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|02|Otra vez tú

Luisa se encontraba sentada en la cama de Mirabel, entretenida en su celular; solo deslizaba su dedo entre las múltiples redes sociales en lo que espera que Isabella terminara de rizar todo el desastre que tenía su hermanita con su cabello. Ninguna estaba emocionada de ir al evento. Ellas no tenían buena relación con ninguno de los miembros de la familia de Alma. La mujer era muy conservadora y por no decir que una de sus nietas era una chismosa nivel profesional. Así que tienen que tener cuidado con todo lo que dicen, hay cosas que las meterían en aprietos, como:

–Creo que tienes que actuar lo menos lesbiana que puedas durante la cena –trato de bromear Luisa aunque era imposible al sentirse tan avergonzada con el vestido de escote que eligió su madre para ella.

Isabella la miro con el ceño fruncido y molesta la apunto con la rizadora caliente.

–Y tú podrías dejar de mirar al asistente de Alma como una adolecente con las hormonas alborotadas.

Sonrió triunfadora al ver lo rojo que se puso su hermana llegando a pintar la punta de sus orejas de un intenso carmín. Mirabel abrió los ojos con sorpresa y miro a Luisa.

–Un momento, ¿Te gusta Arturo?

Isabella rio ante lo despistada que era Mirabel para no notar como su hermana babeaba por el joven asistente. A pesar de que las dos mayores ya no vivían con sus padres, ellas se llevaban así cada vez que se reunían. Podían pelear a menudo, pero era algo ya parte de ellas. Las tres dejaron de pelear al escuchar como la perilla de la puerta giraba, al abrirse la puerta se mostró la imagen de una angustiada Julieta vestida elegantemente. Sus hijas se preocuparon ante su expresión ella era la más calmada de toda la familia casi nunca se le miraba inquieta o nerviosa. Pero su expresión rápidamente cambio al ver lo hermosa que estaban las tres, sonrió con dulzura para después decir con el mismo tono tranquilo de siempre:

–Sí, Alma llega a molestarlas no duden en avisarme. Por favor no la provoquen –miro a Mirabel con melancolía–, en especial tu cariño, sabes que por alguna razón ella no quiere verte. No después de lo que provocaste en su boda.

Mirabel bajo la mirada, de todas ellas era a la que la esposa de su abuelo no la soporta ni viéndola en una pintura. Toda la otra familia la tomaban como una rara e inservible, como todos lados. Julieta al verla deprimida se acercó a ella y la tomo del mentón con delicadeza para que la viera.

–Alégrate, mi vida, volverás a ver a Camilo después de años –le sonrió–. Ustedes eran inseparables en su niñez.

Mirabel le sonrió con tristeza, aunque por dentro escuchar eso la ponía incomoda. Suspiro intentando calmar sus nervios.

[...]

Mientras tanto en la gran mansión de los gran Madrigal. Una pelirroja quien vestía con un hermoso vestido de tonos cálidos, accesorios de oro y su hermoso y largo cabello sujetado en una coleta alta, golpeaba con fuerza la puerta anaranjada. Estaba furiosa como alterada de que todo fuera perfecto para el menor de sus hijos. Solo había un pequeño –por no decir gran– problema era que el idiota de su hijo del medio no mostraba signos de querer salir de su habitación.

–¡Camilo Madrigal García mas te vale salir ahora mismo o le digo a uno de los empleados que derribe la puerta! –exclamo irritada. Ya no le importaba si su madre la regañaba por alterarse y gritar en medio del pasillo estaba harta del comportamiento de Camilo.

Dio un paso hacia atrás, con sus brazos cruzados sobre su pecho y constantemente pisoteando el suelo en espera que el joven saliera. Y eso hizo de muy mala gana. Vestido formal como siempre miro a su madre sin mucho interés.

–¿Por qué tengo que hacer estas cosas?

Se mostraba irritado al igual que ella. Los eventos de la abuela era un dolor de cabeza como llenas de hipocresía y avaricia, pero debería estar ya acostumbrado a ellas, lleva en el mundo de la industria desde que era un recién nacido. Incluso su madre llego actuar aun estando embarazada de él o de sus demás hermanos. Suspiro y tomo una chaqueta amarilla pálida de uno de los muebles al costado de la puerta de su recamara.

–Sabes que es más por negocio –ella se acercó para ayudarlo con el nudo de su corbata anaranjada–, varios productores y directivos asistirán. La abuela quiere mostrarte...

–Como su producto –la interrumpió cansado.

Pepa suspiro y se alejó de él al terminar.

–No eres un producto, papito. Es por el bien de la familia –intento sonreírle, pero Camilo chasqueo la lengua.

La pelirroja desvió la mirada al ver como él se alejaba del pasillo ocultando sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de vestir.

–Pero mira el lado positivo, Mirabel vendrá y podrán convivir como los viejos tiempos –comento ella intentando subirle los ánimos.

Camilo paro de repente sus pasos al escucharla; sintió un escalofrió recorrer su espalda. No la miro solo sintió más molestia saber que la nieta del esposo de su abuela asistiría solo para arruinar la cena de su hermano. Apretó los puños dentro de su pantalón y son mostrar ninguna emoción se alejó. Él era un buen actor, de los mejores de su edad, pero ahora tendría que actuar el mejor papel de su vida si quería que su hermano disfrutara su cena.

[...]

Mirabel suspiro al momento de bajar de la vieja camioneta de su familia. Reluciendo un magnifico vestido azul rey con adornos negros y su cabellera suelta adornada de detalles de flores de no me olvides. Se sentía nerviosa al ver de nuevo tal construcción enorme y colorida, con jardines que parecieran pertenecientes a un palacio de cuentos de hadas. A veces pensaba que se fijó una mujer tan excéntrica como Alma en un hombre tan humilde y común como su abuelo. Por otro lado sus padres se mostraban intimidados al bajar de su camioneta mientras puros autos modernos y prestigiosos estaban estacionados en frente de Casita.

La familia camino hacia la entrada, Julieta suspiro aliviada al ver a su gemelo hablar por teléfono en la puerta principal. Era obvio que ella no quería estar sola en un evento donde ella ni su familia pertenecen. Bruno al verlos colgó la llamada sin importarle que tan urgente era. Se acomodó su traje y bajo rápido de las escaleras principales para auxiliar a su hermana. Iba a ser una noche difícil al igual que incomoda. Julieta y Bruno se abrazaron mientras que en los pisos superiores de la mansión, Camilo y sus hermanos miraban con seriedad a la otra familia Madrigal. Dolores la mayor de todos solo suspiro molesta cerrando la cortina mientras dejaba salir un gruñido al ver a Isabella tan calmada. Antonio el menor de los tres solo mostro indiferencia antes de irse detrás de su hermana mientras que Camilo miro atentamente a Mirabel Madrigal. Cinco años sin verse y tiene el descaro de aparecer en su casa.

Gruñó al igual que su hermana, pero se mantuvo sereno y serio. Al fin de cuentas solo será una noche y espera no volverse a encontrarla.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora