Capítulo 48

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Narra Destiny.

Increíblemente después de aquella estúpida discusión Harrison no me buscó para solucionar nada, lo cual es extraño porque siempre lo hace.

Pero entiendo que quizás es mi turno de buscarlo, es probable que yo haya exagerado un poco como él dice.

Mis sesiones fotográficas ya terminaron, asique pienso terminar de recoger mis cosas e ir a verlo a su trabajo. Me dirijo hacia la salida del lugar y para mi sorpresa (o no tan sorpresa) está ahí.

Harrison me espera del otro lado de la puerta de entrada. Su carita de culpabilidad es tan adorable, que me dan ganas de abrazarlo como si fuera un osito.

Me mira a la expectativa de alguna reacción, ya que desde aquella noche no hemos hablado ni siquiera por mensaje de texto. Mi plan era que el se esforzara por conseguir mi perdón, pero es él... Y solamente con verlo ahora mismo ya no me importa aquella tontería.

Nos miramos lo que supongo fueron unos microsegundos, y sin poder resistirme más a su mirada de cachorrito arrepentido me abalancé sobre él.

-Des... -Quiso comenzar a hablar.

-No digas nada. -Lo sujeté de la cara y junté nuestros labios. -Te extrañé.

Al decirle aquello, el relajó su actitud y podía notar que se sentía confiado y seguro otra vez.

Si había algo en lo que Harry destacaba era en ser cariñoso, o intenso. Si pudiera juntar nuestras pieles hasta el punto de fundirlas, lo haría.

Me atrajo aún más a él, poniendo sus manos en mis caderas, y ejerciendo un poco de presión entre su cuerpo y el mío.

¿Abrazos tiernos? Con Harrison eso no existía. El siempre volvía todo un tanto erótico, lujurioso o como quieran decirle. Maldito Harrison y su personalidad libidinosa.

-¿Y bien? Te vienes conmigo ¿no? -Susurró con una voz rasposa que hizo que mi piel se erizara.

Podía ver en su mirada lo que él quería hacer. Cuando las ganas se le encendían aquellos ojos grises se volvían intimidantes y sentías que te devoraba solo con verte.

-¿Me dejarás quedarme a dormir? -Le digo fingiendo inocencia.

El acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja, para luego depositar un suave beso en mi cuello.

-Siempre, princesa.

No sé si es por el hecho de que hemos peleado, o porque han sido muchos días sin vernos pero ni siquiera podíamos irnos aún, porque no podíamos dejar de tener contacto.

Se suponía que subiríamos al auto, pero no fue así ya que Harrison me impidió subir para seguir besándome esta vez teniendo en mi espalda el frio metal del coche.

Sus manos subían por mi falda sin importarle el lugar ni las personas, pero no podía permitirle hacer eso, no aquí.

Le corté el rollo, subimos y comenzó a conducir. Cuando pienso que por fin la bestia se había calmado, él frena orillándose en la carretera.

Se tira sobre su asiento, quedando completamente recostado y me mira con cansancio, o hartazgo...

¡Dios! ¿Quién lo bendijo con ese cuerpo completamente sexy? Y no conforme con poseer eso, también tenía esa mirada de cazador que con solo verte querrías desnudarte.

Las luces que hay en la carretera apenas me dejan ver aquellos ojos perdidos en deseo. Al tener sus brazos fuera del volante puedo ver todo su cuerpo tenso y agitado.

Baja una mano hacia su pantalón y es inevitable no ver aquel bulto y ahora entiendo esa cara de suplica y el porque frenó tan abruptamente.

Él no puede más.

ERES MIA, ENTERATE. (+18) / 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐚 / 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗡𝗗𝗢***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora