CAPÍTULO 63 -La señorita Patrice-

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CAPÍTULO 63


La siguiente junta con Blú y Jorge se agendó directamente en el departamento del famoso Comebachas. Adriana estaba en modo Tank Shark: les llevaba un contrato impreso. Era sí o sí.

Quiso ser puntual, pero no pudo. Salió de la universidad apurada. Jamás podría recorrer toda la ciudad en una hora. Mientras estiraba el cuello en espera de su camión, a su lado se detuvo una enorme camioneta negra. La ventanilla bajó dejando ver a Patrice Jurgen, una de Las Beautiful Girls, como las llamaba Adriana. No era su amiga, pero no se metía con ella.

─Adri, hola, oye... ¿quieres un aventón? ─dijo la chica con acento fresa extravagante.

─No... Gracias ─dijo Adriana con su acento de secretaria con estudios.

─Ándale. Yo vivo muy cerca; si quieres, después de que me dejen, le digo al chofer que te lleve a donde tú quieras...

Era una oferta muy tentadora.

─¡Ándale, súbete! ─Patrice abrió la portezuela y se corrió un lugar.

Adriana se sintió obligada. Al cerrar, aspiró el olor a nuevo del vehículo. Al frente iban dos hombres. ¿Estaba dentro de una camioneta blindada? Se dio cuenta de que no encajaba ahí. Se sintió como las sirvientas uniformadas yendo en el asiento trasero.

El silencio duró poco. Patrice comenzó a hablar de cómo el sol de Miami le había quemado los hombros.

─¡Fuimos a festejar el divorcio de mi tía, weeeeey, para que no le entrara la depre, weeeeey! ¡Tienes que ir al Pink-Pink-Red, weeeeey! Cuando puedas, ve, no te lo puedes perder, weeeeey. ¡Sirven los langostinos más deliciosos que he probado nunca, no sabes... no, no sabes! ¡Tragué como cerda, weeeeey!

─¡Es evidente!─ pensó Adriana.

Aturdida, miraba por la ventanilla. Estúpida, fue mala idea. De pronto la camioneta dio vuelta y comenzó a subir una cuesta laberíntica. Pasó por una segunda caseta de vigilancia y continuó hacia arriba.

─Ya llegamos─ cantó la privilegiada. ─Adri, mira, deja que Pedro le entregue la camioneta a mi papá y ahorita sale con otro carro para llevarte ¿sí? Es que la camioneta gasta mucha gasolina.

Adriana bajó. El portón eléctrico se deslizó descubriéndole una casa fantástica rodeada de un jardín ¡hermoso! La camioneta llegó a un garage techado. Vio estacionados dos Merchedes y un deportivo BNW, un par de super motos y una colección de bicicletas de montaña colocadas amorosamente sobre sus bases. Nuevamente se deslizaron las hojas de metal dejándola afuera, en la calle. Después de unos 10 minutos, la puerta de servicio se abrió, apareció Pedro, sonriendo, y comenzó a bajar a pie.

Adriana lo alcanzó.

─Hola... Disculpe... ¡Disculpe! ¿No se supone que usted me iba a llevar a donde yo quisiera?

─¿Cómo? No, no me dijeron nada; al contrario, la señorita Patrice me dijo que me podía retirar temprano.

¡Hijadeputahijadeputahijadeputa!

Mensaje recibido: las hienas han salido a cazar.



CONTINUARÁ...

LA AUTOPSIA DEL ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora