Capítulo 11.0: Madre solo hay una

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—¿Puedes recordarme qué estamos haciendo aquí? —inquirió Dexter mirando los cereales mientras yo metía pan libre de gluten al carrito.

—Estoy haciendo compras de emergencia porque mi madre viene de visita— respondí un poco ansiosa— Y tú...no sé qué haces aquí, la verdad.

—Tú me invitaste.

—No es cierto— aseguré— Me preguntaste si iba a hacer algo después del trabajo y yo te dije que vendría al súper, y tú te autoinvitaste.

—Es casi lo mismo— resopló— Además, es viernes y hay muestras gratis en todas partes.

—¿O sea que me acompañaste hasta el supermercado orgánico solo por las muestras gratis?

—Obvio— dijo mientras tomaba un vasito de cereal integral de una mesa de exhibición— Está bueno ¿Quieres un poco?

Negué con la cabeza mientras empujaba el carrito al área de vegetales en busca de una mezcla de lechugas con espinacas y unos tomates Cherry. Ya tenía suficientes aderezos, nueces y arándanos en el departamento, así que podría funcionar este intento de cena de bienvenida.

—Tu madre debe ser muy especial con su dieta— supuso el chico mientras bebía una muestra de smoothie rojo.

Suspiré pesadamente.

—Fue una reina de belleza a finales de los noventa— respondí— Es de las personas que piensan que su cuerpo es un templo y que comer alimentos procesados o dulces es terrorismo.

—Auch, ¿Infancia difícil? — preguntó dejándome de lado para empujar el carrito.

—Un poco traumática, pero nada especial.

—Tenemos más en común de lo que pensé— convino.

—¿Tu madre también es una mala persona? —inquirí y él ladeó la cabeza, un poco desorientado.

—Se podría decir que sí.

—Lo lamento— solté sin saber si era lo correcto para ese momento.

—Está bien, igual debió haber sido difícil para ti...

—Un poco, ella me mataría si supiera que la vez pasada desayuné Cheetos con salsa picante— reí para desviar mi atención de la idea de que la vería esta noche— Pero me felicitaría porque a veces me olvido de comer— comenté con la mirada ligeramente ausente.

—¿No sientes hambre? — preguntó sorprendido.

Negué con la cabeza y le señalé la caja para que vayamos a pagar.

—Hice innumerables dietas desde los siete años, incluyendo ayunos, así que a veces cuando estoy muy ocupada olvido comer— admití como si fuese lo más normal del mundo, pero me di cuenta de que no era así al ver su cara de sorpresa. Decidí desviar el rumbo de la conversación— Pero ya sabes, son cosas de la universidad, un día comes pollo con puré de papas y al otro, almuerzas una sopa instantánea o simplemente no lo haces por falta de tiempo.

—Si sabes que eso está mal ¿verdad? —preguntó con las pupilas dilatas— ¿Cuánto llevas sin comer?

—Uhm...No lo sé, más de doce horas, desayuné un plátano, no almorcé y cenaré una pequeña porción de ensalada— respondí— Pero lo compensaré cuando ella se vaya.

—¡Hola! Contamos con una promoción de cuatro banderillas frutales por $10 dólares ¿Quieren una muestra...? — dijo una promotora.

—Por su puesto que sí— contestó Dexter tomando dos banderillas instantáneamente— Ten, aliméntate— me acercó la banderilla de sandía a la boca y yo apreté mis labios. Estaba muy ansiosa como para pensar en comer algo.

Miss SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora