Capítulo 28: Inconvenientes menores

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Costo de oportunidad. Se refiere a lo que renunciamos cuando hacemos una elección.

No podemos tenerlo todo y si creemos lo contrario, es solo porque hemos estado prolongando el tiempo para hacer la elección. Eso había acabado conmigo.

Dexter era mi costo de oportunidad, al que dejé ir, a cambio de preservar nuestros secretos por un rato más.

—Llegaste una hora antes, se supone que tu examen sería a las diez— dijo Glenn, mi amargado instructor de manejo, mirando su reloj.

—Lo sé, pero quería practicar un poco antes— dije antes de romper en llanto y estrellar mi cabeza contra el claxon.

—Ay Dios, deja de llorar, por favor— imploró el hombre nervioso mientras me pasaba el primer pañuelo que se encontró, el cual era el que se usaba para limpiar el parabrisas— Detesto ver a las personas llorar.

—Soy una pésima persona ¿Verdad? —inquirí sollozando— Por eso estoy sola...Perdí a quien probablemente sea la mejor persona del mundo, a mi mejor amigo y puede que pierda la única cosa que disfruto hacer.

—Mira, para comenzar ni siquiera sé porqué pagaste un curso de manejo cuando claramente lo que necesitabas era un psicólogo— mencionó con los ojos desorbitados— Es decir, conduces decentemente y tienes el cerebro necesario para aprobar el examen teórico...No tenías que tomar esta clase.

Encogí los hombros.

—Quería mi licencia y pasar por el típico proceso...Además, me parece lindo cuando los chicos vienen acompañados de sus familias y les toman fotos para luego ir todos por pizza o algo así.

—¿Tu familia no vendrá?

—Estoy sola— admití tragando bilis. Nunca me había sincerado tanto con alguien relativamente extraño, ni siquiera con los conductores de Uber cuando decían "¿Cómo estás?" y yo estaba mal— Y para tu información, sí fui a terapia...Una vez.

—¿Y qué pasó? —arqueó las cejas— Bueno...Además de que no funcionó.

—Era el consejero escolar y me di de alta yo sola— respondí con aires melancólicos— Le conté algo horrible por lo que había pasado y me dijo que era mi culpa, que el chico que me lastimó solo estaba llenando una necesidad fisiológica y "siguiendo sus instintos normales".

—¿Era un chico o una bestia? —Glenn puso los ojos en blanco lo cual me animó un poco— Bah, la terapia escolar no sirve...Solo es para niñitos que se quieren salir de la escuela, pero nunca van más allá de eso...

—¿Experiencia personal?

—Mi sobrina— corrigió— Bajó sus calificaciones porque su padre regresaba borracho todas las noches y golpeaba a su madre y luego a ella...La secundaria lo identificó y solo pidió que "le echara ganas", en vez de ayudarla.

—¿Y por qué no denunciaste?

Él resopló.

—No lo sabía— admitió— Me enteré cuando mi sobrina llegó al hospital y esos hijos de puta nunca hicieron nada.

—Eso es horrible, lo lamento.

—No deberías...Ahora están bien, vivimos juntos— explicó— Pero en serio, niña, hablar con tu instructor de manejo sobre tus problemas no es lo más sano y normal del mundo.

Reí.

—Lo sé— subí el volumen a la radio para darme cuenta de que sonaba "Take on me", recordé aquella vez que descubrí a Dexter canturreándola mientras bailaba en su oficina. Las ganas de llorar volvieron— ¿Tu hermana se recuperó? Su corazón, su mente... ¿Están bien ahora?

Miss SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora