Capítulo 14

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La luz del día comienza a irse, ya se está haciendo de noche y carajo, esta casa no tiene electricidad porque nadie ha venido en mucho tiempo. 

Miro mi teléfono y no tengo casi batería si no lo usaría temporalmente para tener, al menos, una luz, pero prefiero no gastar lo poco que le queda por si en caso de emergencia lo necesito. 

Le pregunto a Harrison si él tiene para alumbrar y me agita su teléfono diciéndome "muerto". ¿Es en serio? Justo ahora.

Asique sin más alternativa le digo que trate de prender la chimenea de leña que hay en la sala, por lo menos así se verá algo.

Esto parece salido de una película de terror, siento que en cualquier momento alguien abrirá la puerta bruscamente y nos amenazará con una motosierra.

Empiezo a temblar porque aquí hace frio, al estar en medio de la nada, cerca del río, y con un temporal tan fuerte hace que la temperatura de este lugar sea 10 grados menos que en casa, y yo vine sin abrigo pues se suponía que volveríamos pronto.

Mi mejor idea es quedarme sentada frente al fuego, pero aun así estoy congelándome.

De un momento a otro veo a Harrison salir hacia afuera. 

¿Cómo se le ocurre? 

¿Cómo va a salir justo ahora? 

El cielo parece que se cae y aún así se anima a ir afuera.

Lo veo cruzar por medio de la tormenta, abre el auto, luego lo cierra y vuelve como encorvado tapando algo para que no se moje. 

Entra totalmente mojado, y me extiende un buzo negro con capucha, el cual supongo es de el. Solo me quedo mirándolo, mientras le caen gotitas de toda su ropa y de su cabello.

—Toma, está limpio, creo que evité que se moje, puede servirte para que no tengas tanto frio.

En ese momento me sentí muy agradecida, me generó un poco de ternura y también me dio lastima, es decir, yo tenía frio pero ahora él esta mojado por mi culpa.

—Gracias, pero no tenías que hacer eso. Te morirás de frio, mejor úsalo tú. —Digo con mucha lastima y trato de devolvérselo.

—No fui hasta allá afuera a mojarme solo para que ahora no lo quieras usar, lo usarás. Yo estaré bien. —Me mira seriamente, no lo dice en chiste.

Me pongo su buzo y lo primero que percibo es el olor de su perfume, cierro los ojos y lo disfruto disimuladamente, que rico que es. Aunque me parece haberlo sentido antes, pero no recuerdo.

Es aún más calentito de lo que aparentaba, de verdad es mi salvación.

Cuando estoy por tirarme en el sofá un rato a descansar se me da por mirar de reojo a Harrison, quién estaba sacándose las zapatillas, luego el pantalón y la remera. Si alguien pudiera ver mi cara, vería que soy un meme.

—¿Qué haces? —Digo aún embobada.

—No pensarás que voy a morirme de frio ¿o sí? Tengo que sacarme lo que está mojado o me voy a enfermar. —Dice y se sienta en bóxer al frente de la chimenea tiritando, siento que debe tener mucho frio por mi culpa.

Me saco su buzo y se lo cuelgo a él por la espalda, y me siento a su lado.

—Tú sí que no entiendes. —Muerde su labio y me mira con cara de enojado.

— No puedo estar cómoda y calentita sabiendo que tú no lo estás. Asique estaremos los dos iguales. —Le sonrío e inesperadamente este me devuelve la sonrisa.

Me apoyo en su hombro por el cansancio, y de un momento a otro ya me he dormido.

Me despierto sobresaltada porque sé que no debía dormir y lo he hecho, al instante de despertar noto que ahora estoy con mi cabeza en su regazo, y él tiene su mirada fija en la chimenea como si pensara en algo importante.

ERES MIA, ENTERATE. (+18) / 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐚 / 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗡𝗗𝗢***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora