Me desperté por el sonido de mi teléfono, me cubrí mi cuerpo desnudo con la sábana y empecé a buscarlo por la habitación, lo encontré sobre la mesa del lado del baño y en cuanto comprobé quien era mi cuerpo se tensó de inmediato.
- Hola- mi voz salió en un murmullo.
- Alexa, ¿estás con él verdad? - sonaba enojado, una parte de mi lo entendía, pero la otra simplemente estaba resentida con él- ¿por qué me haces esto? sabes que te amo.
- No sabía que amar significaba engañar- mi voz fue dura, pero en un murmullo- Austin también te amo, no lo voy a negar y eso no va a cambiar de la nada- suspire- pero aun haciéndolo no podemos estar juntos.
- Claro que podemos, yo esperare el tiempo que sea necesario- me quedo en silencio un rato, luego de unos minutos bufó y prosiguió- Cuando regrese de cuidar a mi madre... puede que tú y él ya no estén juntos, sé que podemos retomar lo nuestro.
Cuando estuve a punto de contestarle David me quito el teléfono, mis ojos se abrieron de par en par. Su expresión me causo un poco de miedo, estaba enojado de eso no había duda.
- Escúchame bien porque no te lo repetiré, aléjate de Alexa o me veré obligado a sacarte del camino... Si, como lo oyes, no me importa que es lo que tenga que hacer para que no estés cerca de ella, ahora adiós.
Y con esas palabras colgó, me miro directo a los ojos, su mirada estaba oscura, el verde de sus ojos ni siquiera se distinguía de lo oscuro que estaba, su respiración estaba agitada, fue hasta la cama pasó sus manos por su cabello y bufo tratando de calmarse, pero no parecía lograrlo, nuevamente me miro a los ojos, se levantó de un brinco y le dio un golpe a la pared.
- Desde este momento no tendrás teléfono, y no saldrás a menos de que uno de mis guardias te acompañe- paso por mi lado con el teléfono en sus manos.
- ¡Eso no es justo! -grité- son mis cosas, no puedes decidir sobre ellas o imponer lo que a ti se te venga en gana- mi voz salió molesta.
- Puedo, desde el momento en que dijiste acepto te entregaste a mi completamente, estoy en mi derecho de decirte lo que puedes hacer, te lo dije, en mi casa hay reglas, dentro de ella se hace lo que yo diga- no me miró
- Pues no acepto ese maldito castigo que deseas imponer, en todo caso ¿En qué clase de siglo estamos? hasta donde sé los años de esclavitud acabaron hace mucho.
- ¡No me importa! - se acercó a mí- Si no te gusta estoy seguro de que puedo ponerte algo mucho peor- negué, maldita la hora que me casé con él.
- Acepto tu maldito castigo- dije entre dientes.
- Eso espero- salió de la habitación dando un portazo
Me dirigí a la ducha, las lágrimas cayeron por mis mejillas, lloraba de frustración y rabia ¿Cómo había llegado a esto? sabía la maldita respuesta, pero me negaba a ella, David parecía estar jugando ajedrez conmigo, pero en su tablero yo no era la reina, el me consideraba un peón, el cual no podía retroceder a su decisión porque no tenía opción.
Salí de la ducha cuando note que se me iba a hacer tarde para la universidad, me puse una camisa de tirantes blancas, chaqueta verde militar, pantalones ceñidos y unas botas, me peine el cabello en una coleta porque no tenía mucho tiempo, Baje a desayunar, Rosita ya tenía mi desayuno servido, David estaba leyendo el periódico y a su lado había un poco de jugo de naranja.
- Espero le guste lo que preparé, el joven me dijo que iría a la universidad, así que le prepare algo para que esté satisfecha.
- Muchas gracias- le di un pequeño abrazo- esto se ve muy bueno.
Ella asintió y siguió con lo que estaba haciendo, David aún no me miraba y era realmente inquietante, me decidí a comer mi desayuno que consistía en pan blanco con mermelada, huevos revueltos con jamón, una ensalada de frutas rojas y jugo de naranja. Era mucho más de lo que alguna vez mi madre había preparado para mí.
- Rodrigo irá contigo y estará a tu disposición las veces que lo necesites, si necesito hablar contigo él te prestará su teléfono, si necesitas llamar a tus padres se lo dices a él- seguía sin mirarme.
- Esta bien, ¿por cuánto será esto? - pregunté, tome una de las rebanadas de pan con mermelada y la lleve a mi boca.
- Hasta que te compre un teléfono nuevo donde yo pueda saber que no hablas con el idiota de tu ex novio- esta vez sí me miró y preferí que no lo hubiera hecho.
- Bien- seguí comiendo el desayuno, pero él volvió a interrumpirme.
- Por cierto, Alexa si necesitas hacer algo primero me avisas y yo decidiré si puedes o no.
Estaba a punto de reclamarle, pero mejor me calle, ya no quería más problemas y realmente David estaba causando miedo en mí. Comí todo lo que pude y salí de la casa sin siquiera despedirme de él, justo en frente el chico moreno de ojos marrones que había conocido apenas llegué estaba parado junto al auto, era bastante lindo de ver y lucía bastante joven.
- Buenos días señora Maestroni- saludo con una sonrisa cordial.
- Solo llámame Alexa, no quiero que me llamen señora- y mucho menos que se refieran a mí por el apellido de David, pensé.
Volvió a darme una sonrisa pero esta era tímida, subimos al coche, el transcurso fue un poco largo y silencioso, yo solo trataba de pensar en ¿por qué David se comportaba así conmigo? yo no era mala, o por lo menos no la había sido con él pero eso a David no le importaba, él solo buscaba cualquier excusa para hacerme sentir mal y luego se comportaba extraño, solo quería adivinar el ¿por qué? de su comportamiento y estaba más segura que lo iba a lograr.
Cuando llegamos me baje del coche, Rodrigo dijo que estaría muy cerca de mí, yo asentí y me dirigí donde estaba mi amiga.
- Pensé que hoy no vendrías- me regaló una de sus sonrisas.
- Hola Natalia, yo también me alegró de verte- dije sarcástica, ella solo se encogió de hombros.
- Lo siento, es solo que pensé que estarías de luna de miel- subió y bajo sus cejas juguetonamente.
- No, David decidió dejarla para cuando salga a vacaciones, además solo falta un mes para eso- de todas formas, no era como si quisiera estar a solas con él. ¡Mentirosa! grito mi subconsciente
- ¿Supiste que Austin viajó a estados unidos? - asentí.
- Si, antes de terminar el me lo dijo- la sola mención de su nombre me hizo sentir mal.
- Pues vamos a clases.
Nos fuimos agarradas de la mano, mi amiga era muy especial para mí al igual que Manuel.
(***)
En clases no prestaba mucha atención, varias veces el profesor me habló para preguntar y aunque respondía correctamente él sabía que estaba en las nubes.
Miré por la ventana y seguí en mi mundo ¿Por qué esto? ¿mi vida estaba cambiando o solo yo me sentía extraña? Todo pasó muy rápido, basto con solo cerrar mis ojos y ¡zas!, me encontraba casada, con un hombre que me manejaba como un peón y un montón de preguntas por responder a su comportamiento. Las cuales esperaba despejar con el pasar de los días.
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Matrimonio infernal.
RomancePor mis padres haría lo que fuera, incluso, casarme con aquel hombre de ojos verdes y sonrisa perfecta. Pero alto ahí, él no es mi caballero de resplandeciente armadura. Él es el caballero negro del cuál las damiselas escapan. Portada hecha por @dr...