𝕬𝖇𝖘𝖔𝖑𝖚𝖙𝖎𝖔𝖓 ╰┈➤ [ELIJAH MIKAELSON] [2] [Español]

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𝚇𝚇𝚇𝙸𝙸𝙸. ¡𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝚃𝚁𝙴𝙸𝙽𝚃𝙰 𝚈 𝚃𝚁𝙴𝚂!
❛the devil is damned❜

―Esa no es mi mandíbula, Nik. Era mucho más delicada.―

―Lo único delicado en ti, hermana, es tu ego.―

Audrey trató de ocultar su sonrisa divertida, mientras Elijah ponía los ojos en blanco ante sus hermanos, Rebekah finalmente había encontrado el camino a casa en su nuevo cuerpo, lo que había aliviado a todos al ver que estaba bien. Kol la había atrapado en el cuerpo de bruja dentro de la casa de campo de Fauline, que las brujas de Nueva Orleans utilizaban como asilo para las brujas que consideraban inseguras para la sociedad. Aunque todo el mundo se alegraba de que hubiera vuelto, su historia de cómo había escapado de la casa de campo había añadido más preguntas a su lista cada vez mayor.

Al parecer, había conocido a una chica allí, a la que había encontrado en un ataúd, escondida en una habitación cerrada. Una chica que ahora decía ser Freya Mikaelson, la hermana que todos creían muerta por la peste, y que Esther había entregado a Dahlia. Tanto Klaus como Elijah se mostraron escépticos al respecto, aunque también sabían que no debían descartar nada por completo, sobre todo últimamente.

―¡Bueno, puesto al lado del tamaño del behemoth tuyo, ciertamente! ―replicó infantilmente Rebekah.

Audrey finalmente se rió de eso. ―Te tiene ahí, Nik.―

―Oh, confía en que te pongas de su parte. ―Refunfuñó Klaus, mientras Rebekah empezaba a reírse, lo que pronto le hizo reír a él también.

―¿Podríamos prescindir de esta fascinante disputa por un momento y volver al tema de nuestra supuesta hermana perdida hace tiempo? ―interrumpió Elijah.

―No hay mucho que discutir, Elijah. ―Rebekah suspiró. ―Dijo que era Freya, y luego se escabulló en la noche.―

Elijah parecía escéptico, mientras doblaba la manta de Hope que Audrey le entregaba. ―¿Y tú la creaste?―

―Bueno, conocí a la chica en un manicomio místico: podría ser cualquiera diciendo cualquier mentira. ―Admitió con sinceridad. ―Pero, ella parecía... familiar, de alguna manera.―

―¿Entonces cómo es que sigue viva? ―Preguntó Klaus con frustración, antes de soltar una risa seca. ―Una pregunta, tan ridícula como sus posibles soluciones, dada la molesta predilección de esta familia por engañar a la muerte.―