Sewis Southern AU (1/3)

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O donde un joven y apuesto viajero visita la famosa casa del sol naciente.

N/a: Esta es una historia de Muggler!Seb y Prostit!Lewis inspirado entre otras cosas, por The Animals y los cuentos de Gabriel Garcia Marquez (autor que no me gusta pero si algo tiene para destacar, es que sabe reflejar bien el hechizo que tienen las prostitutas del sur a la hora de seducir viajantes, se ve que le gustaban mucho).

Enjoy!

"Todos hablan de la famosa casa del sol naciente en Nueva Orleans! Donde todo lo que deseas está al alcance de tus manos... Amor, suerte, vudú, la posibilidad infinita de riquezas...Les aseguramos y advertimos, que quien la visita, siempre vuelve!"

"Pero tambien hay quienes dicen, que es el infierno disfrazado de paraíso. La materialización del hogar lotófago, que te atrae con sus vicios, te vuelve adicto a ella y jamás vuelves a salir."

"Eso es solo parte de la prensa, prensa que funciona muy bien para los tontos escépticos. De los que dicen que no les va a pasar..."

"Pero les termina pasando?" Preguntó Sebastian a los hombres que discutían, que alguna vez fueron jóvenes citadinos, pero se habían establecido en el pueblo y ahora manejaban la pensión en la que el rubio se estaba quedando.

"Si, pero sabes algo? Se me ocurren peores formas de vivir."

"Qué tiene de atractivo? Pensé que se trataba de una casa de apuestas."

"Oh, cariño. Es mucho más que eso. Piensa en un placer culposo cualquiera, además del juego. Alcohol, brujería, contrabando, sexo..."

"Y sexo del bueno!" El rizado miró a su compañero.

"Mi compadre Sergio va seguido y dice que es mejor que con su esposa."

"Mas te vale, Verstappen."

Los dos hombre se pusieron a discutir de nuevo, en lo que Sebastian terminó su bebida, pagó y emprendió camino a las afueras de la ciudad.

Iba entre tres y cuatro veces por semana, a ofrecer sus armas y su jagger clandestino a donde la policía no llegaba y podía actuar con calma, aunque siempre atento.

Pero en ese lugar, es donde se encontraba la famosa -por no decir infame- casa del sol naciente.

Sebastian pensó en ir, pero no se le daban las apuestas, y era lo suficientemente listo como no ir a perder dinero en una mesa de apuestas.

Pero aparentemente ese lugar tenía algo más, un extra.

Y si bien sabía que Daniel y Max no eran de fiar, la curiosidad lo mataba.

Y en el peor de los casos, solo se iría con la decepción en mano.

***

El lugar parecía una más de las mansiones pertenecientes a familias adineradas de la zona. Una propiedad que si no fuera por su estruendoso logo, ventanas cubiertas y alfombra roja en su piso -clásicas de los antiguos burdeles que funcionaron antes de la ley seca- pensaría que es el hogar de un aristócrata respetado.

Se aproximó a la puerta y se presentó como normalmente lo hacía, un foráneo vendedor de mercancías.

El portero, joven pero nada ingenuo, arqueó una ceja y apuntó a su valija, por lo que Sebastian lo abrió y apenas vió su contenido, la mirada suspicáz cambió a una de asombro. EL rubio le guiñó el ojo y de repente el muchacho le sonreía encantadoramente invitándolo a pasar.

Le pidió que se desarmase y le guió por el hall de entrada, donde había unas llamativas puertas a ambos lados. 

Una de ellas estaba entreabierta, y pudo ver un intenso partido de poker.

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