La mañana del veinticinco estuvo muy agitada para mí, aunque no había tomado ni un solo trago la cabeza me dolía horrores y ni siquiera un analgésico calmaba mi dolor, por eso, después del desayuno le pedí a David que volviéramos a casa. Una vez llegamos pase directo al cuarto quería dormir y así no sentir ese dolor.
(***)
- Cariño, despierta- susurro David mientras movía mi brazo con delicadeza, negué ya que el dolor aún persistía pero ya no era tan fuerte como antes, me gire dándole la espalda pero insistió- Alexa estas caliente, traeré una compresa- no contesté la verdad es que me dolía la garganta para hablar.
David no contento con que las compresas no ayudaran a bajar la fiebre, me pidió unos cuantos minutos, al volver me ayudó a levantarme de la cama con sumo cuidado, me llevó hasta la tina, que ya estaba llena de agua y olía delicioso. Me ayudo a quitarme la ropa y luego a meterme dentro, el agua estaba un poco fría, y admitía que me dolía un poco sentirla, pero con los segundos me fui acostumbrando. David al ver mi vientre bajo el agua se le iluminaron los ojos.
- Está creciendo- lo acaricio, me dio una gran sonrisa que correspondi.
- Si engordó, ¿me seguirás queriendo?- pregunté burlona.
- Te amaré incluso si tu apetito hace que te comas nuestra casa- no pude evitar reír, David enserio cuando se lo proponía lograba ser la mejor compañía que una mujer desearía.
Se levantó para tomar el shampoo de fresas y poner una buena cantidad para lavar mi cabello, me sentí tranquila, por un momento deje viajar a mi mente al pasado para comparar pero nada de lo que pasó antes se podía comparar en todo lo que me estaba pasando ahora, parecía como si estuviera de espectadora viendo mi vida ya que no creía lo que estaba sucediendo.
Cuando acabó de lavarme el cabello y mi cuerpo, sus labios atraparon los míos fundiéndose en un beso dulce, quise intensificarlo pero me detuvo, volvió a tenderme su mano llevándome al cuarto y ayudandome a vestirme.
- No tienes que hacer esto- Murmuré.
- No, pero quiero hacerlo- dijo mientras pasaba un vestido de flores negras por mi cabeza.
- No me refiero a eso David- me observó por un momento esperando que prosiguiera- estoy pensando que haces todo esto por enmendar tu error de haberme tratado mal los primeros meses- negó en repetidas veces tomando mi rostro entre sus manos.
- Alexa hago todo esto porque en verdad te amo, porque cuando pedí que te fueras entendí que no podía vivir sin ti, me engañe a mi mismo tratando de pensar que solo eras una más y que pronto te olvidaría pero no pasó- sonrió de lado mirándome a los ojos- desde que te vi aquel día en el despacho de tu padre me cautivaste, tus ojos transmitían inocencia al igual que paz, pero por eso mismo te odié, quise hacerte mía para aprovecharme de aquella inocencia.
- ¿Solo quisiste hacerme daño?- mi voz se quebró al decirlo, trate de alejarme pero lo impidió.
- Al principió si, no te lo voy a negar- hizo una pequeña pausa analizando mi reacción- la primera y última vez que te golpeé pensé que eras como ella, pero me equivoque terriblemente, aquella vez que te grite sin compasión fue para hacerme entender que no significabas nada para mi, me engañé por un tiempo, quería ignorarte, odiarte pero no podía, te estabas metiendo de a poco en mi piel. Luego te pedí que te fueras, y mi mundo ya no tenía sentido todo era monótono, no había nada y entendí que tu eras la alegría que le faltaba a mi vida.
Lanzarme a sus brazos era una opción pero no lo iba hacer tenía mucho en que pensar por ahora. Lo besé y salí de la habitación, me senté en el jardín trasero disfrutando de lo lindo que estaba él día. Me gustaba que fuera lindo, que me dijera ese tipo de palabras pero me enojaba saber que solo me había usado, que solo quería hacerme daño. Sin embargo irme de nuevo no iba a ayudar en nada, me gustaba la protección que me brindaba, estar entre sus brazos, hablar de la vida.
Sin embargo no conocía nada de él. Cuando se sentó a mi lado para peinarme el cabello decidí hablar de una vez por todas de lo que en realidad sentía.
- David, necesitamos un tiempo-dejo de peinarme el cabello, me hizo girar un poco para que lo viera con el ceño fruncido y la mirada confusa- no me refiero a alejarnos, es solo que necesitamos conocernos más, no se cosas de tí, cosas que quizá para otros no son importantes pero lo son para mí que te amo, quiero saber cual es tu color favorito...
- El azul- puso un dedo sobre mis labios, lo miré con el ceño fruncido tratando de analizar que era lo que quería hacer pero solo me beso- antes mi color favorito era el blanco, un tono neutral que concordaba con mi vida algo aburrida, ahora es el azúl.
- ¿Por qué el azúl?- pregunté.
- Me fascinan tus ojos, me gusta como puedo perderme en todo ese amor que me trasmites a través de ellos- Sonreí sintiendo como mis mejillas se teñían de rojo poco a poco.
- Eres un idiota- me abrazo por la cintura acercándose aún más a su cuerpo, claro que mi pequeño vientre lo impedía.
- ¿que tal si tenemos una cita de tres?- lo mire con el ceño fruncido, puso los ojos en blanco para luego bufar- no creo que puedas quitar tu vientre y dejarlo por una noche en casa- ambos reímos, amaba este lado tan despreocupado de David.
(***)
Tome el vestido que había comprado David para mi hace unos días, era un hermoso vestido verde con encaje negro que se ceñía al cuerpo con mangas hasta por encima de los codos, dude en llevarlo puesto, pero al fin lo hice, mi vientre se marcaba pero lucía bien, tome unos tacones de color negro junto a unos zarcillos que colgaban de mis orejas. Rosita me había hecho un recogido dejando algunos mechones sueltos. David tenía un fantabuloso traje gris que se ajustaba a su cuerpo trabajado, camisa azul y corbata negra sus zapatos estaban lustrados a tal punto que podías ver tu reflejo en ellos. Antes de salir tome un abrigo, hacia demasiado frio afuera.
- Te ves tan hermosa Alexa- me volví a sonrojar, tomo mi mano y nos guió hasta su auto.
Después de haber arreglado todo el asunto el ambiente en la casa no era tensó, tampoco sentía miedo, ahora me sentía realmente amada. Al llegar un hombre tomó nuestros abrigos y nos guió hasta nuestra mesa.
- Cariño, pedí la cena si no te importa- negué- bien, ¿ahora que?
- Vamos a juegar- alzó una de sus cejas a lo que yo reí- yo me presentaré y te diré cinco cosas que tu no sepas y luego lo harás tú ¿bueno?- asintió.
- Quiero empezar yo- hice un ademán para que siguiera y lo hizo- Soy David Maestroni, me gradúe a los quince años de la secundaria, fui un sabelotodo que solo tuvo una novia, puse en pie mi empresa a los veinte años, mi padre no es mi progenitor y estoy perdidamente enamorado de ti.
Mi boca casi cae al suelo ante aquel confesión, pero no quise ser inoportuna por lo que le di una sonrisa y empecé yo.
- Soy Alexandra Maestroni- use mi apellido de casada, lo que hizo a sus ojos brillar- futura médica, amo el pastel de chocolate pero tu hijo lo odia- sonrió ya que eso no lo sabía- he tenido tres novios en mi vida, amo los animales, mi color favorito es el amarillo y también estoy perdidamente enamorada de ti.
La noche estuvo tranquila, hablamos sobre las cosas que debíamos empezar a comprar para el bebé, a mi realmente me parecía apresurado pero con David todo era así. A las diez de la noche decidimos irnos, de camino al auto sentí la mirada de alguien pero no volteé, cuando David abrió mi puerta un gritó nos interrumpió.
- ¡¿Enserio?!- gritó- Me hieres David, destrozas mi corazon en miles de pedazos, matas a las mariposas que revolotean en el, mira- apuñaló su vientre mientras sonreía como toda una maniaca.
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Matrimonio infernal.
Roman d'amourPor mis padres haría lo que fuera, incluso, casarme con aquel hombre de ojos verdes y sonrisa perfecta. Pero alto ahí, él no es mi caballero de resplandeciente armadura. Él es el caballero negro del cuál las damiselas escapan. Portada hecha por @dr...