CAPÍTULO 17

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Cuando El Comebachas por fin llegó al CHC Oriente encontró a Blú malhumorada, esperándolo en la explanada. Debido a su minifalda, moría de frío. Al verlo llegar, se olvidó de todo.

─¡¿Qué te pasó?!

─Como dijo Newton: la fuerza de gravedad existe aunque tú no creas en ella.

─¿Qué?

─Me caí.

─¡¿De la azotea?!

─Iba bajando las escaleras y uno de los escalones desapareció, o como que mi pierna se hizo corta, no sé, no me fijé, pero luego el barandal se alejó de mi mano muy despacio... ¿No? Así, muy despacio y mi cuerpo ya estaba en el aire...

─Cállate. ¿Ya desayunaste?

─... No... Pero ya sabes que es de mala educación comer cuando hay visitas ─contestó él.

─No me importa que se te corte el viaje; vamos a que comas algo.

─Pero... No, no, no...

─No hay tiempo para que disfrutes tu viaje. Hoy es el día.

─Psí, pero... me duele el brazo.

─Bachas, wey... ¿Quieres dinero o no? Yo soy la que se va a rifar y tú te me pones pendejo a la mera hora. Entiende, ya no hay tiempo.

─¿A poco sí te vas a atrever?

─Hoy va a suceder ¿ok? Y te necesito para que grabes todo.

─Es que... Si nos cachan...

─¡¿Te vas a culear?! Wey, si no me vas a ayudar entonces no te va a tocar nada.

─Es que...

Harta, Blú tomó al Comebachas por la solapa y lo arrastró hasta el baño de hombres, entró con él ignorando los silbidos y lo obligó a lavarse la cara.

─¡Ah, que su puta madre, te pasas, cabrona, el agua está helada!

Bien, estaba despertando; el plan estaba nuevamente sobre sus rieles. 



CONTINUARÁ...

LA AUTOPSIA DEL ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora