Capitulo 40: Bienvenida

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Nada mas llegar a la habitación, toco su puerta y entro, lo primero que veo es la cama vacía y hecha, cosa que hace que me asuste por un momento pensando que ya salió del hospital pero enseguida sale él del baño y me ve; nada mas hacerlo viene hacia a mi con una sonrisa y me acribilla a besos.

-David para- le digo un poco molesta todavía.

-Ya, ya lo sé, soy un idiota, pero un idiota que te adora y no puede vivir sin ti- me dice mirándome a los ojos y con su mano buena colocándola a un lado de mi cara, haciendo un gesto de cariño.

-Pues si- le digo con mi ceño fruncido e intentando no derretirme en su mano.

Me mira dulcemente y pega su frente con la mía -de verdad, gracias por estar conmigo, y por todo lo que has hecho en estas semanas, sé que puedo llegar a ser muy difícil a veces- me dice todavía en la misma posición.

-Yo..- voy a contestarle cuando me calla con sus labios.

Le devuelvo el beso y pronto su mano deja mi cara para pasearse por todo mi cuerpo llevándola hasta mi cintura y así estrecharme mas hacia su cuerpo como puede, mis brazos van directo a abrazarle por el cuello y como podemos nos abrazamos para estar juntos lo máximo posible con su cabestrillo de por medio. Tras un largo minuto nos separamos.

-Jooder...no sabes cuanto necesitaba un beso como ese- me dice todavía muy cerca de mi boca.

En ese momento creo que me sonrojo un poco y le digo: -ya...y yo- la verdad no puedo pensar en nada más, mas que en ese beso que nos acabamos de dar y que tanto echaba de menos.

Me sonríe de medio lado y me deposita un suave y corto beso, en ese momento entra el doctor a la habitación.

Mientras mira su informe, nos dice: -bueno David, dado que veo que estas bien acompañado...-me mira entonces a mí, haciendo que me sonroje un poco- te acabo de firmar el alta, así que ya te puedes ir a casa-

-Genial, gracias Doctor- le dice David con una sonrisa triunfante de poder salir por fin.

El doctor Martin se va dejándonos solos de nuevo, le ayudo a recoger sus ultimas cosas y nos dirigimos al aparcamiento de abajo del hospital donde he dejado el coche, cuando estamos dentro sentados le pregunto.

-Bueno ¿a donde quieres que te lleve?-

-A tu cama- dice sin mas.

Abro los ojos como platos y le suelto: -¡¿queee?!- me río y le digo: -David, enserio- suelto un suspiro rodando mis ojos.

-Valee, pues vamos a mi cama- se encoje de hombros con indiferencia.

Me río de nuevo ante su comentario inapropiado, pero típico de él.

-David no vas a ir a ninguna cama, por lo menos no a una, donde estemos los dos juntos- le digo arrancando el coche.

Ahora es él quien me mira como si hubiera visto un fantasma: -¡¿sabes cuanto tiempo ha pasado ya?!-

Me vuelvo a reír y niego con la cabeza, mientras me dirijo a su casa.

-David acabas de salir del hospital, estas loco, no voy a hacer nada que te perjudique así que no insistas-

-¡Diooss! ¿y quién ha dicho que eso me va a perjudicar? Al contrario amor me va a favorecer mucho en la recuperación- dice esto ultimo en plan macho alfa, levantando sus cejas.

-Ya..ya...ya, no insistas, además te recuerdo que todavía tienes un brazo escayolado- le sonrío irónicamente -NO-

Suspira resignado y sabe que esta vez las tiene de perder. Al cabo de veinte minutos llegamos a su casa, aparco al frente y le ayudo de sacar la mochila que tiene en el maletero.

No siempre fue AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora