Capítulo 4: Trabajo a dos

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El lunes por la mañana, decido llegar lo más pronto que pueda a clase, sentarme en mi sitio e intentar ignorar lo más posible a David, tengo que centrarme en mis estudios y no en alguien que tiene cambios de humor continuamente, no puedo dejar que sus miradas y su perfecta sonrisa me distraigan; <enserio, Elizabeth esas son cosas superficiales, así que tu pasa ya del tema> me digo a mi misma mentalmente en modo mantra unas cuantas veces, antes de entrar al edificio.

Así que, una vez,  he ido a mi taquilla a coger unas cosas que necesito, entro a clase y lo primero que veo es a él, solo y sentado en su sitio con una posición de lo más relajada y mirando a su móvil, y yo no puedo creer que él, justamente él, este aquí tan pronto en clase. Ruedo mis ojos hacia arriba en modo resignación, pero entonces recuerdo en ese instante que no sé si llegar a pedirle perdón, disculparme por lo que le había dicho el otro día cuando coincidimos en el restaurante y que por lo visto por su actitud parecía que le había sentado un poco mal, haciéndome sentir de alguna manera culpable por si lo había juzgado demasiado rápido. Sin embargo, sin pensármelo mucho me voy derecho a mi sitio.

Saco mis cosas y mis apuntes y decido echarles un vistazo para distraerme de su presencia, pero mi cabeza no para de darle vueltas, una y otra vez de la conversación que tuvimos, así que decido mejor ser valiente y disculparme con él.

Me aclaro un poco la garganta y pienso en que decirle, pero las palabras no me salen, no se bien por dónde empezar, así que decido no darle más rodeos al asunto:

-Eh, hola, este... quería disculparme un poco por lo que te dije el otro día en el restaurante, yo...- pero como veo que no levanta la cabeza de la pantalla y sigue ahí jugando con el móvil, le digo en tono ya más alto:

-¡Perdona! ¿me estas escuchando lo que te estoy diciendo?-

-¿Mm?- levanta la cabeza sin más -eh si si claro, no te preocupes todo esta bien- dice como si le diera igual y sigue jugando con su móvil.

Pero bueno, lo de este chico es impresionante, osea, le intento pedir perdón y todo y encima él va y me ignora como si nada. Como siento que me empieza a hervir la sangre, por su actitud tan desagradecida, si se le puede llamar así, decido respirar hondo y mejor irme al servicio un momento a beber agua, antes de que empiece la clase.

En cuanto me levanto, un brazo me detiene.

-Eh, espera ¿a dónde vas? era broma, tampoco era para que te pusieras asi-

Vuelve a poner cara de todo me da igual, haciéndome ver que sus disculpas no parecen tan sinceras, así que, con más razón me suelto de su agarre y me dirijo hacia la puerta, pero él es mas rápido y se pone delante de la puerta impidiéndome salir.

-¿Que haces? ¿estas loco?-

-No, es solo que bueno... a ver... -mira hacia todos lados como sin saber bien que decir - perdona ¿vale? y lo digo enserio, y olvida ya lo del sábado, ¿te parece?- se encoge entonces de hombros.

Esta vez sus palabras parecen del todo sinceras, mi cuerpo decide relajarse, pero igualmente me gustaría ir al servicio.

-Vale- le hago una media sonrisa e intento salir, pero su cuerpo me lo sigue impidiendo.

-¿Este... me dejarás salir algún día? quiero ir al servicio- nótese mi tono condescendiente para evitar mostrar de nuevo mi enfado.

-Oh, si, si claro- se aparta en ese momento como dudando.

Prefiero no hacerle mas caso y me voy rápido al baño antes de que llegue el profesor. Cuando vuelvo a clase ya han llegado algunos compañeros pero el profesor sigue sin venir, <que raro> pienso en ese instante, cuando voy hacia mi mesa, David sigue jugando con el móvil, pero en cuanto me siento en mi silla, guarda su móvil en el bolsillo de su chaqueta y se dirige a mi. 

No siempre fue AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora