Capítulo 37

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Al llegar a casa sus manos tomaron mi rostro, basándome de manera dulce, las pocas bolsas que traía conmigo las deje caer para agarrarme a su cuello y profundizar el beso, sus manos abandonaron mi rostro y empezaron a descender por mi cuello, apretó un poco mis hombros al llegar a ellos y siguió descendiendo.

Una de sus manos se quedo en uno de mis pechos y lo apretujo con delicadeza, la otra fue hasta mis glúteos para acercarme más a su cuerpo pero se nos hacia un poco complicado por mi estomago, lo tome de las solapas de la chamarra y lo guíe  hasta la cocina, allí no había nadie ya que el mismo había dado la orden de que la casa estuviera totalmente sola.

- ¿Qué haces?- su voz era ronca y un poco agitada, sonreí con picardía, atacando de nuevo sus labios en un beso rudo.

- Quiero que me lo hagas aquí- sonrió como el mismísimo guasón, me tomo por la cintura para subirme a la encimera.

Quito mi vestido y lo arrojo sin saber a dónde, su chamarra igual voló, cayendo a saber dónde, su boca ataco mi cuello con pequeñas mordidas y lamidas que iban haciendo estragos por todo mi cuerpo, sus besos iban descendiendo por mi clavícula, pechos y mi vientre donde se detuvo para besarlo de forma dulce para seguir descendiendo.

Cerre mis piernas al sentirme demasiado expuesta pero el con lentitud volvió a abrirlas, una de sus manos acarició la fina tela de mis bragas llevándose consigo un gemido, me encantaba como me acariciaba, porque me sentía tan necesitada y a punto de explotar.

David se detuvo y antes de que protestara, dos de sus dedos se introdujeron en mi húmeda hendidura, subió hasta mi boca nuevamente sin dejar de estimilarme, quería pedirle que lo hiciera más rápido pero él me sorprendió poniendo su dedo pulgar delicadamente en mi clítoris. Mis ojos se giran, y su boca abandona la mía, cuando pienso que no puedo sentir más placer siento algo húmedo besarme justo ahí.

Ver a David entre mis piernas me hace volver loca, sentir sus lámidas, sus succiones, y dedos en mí me hacen gemir demasiado fuerte, no puedo controlarme porque tanto placer duele.

- Sabes tan bien- mi orgasmo se aproxima, David parece percataron porque antes de que eso pasé, él embiste rápido en mi haciendo que me queje por la intromisión- Lo siento cariño.

Sus embestidas son tan lentas que siento que voy a morir en sus brazos, mis caderas cobran vida por si solas y lo acompañan en cada embestida que da, de una manera u otra siento que no somos nosotros los que estamos en esta situación porque nuestra forma de amar es un poco mas ruda, pero de igual forma se siente tan bien sentirse amada de esta manera que no me quejo por su ritmo. Me tortura, lo torturó mordiendolo o deteniendome, y eso parece sacar su lado salvaje porque su ritmo se vuelve acelerado, apasionado y algo violento, suspiro cuando embiste dos veces de manera fuerte en mí y ambos llegamos juntos a nuestra liberación, mi respiración es errática al igual que la suya, miro aquellas esmeraldas que brillan con amor y no puedo evitar sonreír como tonta.

(***)

Despierto bastante agotada por nuestro maratón de sexo de anoche, miro hacia el lado contrario de la cama, David no se encuentra allí, así que me levanto de ella y voy a darme una ducha. Una vez estoy lista, decido bajar a ver porque no está a mi lado pero recuerdo que hoy es lunes y él tiene que trabajar, un suspiro sale de mis labios pero no tengo porque deprimirme por ello, dentro de una semana las clases también empiezan y nuestra rutina tiene que volver a la normalidad. Desayuno sola, la casa está vacía pero no me sorprende, esta casa siempre esta así. Aunque pensándolo bien, no lo estará por mucho, me imagino a Leonard corriendo por todo el jardín para que su padre lo atrape mientras sonrió y les llevo un poco de limonada, enciendo el estéreo y una de mis canciones favoritas se escucha en este.

-Sé que me he vuelto a perder,
Que he vuelto a desenterrar
Todo aquello que pasé
No sé ni cómo explicar que sólo puedo llorar,
Que necesito la paz que se esconde en tus ojos,
Que se anuncia en tu boca, que te da la razón
Ven cuéntame aquella historia de princesas y amores
Que un dí­a te conté yo- termino de cantar y no puedo evitar pensar en David.

La manera en como todo ha cambiado desde que decidió dejarme amarlo, mi mente divaga a esos días en los que le temía, la vez que me hecho de su vida y no puedo evitar que un par de lagrimas resbalen por mis mejillas, ese fue el peor episodio de mi vida, jamás pensé amar tanto un hombre a pesar de los daños que me hizo, dejo de pensar en ello porque es mejor vivir el presente y dejar el pasado atrás, todo ha cambiado para bien, aquellos ojos que antes me causaban un temor horrible ahora me brindan tranquilidad y amor.

A eso de las doce la puerta se abre dejándome ver a David como siempre en su traje negro, camino lo más rápido que puedo hacia él y lo envuelvo en mis brazos como puedo, el besa mi cabello y siento su sonrisa aunque mi cara este apoyada en su pecho.

- ¿Qué haces aquí?- pregunto mirándolo directo a los ojos.

- ¡Oh vamos! yo esperaba un: David te extrañe mucho, qué bueno que estas aquí, o un te amo por tu parte- sonrió, golpeo su pecho de forma divertida- vine a comer contigo porque esta noche llegare un poco tarde.

- Oh- es lo único que puedo decir, la idea de volver a estar sola el resto de la tarde y la noche no me agrada.

- Cariño sé que no te gusta estar sola, pero solo será por esta noche- asiento- puedes decirle a Rodrigo que te lleve a casa de tus padres, tratare de no alargar mi reunión para estar lo más pronto posible en casa.

Ambos comemos en silencio, no es mi intención parecer enojada pero me estaba acostumbrado a tenerlo pegado a mí el mayor tiempo posible, el rompe el silencio preguntándome por mi mañana y al igual pregunto cómo le ha ido en su trabajo, me cuenta sobre el nuevo negocio que tendrá con un turco y veo lo emocionado que esta por ello, me gusta verlo feliz, por eso pregunto mas sobre el tema haciendo que su sonrisa se agrande. David se despide con un beso en mis labios, después de lavar los trastes le pido a Rodrigo que me lleve a casa de mis padres.

Hacía mucho que no venía a verlos, mi padre se está encargando muy bien de la empresa pero de igual forma me pide ayuda, mi madre solo pregunta por mi embarazo, como lo llevo, si como bien, si el bebe ya empezó a moverse y sobre todo mis antojos que no son muchos pero si un poco raros y a veces desagradables.

Me la paso toda la tarde hablando con ellos hasta que cae la noche y los tres cenamos como solíamos hacerlo, cuando me siento cansada le pido a Rodrigo que me lleve a casa. David no se encuentra, quiero esperarlo pero el cansancio puede más conmigo haciéndome querer dormir.

Matrimonio infernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora