Un mes, un maldito mes sin que saliera del estado en el que se encontraba, no me había movido del hospital ni un solo momento, incluso comía, dormía y me aseaba en la habitación de David, claro que era bastante incómodo dormir en el sofá de la habitación pero no quería estar separada de él, quería ser la primera en ver abrir sus ojos. Esas hermosas esmeraldas que me habían dejado encantada desde el primer día que lo conocí.
Mis padres se encargaban de traer ropa limpia y comida todos los días, incluso habían traído la pañalera de Leonard para que cuando llegase el momento de dar a luz yo estuviera preparada. Hablaba a diario con él, le repetía una y mil veces cuánto lo amaba y que sin importar cuánto se tardará en abrir sus ojos yo estaría a su lado. Recuerdo que uno de los doctores nos había sugerido desconectarlo después de dos semanas y se había llevado toda mi retahíla de insultos junto a las de sus padres. Sabía que iba a despertar, no me importaba cuantas veces me dijeran que era posible que no lo hiciera. Yo sabía que si.
- Cariño, desde hace unas horas he empezando a sentir contracciones y tengo mucho miedo, necesito que estés a mi lado sujetando mi mano, diciéndome que todo estará bien, porque incluso cuando las cosas no lo están y tú me lo dices lo creo, porque solo a tu lado me siento segura y a salvo. Necesito que vuelvas David, estoy cansada de escuchar a los médicos decir que tu no despertaras, ellos no saben que nuestro amor es más fuerte que incluso la muerte, tú me lo dijiste- una nueva contracción llega a mi cuerpo y apretó más la mano de David- prometiste estar siempre a mi lado y no puedes romper tu promesa, porque te juro que si lo haces te buscaré hasta en el mismísimo infierno y te traeré de vuelta para que la cumplas- suspiro- te amo David Maestroni- una lágrima baja por uno de sus ojos al igual que unas semanas atrás por lo que se que él me escucha y está luchando para despertar.
Me levanto como puedo cuando la contracción se repite con más intensidad, un pequeño grito sale de mi garganta y tengo que sostenerme de la camilla, tomó unas cuantas respiraciones pero es como si el aire no quisiera entrar, de nuevo siento una contracción y siento que mis bragas se mojan junto a mi pantalón.
- ¡Elois!- la madre de David entra corriendo a la habitación, al ver mi pantalón mojado vuelve a salir para gritar que por favor me ayuden.
Una de las enfermeras se acerca a mí con una silla de ruedas, estoy tentada a rechazarla pero siento mucha presión en mis caderas y columna, veo a Danilo el padre de David palidecer al verme pero sonrió para que se tranquilice, el área de maternidad está bastante alejada por lo que tardamos un rato en llegar a una habitación. Ya dentro la enfermera me pasa una bata azul y me ayuda para acostarme en la cama, una hora más tarde la doctora Meyer nos atiende ya que mi doctora estaba de vacaciones desde hace unas semanas.
- Muy bien Alexa, rompiste fuente y has dilatado cuatro centímetros por lo que tenemos que esperar un rato más, si no puedes soportar el dolor me avisas y te pondré la epidural ¿vale?- solo puedo asentir.
- Llamare a tus padres cariño, volveré en un momento- vuelvo a asentir, Elois se va y Danilo se queda junto a mí sujetando mi mano.
Jamás pensé que esto doliera tanto pero de igual forma no quiero que me inyecten nada quiero poder sentirlo todo, pero con cada minuto que pasa voy descartando esa posibilidad. En estos momentos siento que odio a David con todas las fuerzas de mi corazón, duele y no es un simple dolor, esto duele mucho.
- Cuando David despierte no dejare que me ponga un dedo encima- Danilo a mi lado ríe.
- Pequeña, créeme cuando tengas a tu hijo en tus brazos desearás tener más- niego porque en estos momento el dolor puede más conmigo- yo no puedo tener hijos, pero cuando conocí a Elois ella me dio ese privilegio.
- ¿Ella estaba embarazada cuando la conoció?- él asiente con una sonrisa- ¿su verdadero padre?
- Los abandonó en cuanto lo supo- su mandíbula se tensa y quiero pedir disculpas pero él me interrumpe- la conocí cuando tenía cuatro meses de embarazo, ella lloraba en una banca y yo pasaba ese día por casualidad por allí, sus hermosos ojos verdes me miraron detenidamente y una sonrisa se dibujó en mis labios al verla, parecía una pequeña niña asustada. Recuerdo habérmele acercado con la excusa de pedir la hora, algo estúpido porque tenía mi reloj de muñeca, cosa que ella no pasó desapercibida y me lo recordó- ambos reímos- le pedí su número y empezamos a hablar, iba a su casa con frecuencia hasta que le dije lo que sentía por ella, ese día me rechazó y dijo que no podía estar conmigo porque estaba embarazada.
- ¿Se rindió?- se la respuesta pero quiero que me lo diga, sus ojos brillan al recordar ese tiempo y además me está distrayendo bastante.
- Nunca- sonríe- le dije que no me importaba, que me había enamorado de ella en el tiempo que habíamos compartido juntos, después de estar casi dos horas suplicando ella me dijo que sí- vuelve a sonreír con más intensidad- desde ese día nos volvimos inseparables, yo apenas estaba empezando a trabajar en la empresa de mi padre pero siempre tenía tiempo para estar con ambos, cuando me dieron la noticia que iba a dar a luz yo estaba en una reunión de negocios, me importo una mierda perder el trato yo quería estar junto a ella y lo hice. Ninguno de los dos sabíamos el sexo del bebé- lo mire sorprendida, yo me hubiera vuelto loca- te imaginaras la alegría que me dio saber que era un niño y más cuando la enfermera me pidió cortar el cordón umbilical alegando ser su padre, llore como nunca había llorado en la vida...
- y ese mismo día me pidió matrimonio- Elois estaba parada en el umbral de la puerta conteniendo sus lágrimas, miraba la escena con una sonrisa hasta que de nuevo sentí que iba a morir de dolor.
(***)
Siento que no puedo más, llevo cerca de ocho horas en trabajo de parto y a pesar de que el chico vino para ponerme la epidural y estoy más calmada, me siento agotada, quiero cerrar los ojos por el cansancio pero la emoción por conocer a mi hijo es más fuerte.
- Alexa querida, necesito que cuando sientas ganas de pujar inhales y pujes con fuerza- asiento hacia la doctora- ahí viene una, hazlo.
Tomo una fuerte respiración y pujo con todas las fuerzas que tengo, siento que me estoy desgarrando desde adentro pero no me importa quiero ver a mi bebé cuanto antes. Paro cuando el aire sale por completo de mis pulmones, vuelvo a repetir el procedimiento unas cuatro veces más, hasta que siento como algo sale de mi y escucho el grito de mi bebé.
- Felicidades, es un hermoso niño- la doctora pone sobre mi pecho a Leonard, las lágrimas salen sin control, siento una felicidad enorme por tener por fin a mi pequeña bolita entre mi brazos pero al mismo tiempo me siento triste al no tener a David a mi lado.
(***)
Tres días más tarde, debido a unas complicaciones conmigo me dan el alta y tengo que volver a casa. Me vuelvo algo loca por no poder ir a ver a David, pero no puedo exponer a mi bebé de esta manera, todos me recomiendan que por lo menos espere a que el estado de cuarentena pase pero estar en esta casa sola me hace sentir mal, me obligó a dejar un poco de lado eso para concentrarme en Leonard que no para de comer, mis pechos duelen por la cantidad de leche materna que salen de ellos y tengo que envasar en biberones para que no duela tanto, cosa que sus abuelos agradecen porque así pueden darle de comer y además Leonard se la pasa comiendo como un cerdito. Su cabello es negro como el de David, sus pestañas son tan tupidas que siento un poco de envidia por ello, su nariz es pequeña y respingona, sus ojos son grises o eso es lo que parecen cuando los abre así que no podremos saber qué color serán hasta dentro de unos meses.
Cuando el estado de cuarentena por fin pasa, la emoción me invade, Leonard está saludable, su peso ha subido considerablemente, sus mejillas regordetas están sonrojadas pues no para de comer a pesar de que intentó alimentarlo cada hora o tres horas como lo dijo el doctor. Tomó del armario un lindo traje de osito que se lo mantendrá caliente, y protegido, hago su habitual rutina que consiste en aplicarle crema para hidratar su piel, poner otro tipo de crema en su colita o algo de talco y su pañal que produce gracia de lo pequeño que es.
Una vez término de cambiar a Leonard para ir al hospital, Rodrigo me espera en el auto, apenas salgo una sonrisa se expande por su rostro al ver a Leonard, apretuja sus mejillas y este frunce su ceño, algo que se ha vuelto un hábito cuando algo no le agrada. Al llegar al hospital casi corro a la habitación de David, un mes sin verlo se me hace una eternidad pero lo encuentro algo mejor, su barba ha crecido un poco y posicionó a Leonard en su cochecito para poder afeitarlo.
Me tomo mi tiempo para dejarlo impecable, me percato de que ya no tiene ningún yeso y eso me alegra, sin embargo no haberlo escuchado o visto sus ojos por dos meses hace que mi corazón se estruje. Un tiempo después Leonard se queja, sé que es su pañal y me bajo de la cama de David para poderlo cambiar rápidamente pero él sigue llorando, decido amamantarlo, estoy tan consumida viéndolo comer pues se ve tan lindo que no me percato de nada.
- Es la imagen más perfecta que he visto en mi vida- levanto mi rostro con rapidez, no creyendo lo que he oído, mis ojos se llena de lágrimas cuando lo veo, sus esmeraldas brillan con algo de cansancio y solo puedo decir una cosa.
- David.
Siento que me voy a morir. Perdonen si tardo tanto pero pues... las cosas de la vida, espero lo disfruten.
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Matrimonio infernal.
RomancePor mis padres haría lo que fuera, incluso, casarme con aquel hombre de ojos verdes y sonrisa perfecta. Pero alto ahí, él no es mi caballero de resplandeciente armadura. Él es el caballero negro del cuál las damiselas escapan. Portada hecha por @dr...