CAPÍTULO 21

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Blú puso atención en Jorge. Lo miró con inocencia sexosa poniendo sus ojitos de amor. La naturaleza de Jorge hizo lo demás. La besó, al inicio solo para sentir sus labios de cereza, como para saber si todo estaba bien, ella contestó con beso de cinco segundos y con el tercer beso, Jorge mostró su hambre de ella.

─Hay química entre nosotros ─ dijo la chica y le cerró un ojo.

Sus labios son tan sensibles, tan suaves... Unos minutos después, Blú capturó la lengua de su novio para saborearla como si fuera el pene de otro hombre, uno al que ella adoraba hacerle sexo oral. Entregó su lengua, intentando alargarla y endurecerla lo más posible, prestándose a la eterna fantasía de su novia: mamar a otro hombre mientras él estaba ahí. ¿Cómo fue que acabó en este tipo de fantasías?

La excitación, naturalmente, se aceleró. Blú palpó a su novio comprobando con audible sorpresa que él ya estaba listo y más.

─¡Mi amor, estás loquito!

Es fácil controlar a alguien que no tiene control sobre sí mismo. Aunque discreto, el manoseo, atraía la vista de los estudiantes que iban pasando, voyeristas involuntarios... Y el mundo se fue deteniendo a su alrededor.

─¿Sabes?... ¡Me encanta que nos vean! ─susurró ella.

─¡Eres una zorra!

─Eso dicen, mi amor, pero te juro que no es cierto ─ contestó ella subiéndose con discreción hasta quedar montada, cara a cara.

─¡Amos tus ojos, tan azules!

Los fisgones comenzaron a acercarse, despacio, sin llamar la atención y se quedaron a una distancia prudente para no incomodar a los artistas.

–¡Y tú tienes esto, y no me lo das tanto como yo necesito! ─contestó frotando su pubis, despacio, de abajo hacia arriba. Mirándolo siempre a los ojos.

─¡Me encantan tus puterías!

Hay mujeres que se excitan cuando les dicen al oído puta, o zorra, o perra... o mounstrita... o puerquita. Blú era de esas sin ninguna inhibición; no lo sentía como un insulto sino como algo que la liberaba, porque era verdad y no quería ocultarlo. Era de esas chicas adictas al coctel de adrenalina y sexo y quería que su novio le siguiera el paso.

─Eres mi perro ─dijo ella y le mordió el labio.

Jorge puso su mano sobre esa cinturita que tenía locos a todos los hombres y muertas de envidia a todas las mujeres; el contraste perfecto para sus nalgas de corazón que todos sabían de una perfección imposible. Si pasabas la mano sobre esa cintura hacia arriba, encontrabas una espalda suave y tibia. Hacia el frente te sorprendían sus senos, de exquisitez desconcertante, grandes y de forma celestial. Si acaso había un defecto es que eran un poco más grandes de lo necesario ¿pero desde cuándo eso es un delito en una porrista?

Jorge subió, palpó suavecito las tetas por debajo del jersey ajustado, eso la ponía muy hot, luego, bajó, muy despacio, siguiendo las curvas de su chica, hasta plasmar sus manos sobre las nalgas de Blú, cada vez con más firmeza. Consciente del efecto que causaría, comenzó a mover la cadera sobre él, en círculos lentos, compartiendo el momento con su público, donde no faltaban chicas conectadas con la magia de la escena, pues entre brujas se huelen la cola.

La erección de Jorge se volvió grosera. Imposible pasar de largo sin quedar atrapado en el espectáculo que estaba durando más allá de lo que un adolescente puede soportar.

Los estudiantes formaron un círculo cada vez más compacto... Y numeroso... De pronto, Blú tomó las manos de Jorge para que se detuviera y dijo fuerte con su inevitable acento regio: Quiero que me cojas en uno de los salones vacíos ¿y sabes qué sería muy loco? dejar que nos vieran.

Se levantó y lo jaló para ponerlo en pie más rápido. La gente se abrió para dejarlos pasar. Jorge la llevaba abrazada, caminando a su lado. Con un gesto coqueto y sexi, Blú se giró hacia el grupo de mirones y les cerró un ojo. La Diosa Reina del colegio había hablado. Se formó una caravana con la pareja al frente. Casi la mitad del grupo eran mujeres.

─¿Qué está pasando? ─preguntó Jorge.

─¿No confías en mí?

─Sí, pero... quiero saber ─dijo, deteniendo el paso.

─No tengas miedo ─lo animó... ¿O me vas a dejar, sola, con todos ellos?

Y echó a andar, dejándolo parado.  



CONTINUARÁ...

LA AUTOPSIA DEL ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora