The morning after (or perstappen being soft and hot)

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N/a: PERDON LA DEMORA PERO AQUÍ TIENEN MI ORO, ES TODO SUYO, QUEDENSELO

El amanecer pronto dio lugar a un nuevo día y Sergio fue el primero en amanecer.

Duro como una piedra y jadeando ante la sensación del aliento de Max sobre su pezón derecho.

El más joven se había quedado dormido en su pecho, y aún disfrutaba de un plácido sueño, por lo que el mayor solo se dedicó a contemplarlo.

Checo volvió a suspirar, mordiéndose el labio como si con eso contuviera sus ganas de despertar a Max.

Su compañero era la imagen materializada de la belleza. Cada pequeño detalle, cada lunar, cada pestaña... Todo lo hacía irresistible.

Mandó todo a la mierda e inclinó su rostro hacia abajo, en tanto que usó la mano con la que envolvía a Max para alzarle el rostro y tomar sus labios en un dulce beso.

Y el más joven no tardó mucho en reaccionar.

"Buen día, papacito." Dijo con voz ronca. Checo sonrió enternecido.

"Buen día, amor." Respondió, para luego volver a besarlo, lenta y profundamente.

Max enseguida entendió las intenciones de Sergio y se montó sobre él sin soltar sus labios, para que sus miembros desnudos se rozaran juntos.

Checo le tomó de los muslos para atraerlo hacia adelante y profundizar el roce, gimiendo ambos por el contacto.

Pronto Max se empezó a impulsar por sí solo para empujarse contra el fuerte torso del mexicano, jadeando de alivio cuando éste por fin tomó ambos miembros con una de sus manos, mientras tanteaba su entrada con la otra.

"¿Quieres que te llene, cariño?"

"Si, por favor, ah..." Respondió, disminuyendo el ritmo ante la intrusión de dos dedos en su aún dilatada entrada.

"Muévete, quiero que te vengas solo por mis manos."

Max gimió y volvió a moverse con intensidad, hasta que las dos estimulaciones se volvieron demasiado y ambos se vinieron juntos, manchándose los abdómenes.

No les importó mucho. Ambos estaban sin aire y se tomaron ese minuto para disfrutar de la cercanía mutua, del calor del cuerpo ajeno y cuidar de su pareja.

"Jesús... Cómo se supone que te deje ir luego de esto? No puedo estar ni cinco minutos sin tocarte." Max rió sonrojado y besó su hombro.

"Yo tampoco, siento que te necesito todo el tiempo, te sientes tan bien dentro mío..."

"Ten piedad, Max."

"Ayer estuve todo el día pensando en que se sentiría pasar el día en la cama, desnudos y... manteniéndote firme y caliente dentro de mi."

"Mierda... Definitivamente haremos eso." Los ojos celestes de Max brillaron.

"Mhmm. Pero que sea después de desayunar y de ducharnos. Con permiso..." Y entonces se levantó de la cama y se metió al baño.

Checo no lo pensó demasiado antes de levantarse también y seguirlo.

"Yo te ayudo a limpiarte."

****

Max pronto se dio cuenta de que la vorágine de lujuria entre él y Checo estaba lejos de terminarse. Era casi como si hubieran consumido afrodisíacos, y debieran saciar la sed en el cuerpo del otro, e incluso en ese momento, en el que se encontraba con Sergio enterrado en su interior, mientras era bañado en besos mariposa y su miembro recibía la mínima atención, quería más.

Pero no sabía exactamente más de qué.

Mas sexo, seguro.

Más cariño, si.

Más de ese sentimiento de pertenencia que regocijaba su alma... Definitivamente.

Y también amaría poder pasar sus mañanas libre así, sintiéndose como afrodita, o como si fuera el centro del universo.

Porque en ese momento, sentía que lo tenía todo.

Así como también sabía que eso no era así, que ambos estaban comprometidos en una relación con otras personas.

Pero en momentos así, su mente estaba muy lejos de la realidad. De ese mundo donde ellos no eran amantes fervorosos sino rivales en el deporte más exigente del mundo, y socialmente elitista.

"Una moneda por tus pensamientos, amor." Max giró su cabeza para que sus labios encuentren los de Sergio.

"Te daría la moneda, pero para que me hagas dejar de pensar." El mayor lo miró dubitativo unos segundos, pero pareció entender, por lo que tomó la mano de Max y entrelazó sus dedos...

"Una de mis primeras vacaciones fue en Playa del Carmen. Tenía ocho o nueve y no conocía la playa..."

Max sonrió y se sumergió en la anécdota, Dejando que todo el resto desaparezca.

Racing Drivers Gay ShitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora