Capítulo 24: De amigos a extraños

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Dexter y yo pasamos gran parte de la noche en vela mirando la televisión e incluso nos pusimos unas mascarillas hidratantes que había comprado en la farmacia antes de ir por los fideos. Nos tomamos muy en serio el hecho de hacer una pijamada.

Mientras lo fastidiaba un poco intentando aplanar la mascarilla me percaté de que tenía el tabique ligeramente desviado.

—¿Cómo te hiciste eso? —pregunté con curiosidad mientras me acomodaba en la cama.

Él miró al techo un poco dudoso.

—Fue el resultado de la única vez que seguí mis impulsos.

—¿Qué pasó?

—Bueno...Había ingresado al conservatorio, estaba realmente feliz por eso, pero luego mi padre me obligó a dejarlo y asistir a una universidad privada para poder hacerme cargo de la empresa algún día...Y no sé, me dio miedo pensar que eso también me empujaba a dejar a mi banda, por lo que escapé durante la noche mientras todos dormían y tomé el primer autobús que encontré para terminar en Albuquerque.

—¿Por eso tienes un llavero de la ruta 66? —inquirí esbozando una pequeña sonrisa y él asintió.

—Fue un lindo viaje, pero luego conocí a una chica que también huía de su familia abusiva y hablamos un poco, al final ambos optamos por volver a nuestros respectivos hogares...Ni siquiera teníamos un plan y me di cuenta de que era una estupidez.

—¿Qué tiene Albuquerque que lo hace un destino tan atractivo para los escapistas? — me cuestioné— Una vez tomé el primer autobús que vi para que me llevase lejos de mi pueblo y terminé ahí, años después recogí a una amiga en el mismo sitio porque se había marchado de casa y se perdió.

—Supongo que tiene su encanto— convino el rubio encogiendo los hombros y luego soltó una carcajada— Por cierto, deberías fijarte mejor a qué autobuses te subes ¿Te imaginas confundir tu bus normal con uno de la prisión estatal?

—Obviamente no lo haría— puse los ojos en blanco.

—Dudo eso...

—Bien, pero estábamos hablando de cómo se te desvió el tabique.

—A eso iba— se justificó— Regresé unos días después y mi padre me dio la paliza de mi vida, nunca me había golpeado en la cara, pero esa vez no paró hasta que me sangró la nariz. Luego, me inscribió a krav magá por seis meses para poder decir que ahí me había lastimado.

—Que idiota— musité— Sin ofender, claro.

—Descuida, la parte buena fue que sí aprendí algo...El lado malo es que ahora solo respiro bien por un orificio nasal— mencionó con un poco de optimismo.

—Tienes una manera muy rara de ver el mundo.

—De hecho, soy un poco pesimista la mayor parte del tiempo, pero luego recuerdo que, si nadie ve el lado bueno a las cosas entonces yo debo hacerlo...No se puede vivir todo el tiempo en el hoyo ¿Cierto?

—Que buena filosofía de vida— bufé—Es una lástima que hayas pasado todo eso, no eres una mala persona y mereces algo mejor que toda esa basura.

—Ese fue un lindo cumplido.

—Supongo que sí...

—Te estás ablandando un poco.

—Eso no es cierto— fruncí el ceño.

—Claro que sí— rebatió apoyándose en mi hombro por un momento— Pero no te culpo, la intempesta nos hace cursis a todos.

Ladeé la cabeza ligeramente.

—¿Eh?

—Es la parte más profunda de la noche, cuando todo está oscuro y en silencio. Todos se encuentran dormidos por lo que parece que tenemos el mundo entero solo para nosotros— explicó— Por eso nos hace honestos, melancólicos, un tanto sentimentales y bastante creativos. Es mi parte favorita del día.

Miss SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora