CAPÍTULO 69

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CAPÍTULO 69

06:48 am. Adriana entró a su salón; como calculó, fue la primera. Valió la pena: llegó antes que él... lo vería entrar.

07:08. El profe hizo su aparición. Blanco, joven, alto, con su look elegante pero desenfadado. Era de esas personas que irradian una simpatía tranquilizadora. Era portador de un cálido carisma natural que te hacía desear más. ¡Y olía tan bien!

Arreglada, Adriana ya estaba en primera fila, consumiéndolo como si fuera adicta al olor de su piel mezclado con una tenue brisa de su loción.

Estaban solos, como la vez que se le atoró la falda en los setos de la biblioteca. Solos, como cuando se le cayó un USB justo a sus pies y sus manos se tocaron por un segundo. Solos, otra vez. Adriana quería ir hasta él, arrancarle la ropa y pegar su nariz contra su pecho. Deseaba olerlo palmo a palmo para tenerlo dentro de sus pulmones y de ahí a su corazón.

También estaban solos en la sala de maestros cuando se atrevió a dirigirle la palabra: "Disculpe, profesor... es que... la loción que usted usa me agrada y quisiera regalársela a mi papá. ¿Me puede decir cómo se llama?". Mientras el joven doctor de la University of Columbia trataba de entender la pregunta, muy a su pesar, Adriana comenzó a ruborizarse. El maestro lo notó y pretendió que eso no estaba sucediendo. Ese fue el costo de obtener el nombre de la fragancia: Forbidden Men, de Arnami. A partir de ese momento, cada vez que pudo, Adriana entraba a las tiendas de lujo para que le regalaran un cartoncito con el olor de su maestro. Forbidden Men. Los iba guardando cuidadosamente en su libro Marketing & Storyteling, de su autor favorito: Ryan Lennox.

─Buen día, Adriana.

─Buen día, profesor Lennox.

─¿Usted siempre llega tan puntual a todas sus clases?

─Especialmente a esta.

─Eh... Ok... ¿Le parece bien si esperamos a sus compañeros?

─Como usted diga; por mí, podríamos comenzar ahora mismo.

El maestro dejó su portafolios de piel sobre el escritorio para luego repasar sus apuntes.

─Ayer leí su trabajo, señorita.

─Cristo. Dígame la verdad: es muy malo, ¿verdad?

─No, no, al contrario, escribe muy bien. Usted es inteligente y lo sabe, pero ha tenido miedo de brillar, intuyo. Siendo sincero, la mayoría de sus compañeros apenas se dan a entender cuando escriben y es lamentable, porque se supone que esta es una buena universidad. Cuando reviso los trabajos y llego al suyo, señorita, para mí es un descanso; sé que voy a encontrarme con algo interesante, lleno de ideas refrescantes y retadoras. Entiendo por qué tiene usted el promedio más alt...

La puerta se abrió de golpe. Apuradas, sin maquillaje y con el pelo mojado, irrumpieron las demás mujeres, fastidiadas por levantarse tan temprano. Se aplastaron en las bancas de atrás para criticar a la Pobre.

So! Good morning, dear students, the class is about to start ─anunció el profesor Ryan.

Adriana abrió su bolso nuevo y sacó una MakBlade, la Pro, de 16 pulgadas, la que tenía inteligencia artificial y reconocimiento de gestos faciales. Era tan minimalista que parecía traída del futuro; como si fuera cotidiano, la colocó sobre sus muslos. Y todas callaron. 



CONTINUARÁ... 

LA AUTOPSIA DEL ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora