Capítulo 52: Memoria

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Estábamos los tres sentados en una de las mesas de afuera, cada uno comiendo un helado y disfrutando de la brisa de la noche y de las olas del mar abajo de nuestros pies, hacía una noche estupenda para salir y por eso fue que decidimos aprovechar el tiempo y salir, aquí al puerto de Santa Mónica, las familias disfrutando de la Feria, jóvenes y mayores caminando por el puerto y abajo en la playa, todo era muy acogedor y agradable. 

-Y mañana iremos a otro sitio especial de la ciudad-nos dice Jason.

-Vale, pero ¿seguro que puedes con tu horario de las prácticas?- le pregunto un tanto preocupada.

-¡Claro! tu no te preocupes-

-Eso Eli, tu no te preocupes- me dice en tono burlón David.

Le doy un pequeño manotazo en el brazo y le digo: -¡Oye! que tú eres mi chico deberías de estar conmigo no, con él- señalo de ultimas a mi hermano divertida con la cabeza.

-Eli porfavor, deja al chico respirar- me señala mi hermano.

-¡Pero si no estoy haciendo nada malo!- refunfuño indignada.

-Claro que no- David se me acerca y me besa tiernamente -eres la mejor y te adoro-

Yo sonrío en respuesta de su declaración y le devuelvo el beso con todo mi cariño y mi amor.

-¡Oh por favor, si vais a estar así, mejor me hubiera quedado en mi piso, vaya rato más mal hacéis sentir a alguien comiéndose un helado- se queja mi hermano, tapándose la cara en modo dramático por nuestro acto de amor.

David y yo reímos entre dientes y nos alejamos lentamente a nuestro pesar el uno del otro, mas sin embargo éste me da un tierno beso en la cabeza y me abraza pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros. 

La felicidad que siento en estos momentos de tener a los dos chicos más importantes de mi vida, es incomparable con otras cosas, me siento tan afortunada de tenerlos a los dos en mi vida y eso que al principio tenía un poco de miedo, porque no sabía si se iban a llevar bien estos dos, pero fue sacar el tema de los videojuegos y ya parecían amigos de toda la vida, me alegro por ello tanto que se lleven tan bien, de repente la imagen que tengo estando con ellos se va difuminando y empiezo a escuchar el pitido tranquilo pero constante de una máquina cerca de mi, mi mente se da cuenta que estaba soñando y no era real, solo un vago recuerdo de cuando hice ese viaje con David a Los Ángeles para visitar a mi hermano.

-¿Eli? ¿mi vida?- escucho como alguien me llama.

Pero no logro despertar bien del todo, me siento un poco aturdida y algo adolorida por todo el cuerpo, pronto una luz blanca me ciega y empiezo a parpadear varias veces, para adaptarme al cambio, el sonido de la máquina ya es mas claro, voy a intentar moverme pero me cuesta demasiado, noto también como un pequeño tubo delgado sale de mis fosas nasales, proporcionando oxígeno extra, pero me incomoda y decido quitármelo.

-Oh no Eli, cariño, estate quieta, no te toques que te vas a hacer daño-la voz suave que me habla creo saber que es de mi madre.

Cuando abro más los ojos, me doy cuenta que estoy en una habitación la cual no es la mía, y que estoy en una cama, dónde tampoco es la mía, las paredes son totalmente blancas y veo como otro tubo pequeño delgado sale por una vía puesta en mi brazo, <¿que ha pasado? ¿porque parece que estoy en un hospital?> me pregunto mientras miro todo y veo a mi madre de pie al lado mío.

-¿Mamá?- me cuesta un poco hablar, noto demasiado seca la garganta y hago un esfuerzo brutal para tragar saliva.

-Si mi vida, tranquila, ya estoy aquí, no te preocupes-

No siempre fue AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora