Capítulo 43: Sospechoso

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En ese momento abro los ojos como platos y me doy cuenta de lo que va a hacer, rápido me giro y echo a correr por toda la habitación, me persigue por todos lados y sin saber bien que hacer, me subo a la cama y me pongo de pie.

-¡¡Para!! esto es terreno restringido, no puedes pasar por aquí- le señalo, divertida.

-Oh por favor, para mí no hay nada restringido y menos si se trata de ti- se sube entonces a la cama.

Extiendo mi brazo, para que no se me acerque y me muevo despacito hacia un lado, éste hace lo mismo, cuando apenas han pasado unos segundos, no sé cuantas vueltas en círculos hemos dado sobre la cama.

-Oh vamos Eli, que tengo hambre-

-Y yo, sólo tienes que bajar tú primero y ya está-

-Mira sabes qué, me he aburrido de este juego, voy a terminar ya la partida- dice muy seguro de si mismo.

A continuación, con un sólo movimiento me coje de la mano para tirar de mí hacia él, consiguiendo meter un pie entre mis piernas en forma de enganche y tumbarme finalmente en la cama, acto seguido se me echa encima mío, aplastándome de nuevo con su cuerpo y llevando mis manos con las suyas por encima de mi cabeza, empieza a besarme sin previo aviso y yo me deleito con sus tiernos y suaves besos, saboreando bien cada uno, mientras David parece hacer lo exacto conmigo, al cabo de unos segundos nos separamos.

-Esta bien, ganas tú... pero porque tengo hambre y porque ahora sé que no llevas nada debajo de la camiseta-

Abro la boca y le pego un guantazo en el brazo: -serás cerdo-

Se empieza a reír, mientras se levanta y va saliendo de la habitación.

-Muy gracioso- le digo seria mientras bajamos al piso de abajo.

-Oh vamos, me quieres y lo sabes-

-Ya claro, no se lo crea mucho señor Garrett- le digo todavía medio molesta entrando en la cocina.

-Bueno, ¿y que me vas a preparar de desayuno?- dice tan campante sentándose en los taburetes de la cocina.

-¡¿Oye?!- le miro con mi ceño fruncido.

Se ríe y dice: -Valee, era broma, ¿que quieres comer?-

-Mmm ¿unas tortitas?- le pongo cara de pena.

-Venga vale, vamos a hacerle unas tortitas a mi chica- me dice levantándose de nuevo.

Le guío a donde están las cosas y todo lo que necesita para hacerlas, me encanta tener mi propio chef, tener a un chico semidesnudo en tu cocina y que encima te cocine, es la gloria. No sé en que momento terminé yo encima de la encimera, con David entre mis piernas y nuestros cuerpos llenos de harina, pero eso es otra historia. Ahora que acabamos de desayunar le propongo que ya que tengo la casa sola todo el día, que si quiere quedarse y así poder pasar mas tiempo juntos.

Me va a responder cuando en ese momento suena mi móvil, anunciando una llamada, lo cojo para contestar y veo que es mi hermano.

<<¡Jason! cuánto tiempo, ¿que tal estás?<<

>>Hola, hermanita, bien, bien ¿y tu que tal? ¿que tal las cosas en casa con papá y mamá?>>

<<Pues bien, como siempre sin cambio alguno<<

>>¿Y ya les has presentado a mi cuñado? que por cierto haber cuando me lo presentas a mí, que todavía no te he dado mi visto bueno eh>>

<<¿Perdona? no sé de lo que me estás hablando, yo no estoy saliendo con nadie<<

Le respondo y en esos momentos David me mira serio y alertado, cosa que hace que me tenga que aguantar un poco la risa.

No siempre fue AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora