JORGE
Era un enigma cómo dos personas tan diferentes podían vivir juntas. Jorge se convirtió en un animal hermoso y salvaje. Como una condena, era la versión masculina de Miriam. Su genética se había mezclado de una forma magnífica, dando a las mujeres un joven guapo, alto, de espalda ancha y brazos poderosos. En Jorge, contrastaban la ternura y la brutalidad y eso le resultaba intrigante a las mujeres. Hervía por dentro. Demasiada energía. No era tonto, pero su cerebro no iba tan rápido como sus instintos.
Su abuela, pobrecita, trató de encaminarlo como pudo, aunque su nieto era como un gran rottweiler que arrastra a su dueña. Sin embargo, se llevaban bien. Ambos se sabían unidos por el abandono de Miriam.
Esa noche repasó los recuerdos de la tarde. Cuando regresó de la escuela no pudo abrir la puerta. Tuvo que empujar. Al ver su departamento lleno de muebles y cajas pensó que se había equivocado de número. Pero no, sí era su casa.
─¡¿Mamá?!
Miriam se dejó examinar en silencio.
Del baño, salió Élida.
─¡Mira quién vino a visitarnos: tu mamá! ¿Jorge, no te da gusto que después de casi un año de no hablar por teléfono venga a quedarse una temporada?
Por diez segundos Jorge permaneció con la boca abierta. Trataba de entender. Al fin supo qué preguntar.
─¡¿Qué chingados haces aquí?!
─Por un tiempo, aquí voy a vivir, hijito... ¡Vamos a estar juntos, como tú querías!
─¿Juntos? ¡¿Juntos, quiénes?! ¡¿Isidro también?!
─No, Jorge, hace mucho tiempo no ando con Isidro. Las cosas...
La abuela se asomó de la cocina secándose las manos; sin decir nada, se recargó en el marco para ver.
─Las cosas no... Pues terminamos mal ¿no?... Luego empecé un negocio, pero no salió bien, y... Y ya no pude pagar el departamento.
─¡Empezaste un negocio! ─ dijo Élida.
Miriam respiró hondo. No quería dramas, ya no, por favor.
─Sí, Jorge... Quise vender bienes raíces...
─¡Negocio de bienes raíces! ¡A toda madre! ¿Y luego, Miriamcita, qué pasó con tu negocio?
─Pues... invertí y no me fue bien. ─Levantó la mirada para ver a Jorge. ─Lo intenté, hijo, de verdad.
─¡Es como si yo te hubiera educado para que acabaras siendo la querida de un malviviente!
─Y pues... En lo que encuentro un trabajo, aquí voy a estar, con ustedes, un rato.
─¡Un rato! ─la acuchilló Élida. ─Si vas a estar un rato, entonces deberías meter toda esta basura en una bodega... ¿Por qué no, Miriam? ¡Porque no tienes dinero! ¡Porque valiste madres!
Era una provocación. Miriam estaba parada sobre una bomba nuclear.
─Mañana voy a ver a unas personas que me conocen ─cerró su frase con una risita, pero no había dicho nada gracioso.
─¡¿Y se puede saber, pendeja, de qué vamos a vivir mientras alguien te contrata?!
Uy, cuidado: la bomba está a punto de activarse. Cuidado, cuidado, Miriam.
─Yo pensé, mamita, que mientras tenemos la pensión de mi papá...
─¡No voy a mantenerte!
─¡Mamá, soy tu hija, me tienes que apoyar!
─Yo te apoyé durante toda tu vida, y no fue fácil porque tu papá no estaba. Pero a ti te importó poco; a ti te gustan los huevos a tu gusto ¡Pues ahí están, trágatelos! Yo no te dije que entrando a la prepa te pusieras a andar con los porros, ni que te buscaras un novio con antecedentes penales. Yo no te dije que tuvieras un hijo a los dieciséis.
─¡Mamá, el niño!
─¡Jorge ya no es un niño! Era un niño cuando me lo aventaste aquí. Ya es un hombre, tiene que saber la verdad...
─¡Mamá, no empieces! Hice lo que pude. Le aposté a la relación y, pues, no acabó bien.
─Te lo dije: ¡No dejes tu trabajo para ser la mantenida de ese pendejo! Mírate. Ya pasaron los años. La época en que te contrataban para mirar tus nalgas ya pasó. Antes, a tus jefes les causaba gracia tu ineptitud porque te tenían ahí para cogerte; no te diste cuenta de que eso no iba a durar. ¡Te lo dije!
Aunque fue espectador por un rato, Jorge acabó liberando los reclamos guardados. El estallido fue colosal: ¡¡¡¡¡BOOOUUUMMMHHH!!!! El edificio completo escuchó la histérica radionovela.
La operación cicatriz comenzó a la mañana siguiente. Miriam se levantó tempranito para hacerles el desayuno. No quería parecer una inútil. Al entrar a la cocina vio que le habían dejado un plato con huevos revueltos. Jorge no estaba.
─¿Y Jorge?
─Ahora resulta que te preocupa tu hijo ─respondió su mamá sin pensarlo.
─Solo dime ¿dónde está?
─En la escuela, ¿dónde quieres que esté?
CONTINUARÁ...
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LA AUTOPSIA DEL ÁNGEL
TeenfikceGénero: novela pop. Tenía ganas de ti y para capturarte lo único que tuve que hacer fue mirarte a los ojos. Te comiste mi anzuelo, a pesar de que te dije que no te enamoraras de mí porque soy muy peligrosa. Recordarás este momento el resto de tu vi...