||SESENTA Y CINCO||

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|65|Deja que se callen: Hasta el final (Ultima parte)

La paciencia se le agotaba, sus manos temblaban a par que comenzaba a sudar; sabía que Mirabel estaba del otro lado de las enormes puertas lista para ir con él. Limpio sus manos en su pantalón, se encontraba a casi nada de ir con Hiro a que le diera lo que quedaba de alcohol. ¿Por qué su boda era mucho más difícil que actuar?

Observo a su madre, sintiéndose un poco más calmado al ver su pequeña y lucida sonrisa en su rostro, Antonio estaba a su lado tomando con firmeza su mano, cuidándola de cualquier mal. Por otro lado su abuela Alma se encontraba –como siempre– con una postura firme al igual que serena sentada al lado izquierdo de un sonriente y animado Pedro mientras que sus otros abuelos lo miraban con una gran sonrisa de orgullo, su abuela abrazaba contra su pecho una vieja foto de su padre, Félix, aquel detalle lo lleno de emoción. Fue un golpe duro saber que él no lo vera casarse con la mujer de su vida. Él le hubiera aconsejado como tratar a una mujer o como hacerla feliz como él lo hacía con su madre. Y de la nada, la imagen de su "hermano" vino a su mente. Nunca conoció a Matías de fondo, ahora entendía porque lo repudiaba, si hubiera tenido una foto suya o algo significativo, podría también estar presente.

Los músicos comenzaron a tocar; logrando que se sobresaltara y los nervios volvieran a invadirlo al igual que la ansiedad. Malditos nervios, pensó. La música clásica de los músicos que contrato Miguel, junto con la hermana de él tocando el violín, iniciaban con la característica canción de bodas, tratando de mantenerse calmado giro su vista hacia Hiro quien solo sonrió con burla, se divertía con su sufrimiento. No era el único, atrás de él, Bruno sonreía al verlo nervioso por primera vez en su vida. ¿Y cómo no iba a estarlo? Que al momento en que las puertas se abrieron sintió su pobre corazón casi parar del susto.

–Mierda –musitó para sí mismo al darse cuenta que era hora.

Cerró sus ojos y respiro profundo de nuevo, una sonrisa titubeante apareció en sus labios cuando los gemelos Rivera entraron a escena con sus trajecitos de charro, juntos caminaron por el pasillo deteniéndose cada cierto números de pasitos para agacharse y tirar a una muy corta distancia los pétalos secos. Muchos rieron de ternura y otro solo sonrió ante la gran sonrisa de los niños porque creían que hacían un excelente trabajo. El papá de ellos no perdió tiempo en sacar su teléfono para grabarlos.

Y justo después de ellos aparecieron las damas sujetadas del brazo de sus acompañantes; Teresa y Luca encabezaban la fila –más que nada por ser los más bajos de estatura–, ambos le sonrieron a Camilo y él le devolvió el gesto. Su mirada pareció sorprenderse al notar que su hermana furiosa sostenía el brazo de un calmado Mariano, no alego o la miro, quería seguir vivo para cuando apareciera su amada, después de ellos se acercó Isabella; quien arrastraba a un pobre hombre sonrojado mas no poder y por último los más altos Arturo y Luisa, el primero se encontraba consolando a su novia que no aguanto la emoción de ver a su hermanita a punto de casarse. Camilo compartió una mirada y sonrisa con su amigo. Lo mejor llego; con un hermoso y sencillo vestido de novia, su cabello oscuro adornado de flora muerta y viva de tonalidades amarillas y azules, con adornos dorados semejantes mariposas y un maquillaje natural que combinaba a la perfección con la joyería de su familia. Mirabel se veía esplendida, con aquella sonrisa que le robo el corazón desde hace mucho, sostenía su ramo de girasoles y hortensias azules mientras caminaba sujetada de los brazos de Miguel y Alberto. Y como si en verdad fuera un ángel los colores del atardecer de afuera se colaban a la iglesia para iluminar su figura y hacerla ver más celestial de que era antes.

Sus manos ocultas detrás de su espalda comenzaron a temblar, sus ojos querían llorar ante la magnífica imagen de la mujer que sería su esposa esa misma tarde. Ella no se quedaba atrás; caminaba hacia él sin perder la mirada de sus ojos, con una sonrisa nerviosa como emocionada. Ambos querían llorar por no creer que en verdad está pasando. Después de tanto, ahora unirían sus vidas.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora