CAPÍTULO 83

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CAPÍTULO 83

Cuando Jorge llegó al departamento, aturdido de dolor, se fue directo sobre el tequila. Fue entonces que Blú le puso el video para que viera el momento exacto en que lo hacía cornudo sin su permiso, con la clara intención de castrarlo.

Jorge miró todo el video, en un rincón, enroscado de dolor. El Comebachas permaneció sus reacciones, porque sabía que ver a la mujer de tu vida con otro es algo que te rompe el corazón.

Vio a su novia completamente expuesta, mientras se montaba a otro que no eres tú. Hasta el fondo. Mírame, tienes una novia bien puta... ¿Querías una puta, no? Pues mira, mi amor, te estoy cumpliendo tu fantasía. Y te das cuenta de que a tu chica le importa un pepino lo que tu sientas con tal de que no le falte algo entre las piernas. Y no te puedes quejar ¡así te la buscaste! y bueno, ese precio se paga con dolor.

─¡Para que aprendas ─le dijo Blú, levantándole la barbilla amorosamente─ que la traición y el porno son cosas incompartidas!

─¿Por qué juegas así conmigo? Cuando acabamos haciendo esto con el Comebachas, ambos, los dos, me juraron que no tendrían sexo a mis espaldas.

El Comebachas estaba tenso.

─Sí, pero recuerdo que antes tú me juraste que nunca me traicionarías y a mis espaldas... ¡tomaste dinero que no era tuyo! ¡Sabes que necesito ahorrar lo más posible ahora que soy joven, porque nadie quiere actrices porno de más de 30, y tú sabes que el mercado está tomado por ejércitos de adolescentes drogadictas que llegan dispuestas a todo! Así que tú rompiste tu juramento primero, mi amor, y eso me dio derecho de romper el mío. Estamos a mano ─dijo acariciando tu rostro de hombrecito.

Jorge miró con odio celotípico a su amigo traidor 🙃. Traidor. Lo odiaba y se iba a vengar.

─¡Perdón! ¡Yo no sabía lo que estaba haciendo, su señoría, estaba drogado! ─bromeó el Comebachas y solo Blú se rio.

─Mira, Jorge ─lo atrajo la chica ─hace mucho que decidí no pedirle permiso de nada a ninguno de mis novios. Te amo, pero voy a coger con quien yo quiera, te guste o no. para tatuarle sus palabras en el alma.

─¡No puedo creer que me trates así! ─dijo levantándose con violencia, dispuesto a regresar el golpe.

Oh, oh. Discretamente, el Comebachas tomó un cuchillo y lo mantuvo abajo, listo para entrar si Jorge se ponía pendejo.

─¿Prefieres que te mienta para que el hombrecito no se sienta amenazado? ─dijo Blú, fría. ─¿Y qué tal si en lugar de ponerte posesivo, simplemente aceptas que me encanta el sexo y te conviertes en mi compañero de aventuras? Mi vida, ya no quiero guardianes, quiero un compañero que no le tenga miedo a mi libertad. ─Blú se acercó despacio hasta su oreja roja ─No tengas miedo. Acéptame y... en recompensa... tendrás el mejor sexo del mundo.

Jorge no lo podía creer. Tanta claridad lo deslumbraba. Blú continuó con la lógica de una ajedrecista.

─Mi vida, sabes que nunca vas a tener otra novia como yo... Pero si prefieres serle fiel a los valores de tu abuela, te vas a arrepentir toda tu vida cuando te des cuenta de que pudiste ser feliz conmigo y tuviste miedo. ─Y luego le susurró con su voz más Lolita: ─¿Te acuerdas que una vez me dijiste que tu fantasía era verme con otro? Bueno, pues te la cumplí y no te puedes enojar sino contigo mismo, porque tú, sabiendo lo zorrita que soy, me pediste cuernos.

Jorge estaba en crisis. ¡¿Debía sentirse ofendido?! ¿Humillado? ¿Qué diría su abuelo Luis, el militar? ¿Estaba dispuesto a perder a Blú por hacerse el macho lomo plateado? Salió del departamento dando el mayor portazo en la historia de aquel edificio.

Recién salió a la calle, arrancó un bote de basura y lo lanzó lejos solo porque lo vio en una película. Luego, vociferó al cielo: ¡Blú, eres una puta desgraciada, abusas de mí porque estás muy buena!

Blú se asomó por la ventana.

─¡Cállate, imbécil, vas a despertar a todos los vecinos!

─¡Azul, yo te amo!

─Ya lo sé. Cállate.

─¡Te amo bien! Lo sabes. Sabes que daré mi vida por ti si fuera necesario, lo sabes... No me hagas esto. ¡Azuuuuul, te amo!!!!

─¿Te quieres callar?

─Me callo si bajas. Ven, vamos a platicarlo mientras caminamos.

─¡Vete a la verga! ─dijo Blú y acabó con el show cerrando la ventana de golpe.

Jorge regresó una hora más tarde y la discusión terminó con glorioso sexo reconciliatorio que comenzó con Jorge lamiendo los senos de Blú sin importarle que El Comebachas estuviera ahí, mirando todo. Que lo viera. Luego, cargó a la chica con facilidad y se encerraron en la recámara, donde la puso a gemir.

Al amanecer, Jorge le pidió que le contara la experiencia de volver a tener sexo a solas con su ex.

Blú lo narró detalladamente, administrando la calentura de su novio. Viéndolo a los ojos, hacía largas pausas mientras acariciaba su pene... Luego retomaba su confesión.

─¿Sí? ¿Y cómo lo tenía? ─preguntó Jorge, sudando.

─Ya sabes.

─Dímelo.

─Ya sabes... el pene de tu amigo no es tan grande como el tuyo, pero es bastante largo y me encanta sentirlo hasta el fondo.

─¿Te lo hace más rico que yo?

─Mmmm... Diferente, pero con él también es rico. Lo has visto, es muy pasional, se esfuerza el muchacho. Cada uno tiene estilo... y los dos me gustan.

Blú bajó el ritmo. Despacio... Respira, mi amor, no quiero que te vengas.

─Y luego... ─suspiró la chica─ pues se la vi tan rica, que no lo pude evitar.

─¿Evitar qué?

─Metérmela en la boca.

Corte a:

─¡Jorge, cógeme duro, como tú sabes, cógeme como me gusta! ─

cuando Blú decidió que Jorge eyaculara, le contó el final.

─...entonces... tu amigo se arrancó el condón y me los echó encima.

─¿Dónde?

─Sobre mi carita.

─¿Y sobre tu boquita?

─Sí, también.

─¿Y los probaste?

─Más que eso ─y cando estaba lista, agregó ─¡Me los tragué!

Mientras la besaba, el pene de Jorge se hinchó más que nunca, Blú lo percibió perfectamente.

─¿Dónde los quieres?

─¡Tú también bátemelos en mi carita!



CONTINUARÁ...

LA AUTOPSIA DEL ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora