CAPÍTULO 91
En las escuelas caras donde estudió becada, había niñas ¡hermosas! criadas para ser las esposas de los futuros dueños de México, y ella se permitía brevísimas miradas hacia esos lugares indiscretos, ya sabes, en la clase de deportes. Unos muslos que se separan. Una chica que se agacha descuidadamente por una pluma. Microsegundos, porque descubrió que hay mujeres que saben detectar esas miradas.
─¿Por qué siento vergüenza? ─se preguntó viendo a las actrices.
Sarahí se acomodó frente a Ninfa, posó sus manos delicadamente entre sus muslos, los abrió acariciándolos y ella lo permitió. Suavemente, acarició esa piel perfecta y se atrevió a pasar los dedos sobre el pubis.
─¡Tienes mucho juguito!
Fácilmente le introdujo dos dedos. Hasta el fondo y hacia arriba. Ninfa se arqueó, como si la hubieran enchufado a la electricidad rosa. Cuando regresó, su mirada irradiaba luz.
El ritual se había cumplido; el espíritu de la bruja Lilith las honraba con su visita y en su soberana majestad invitó a Hécate al banquete con las jóvenes mortales.
Con sus dedos dentro de su amiga, Sarahí la besó largamente.
Ninfa, hiper acelerada por la tacha, levantó la mano y dijo: ¡Ya queremos niños!
─¡Comebachas, entra! ─ordenó Adriana.
Su erección esperaba la orden. Lo primero que entró a cuadro fue su pene cabezón, balanceándose groseramente. Se lo ofreció a Ninfa. Sin problema, abrió la boca, sacó un poco la lengua y el chico se lo fue empujando. Lo engulló hasta hacerlo desaparecer (ahora lo ves, ahora no lo ves) y le dedicó a la cámara una mirada de roja complicidad.
La energía sexual del Comebachas transformó todo en algo más... animal. El saberse utilizada genera un placer oscuro ¿no crees? Las otras dos se sumaron a la felación. El Comebachas las miraba, grabando en su memoria cada segundo de esta escena alucinante.
─¿Cuál de las tres es mejor, Bachitas? ─ preguntó Blú.
─¡Las tres!
─¡Yo las enseñé a mamar al estilo norteño! ¡
─¡Ya, pícame! ─suplicó Ninfa.
Fue una penetración memorable.
Mientras se la zampaban, Sarahí acariciaba el cuerpo de Ninfa y Cerezabrosa aumentaba su placer lamiendo sus pezones. ¡Qué bonitas somos las mujeres!
─¿Me dejas mamártela? ─pidió Ninfa un poco apenada.
Obediente, la gordibuena se puso en cuclillas para aplastar su sexo sobre la cara de Ninfa, sabiendo que no podría respirar hasta que se lo permitiera.
Jugar a la asfixia es peligroso. Apenas la dejaba respirar cuando se ponía muy roja. Frotando el clítoris sobre la boca de su amiga suicida, ocurrió algo místico... ¡Era Hécate haciendo magia! Por su sexo entró una luz magenta que iluminó sus puntos de placer. Por un segundo, absorbió la vida de Ninfa y luego se la devolvió.
Jorge bajó la cámara y volteó a ver a su novia.
─Mira cómo estoy.
─¿Te quieres dar a la Mitzy?
─Sí.
─Anda, te doy permiso ─concedió Blú.
Mitzy se acomodó parando la colita y cumplir su fantasía. Blú tomó la cámara para captar el momento exacto en que se convertía en novia cornuda. Ya no podrás quejarte de mis puterías, mi amor.
Estaba ocurriendo. Entre el placer voyerista, surgió una especie de nostalgia: hubo una época en que su novio le era fiel.
─¡Él quería portarse bien contigo y lo echaste a perder, pinche loca! ─se regañó─ ¡Le regalaste tu novio a las hienas! ─Para no llorar, Blú se aferró a su papel de camarógrafa.
─¡La tiene deliciosa! ─gritó Mitzy. ─Ahora muévete ¿sí?... ¡Muévete, cabrón! ¡Lastímame! ¡No tengas miedo, tu novia ya nos dio permiso! Blú ¿verdad que le das permiso de cogerme bien duro?
Blú fingió estar concentrada y se alejó unos pasos hacia las sombras para que Jorge no viera sus lágrimas...
─Mi amor ¿cómo la tiene mi amiga?
─¡Bien apretadita! ─opinó su novio. Blú lo entendió como: Acabo de descubrir que la tienes aguada.
El Bachas no quiso quedarse atrás. No tenía ese pito de caballo, pero lo compensaba con su perversidad.
─¡Zorras arrabaleras! ─comentó Blú y eso las aceleró.
─¡Te estamos esperando, Blú! ─dijeron los cinco.
CONTINUARÁ...
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LA AUTOPSIA DEL ÁNGEL
Teen FictionGénero: novela pop. Tenía ganas de ti y para capturarte lo único que tuve que hacer fue mirarte a los ojos. Te comiste mi anzuelo, a pesar de que te dije que no te enamoraras de mí porque soy muy peligrosa. Recordarás este momento el resto de tu vi...