Capítulo 23: La fiesta de cumpleaños

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—Buenos días a ti también— murmuró Dexter en cuanto apoyé mi cabeza contra su espalda mientras él leía las instrucciones de una caja de wafles.

—Siento como si me hubiese pasado encima un tren.

—Y eso que todavía son las nueve— respondió girándose para darme un beso fugaz en la coronilla—Madrugaste.

Me pasó un vaso de jugo de naranja.

—Ahg, no me lo recuerdes. El único día que puedo levantarme tarde y no tengo sueño.

—¡Salud por eso! —comentó chocando nuestros vasos— Por cierto, tu teléfono estuvo sonando toda la mañana, respondí porque no despertabas y pensé que podría ser una emergencia, pero la persona que llamó no dijo nada.

Mi apetito se cortó de pronto y el cúmulo de sentimientos que ayer se habían apaciguado un poco, volvieron a arder en mi interior.

—Probablemente un número equivocado o algún bromista frustrado— dije a la ligera para disimular mi enojo mientras revisaba mi bandeja de notificaciones.

Diez llamadas perdidas, con una diferencia de un minuto entre llamada y llamada.

Dieciséis mensajes que no me molesté en abrir, solo leí los que se veían en la ventanilla de "vista previa".

Nada nuevo.

Desconocido: Respóndeme, carajo, ¿Quién fue el imbécil que tomó la llamada?

Desconocido: ¿Pasaste la noche con él, maldita puta?

Desconocido: Mierda, lo siento. Mira lo que me haces escribir, Camelia. Yo estaba bien, pero tus estupideces me sacan de quicio.

Desconocido: Te perdono, porque te amo y porque sé que podemos superar esto juntos. Ese idiota no te va a amar como yo.

Apagué mi teléfono y lo guardé en el bolsillo de mis pantalones.

—Creo que iré al centro comercial, necesito comprar un regalo para tu hermana— musité disimulando mi impulso de arrojar mi teléfono a la cara de Jeremiah— ¿Ya tienes algo para ella?

—Sí, le mandé la cámara de video que tanto quería con el chofer de mi padre.

—¿Por qué no solo esperaste a ir a la fiesta? —bufé, pero su expresión seria me hizo entrar en razón— Espera... ¿No vas a ir?

Dex exhale echando la cabeza para atrás.

—Es un evento social, más que un simple cumpleaños infantil, y no lo sé...Quiero evitar problemas.

Recordé el día que su padre le golpeó por no asistir al evento de su madre. En parte, comprendía a Dexter, nadie en su sano juicio querría estar en un lugar lleno de personas desagradables, pero temía que la historia se repitiese por faltar al cumpleaños de Aimé.

—Es una lástima, ella se veía realmente ilusionada cuando te invitó.

Esbozó una sonrisa un tanto apagada.

—Recibirá el regalo que le compré, además, seguramente se divertirá con sus amigos. Ni siquiera notará mi ausencia.

—No subestimes lo que una niña puede llegar a sentir, la ausencia también duele y mucho.

—Recurres al trauma de abandono, esa es una carta sucia incluso para ti— dijo en un tono sarcástico antes de marcharse de la cocina— ¿A dónde vas?

—A darme un baño, iremos al centro comercial.

(...)

—Pensé que solo veníamos por el regalo— comentó Dexter señalando la Barbie que había comprado.

Miss SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora