin embargo, podía contar con los dedos de una mano a la cantidad de personas a quienes tuve la confianza de relatar lo que había sucedido y aun así me juzgaron y me hicieron sentir como si eso hubiese sido mi culpa por "no darme a respetar lo suficiente" porque bajo su pobre lógica "el hombre llega hasta donde la mujer se lo permite". Sylvie era la excepción, ella me apoyó desde el primer momento, me escuchó llorar durante largas noches e incluso ideaba uno que otro plan malvado para meter a Jeremiah en problemas durante nuestros días de instituto.

Por el contrario, Charlie solo sabía la verdad a medias ya que era consciente de los rumores que rondaban por el pueblo, pero nunca preguntó y yo nunca me atreví a contarle.

Después de dar algunos rodeos, opté por decirle que había sido un intento de asalto que había salido mal y que no valía la pena reportarlo a la policía o algo por el estilo ya que no me habían quitado nada. Charlie insistió en ir a la estación para levantar una denuncia, pero yo me negué hasta que él dejó de intentarlo. Le ofrecí mi ayuda para empacar y así distraernos un poco del tema y una vez que hubo terminado, se dispuso a marcharse.

—Había olvidado decirte que te dejé unos brownies en el horno— comentó subiendo su maleta en la cajuela del auto— Esta vez no tienen m&m's porque me las comí mientras terminaba un proyecto de dibujo.

Solté una risita mientras negaba con la cabeza.

—No te preocupes, tus brownies son deliciosos como sea.

—Llámame si pasa algo— musitó abrazándome reconfortantemente.

—Ahg, tranquilo, estaré bien— me separé de él fingiendo estar mejor— Tú dedícate a disfrutar de la arquitectura, ver ese programa de talentos falsos que tanto te gusta y trata de no embarazar a Jenn, por favor, soy muy joven para convertirme en tía.

Charlie rio con las mejillas sonrojadas.

—Tenlo por seguro, nos vemos el domingo— se despidió con los dos dedos en la frente antes de entrar al vehículo.

Agité mi mano mientras le veía marcharse del estacionamiento de nuestro edificio. Me alegraba que Charlie pasara un fin de semana increíble con sus amigos en Seattle, pero honestamente, me daba miedo quedarme sola después de discutir con Jeremiah. Ese tipo estaba loco y era capaz de lo que sea.

Subí al departamento y cerré con seguro, curé mis raspones y me di una breve ducha para luego meterme a la cama.

Mi mente y cuerpo se debatían entre si debía comenzar a grabar el nuevo vlog, dormir o ver una película. Mi mente insistía en trabajar, pero mi cuerpo optaba en permanecer tumbado en el colchón.

Al final, ganó mi lado débil y encendí la laptop.

La pantalla de mi teléfono se encendió, recordándome que debía cambiar mi número lo antes posible. Para mi fortuna, solo era Lexie.

Lex: Hola, ¿Vas a venir?

Ella mandó una fotografía en la que aparecía sonriendo con un vaso rojo en la mano.

Cam: No lo sé, es que me acabo de poner el pijama.

Le envié una imagen de mi reflejo en el espejo, en la que yo aparecía acostada en mi cama con unos pantalones holgados color oliva y una sudadera azabache.

Miss SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora