Capítulo 55: Unidos de nuevo

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Cuando llegué a mi casa hace una hora, obviamente no había nadie, ya que mis padres estaban trabajando, asi que, aproveché para estar sola en casa e intentar relajarme, pero el recuerdo de las últimas palabras de David y su mirada, no me dejaban en paz, era un constante de imágenes reproduciéndose en mi cabeza una y otra vez, taladrando a mi pobre corazón sin descanso alguno, en algún momento de tanto llorar me quedé dormida, en el sofá del salón y es ahora como el timbre de casa, sonando repetidamente varias veces, me ha despertado de malas maneras. <¿Quién está timbrando varias veces? ¿porque lo hace? ¿y quién puede ser a estas horas?>.

Me dirijo a abrir la puerta, casi sin preguntar, cuando escucho a alguien de afuera llamándome constantemente, no puede ser quién creo que es, enseguida con más ansias me apresuro a abrir. En cuanto lo veo, mi corazón se para en seco, no puedo creer que esté aquí, él, justamente él, a quién menos esperaba, pero a quién más deseaba ver cuanto antes, esto es una locura, pero no puedo estar mas sorprendida y más feliz en estos momentos de tenerlo en frente de mi.

-¡¡Jaasoooonnn!! ¡Oh por favor, no me puedo creer que estés aquí!-

Su aspecto es mas desaliñado, de lo normal, parece que hubiera venido casi de la guerra, pero no me importa, corro a abrazarlo fuertemente y él a mi, me devuelve el abrazo con la misma intensidad. 

-¡Eliii! ¡joder que suerte que hayas estado ahora en casa! no tenía las llaves y no sabía bien, cómo iba  a hacer para entrar, sobretodo porque a mamá no le gusta dejar la puerta atrás de la cocina abierta-

Le cojo su cara entre mis manos y me emociono de saber que está vivo y salvo, aquí justo a mi lado, mi hermano pequeño, mi niño.

-Oh no llores, vamos, que ya estoy aquí, tranquila-

Me abraza de nuevo y no puedo evitar descargar toda la angustia que pasé por él.

-Venga, ehaa ehaa- me dice como a los niños pequeños, haciendo mas cómico el momento y dándome palmaditas en la espalda, haciéndome reír finalmente.

-Eres tonto- le digo entre risas y lágrimas todavía rodando por mi cara.

-Venga pasemos a casa ya, que no quiero que los vecinos me pillen con estas fachas y luego se lo anden contando todo a papá y a mamá-

Asiento con la cabeza y pasamos adentro.

Una vez ha ido a darse una buena ducha y ponerse cómodo, nos sentamos en el sofá del salón y le digo que me lo cuente todo con lujo de detalles, estoy tan contenta de ver a mi hermano de nuevo, que lo de David, aunque se siente el pinchazo en el corazón o adentro en el pecho doliendo, ha pasado a un segundo plano y ensombrecido por la alegría tan grande de saber que esta sano y salvo y le tengo aquí a mi lado y gracias a Dios, no le pasó nada malo.

-Pues a ver, es una historia muuuy larga, pero básicamente se resume en que esa gente, quisieron hacerme encargos cada vez mas pesados, yo me negué, ellos me secuestraron -en ese momento me quedo con la boca abierta -y logré escapar de alguna manera, no me preguntes como, porque ni yo mismo lo sé, fue todo muy caótico-

-Pero, a ver, espera, espera, primero ¿cómo que te secuestraron? ¿de verdad? ¿y te hicieron daño Jason? ¿y en que momento llegó tu cartera al mar?-

-Oh si, ¡la cartera! ¿dime que la tienes hermanita?-

-Oh claro, espera que la policía de Los Ángeles, me la enviaron por Correo Express, ¡Jason porfavor!-

Me mira un poco con cara de pena y dice esto más para él que para mi: -la voy a echar de menos, le tenía mucho cariño a esa cartera-

-Bueno ¿yyyyy?- le pregunto insistente.

No siempre fue AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora