Capítulo 32: La gala

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Pasaron un par de semanas y todo mejoró paulatinamente, incluso tuve el valor de pedir mi primera cita a la psicóloga.

Al ser inicios de diciembre y no tener más obligaciones que subir videos de vez en cuando, dediqué cada uno de mis esfuerzos a caminar en pijama por todo el departamento y ver películas navideñas por las tardes.

—¿Qué haces? —pregunté a Charlie al salir de mi habitación. Estaba sentado en el sofá con la televisión prendida en "Caso cerrado" y tenía estambre color coral enredado por todas partes.

—Un suéter o al menos eso intento— ladeó la cabeza intentando verle forma a esa bola de hilo.

Miré el video de referencia que estaba reproduciendo en su teléfono y realmente era un desastre como tejedor.

—Sí, yo creo que ya está tomando forma de suéter— dije para animarlo y él arqueó las cejas— Está bien, la verdad es que tienes mejores talentos culinarios.

—¿Puedes ayudarme?

—¿Por qué supones que sé tejer?

Encogió los hombros.

—No lo sé, tú y Sylvie siempre han sido como una especie de barbies diseñadoras... ¿Nunca te enseñó a tejer?

—Apenas aprendí a coser los huecos en mis pantalones— respondí entre risas— ¿Por qué el repentino interés en todo esto?

La mirada de Charlie se ensombreció cuando sacó una caja debajo de la mesa de centro, dentro de ella había un bonito suéter coral hecho a mano con finos detalles bordados en las mangas. No había visto uno de esos en muchos años.

—Llegó esta mañana.

—Espera...¿Tu madre te envió esto? —pregunté al ver la dirección en el paquete y él asintió.

—Ella nos ha hecho suéteres navideños a Sylvie y a mí desde que éramos bebés, solía tomarnos fotos para su álbum de recortes, pero desde que Sylvie se fue de casa y yo me mudé aquí todo cambio. Ya sabes, ella y mis padres no quedaron en los mejores términos— suspiró profundamente— Le dije a Sylvie que mamá me había dejado de enviar los abrigos para que pensase que estábamos en la misma situación.

—Pero no es así— aseguré.

—Incluso me han invitado a ir con Jen a Nuevo México para las fiestas, pero no podría. No sin Sylvie.

Esbocé una sonrisa melancólica.

—Bueno, si Sylvie vendrá estas vacaciones, creo que deberíamos darnos prisa en aprender a tejer— propuse ayudándole a desenredar el hilo.

(...)

Una tarde tomé las llaves del auto para ir a terapia con la doctora Lina, a veces creía que una hora no era suficiente para expresar tanto, pero suponía que era algo tardado.

Al llegar al departamento, vi a Charlie con un avance notable en el regalo para su hermana.

—Vaya, sí que has mejorado en eso— comenté y él negó.

—En realidad, le pagué a la señora Sparrow, del piso de abajo, para que me ayudase un poco...

—Se ve bien— dije tomando una manga del suéter— Cuando acabes con tus clases de crochet, deberías enseñarme.

Él arrugó la nariz.

—No es lo mío— rió— Pero siempre puedo ayudarte en la cocina.

—He mejorado bastante— aseguré y él hizo una mueca para fastidiarme por lo que le di un empujoncito amistoso antes de echarme al sillón.

Miss SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora