||EXTRA 3||

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[ULTIMO EXTRA]

|Extra 3|La favorita

Mirabel se balanceaba dulcemente en la mecedora, era más de las nueve de la noche y ella se encontraba amamantando con una pequeña sonrisa a su recién nacida; Marcela Madrigal. Con tan solo cuatro días de nacida la pequeña lleno de alegría a sus abuelos y tíos. ¿Quién gano la apuesta? Para sorpresa de todos fue Bruno, al atinar que la bebé se parecerá más a uno de sus abuelos que a sus propios padres. Todos le pagaron a regañadientes, en especial Agustín que tenía la esperanza que ultrasonido fuera un fallo y en verdad naciera un niño, pero no. Marcela nació, demasiado parecida a su abuela materna; Julieta. Era tal parecido que Bruno saco de un viejo álbum de fotos una fotografía de su gemela recién nacida y era tal que hizo llorar a la mujer.

Piel morena, cabello castaño oscuro casi llegando a negro y unos ojos decaídos. Hasta la misma nariz tenia de su abuela que lo único que saco de Camilo fue un lunar en la parte baja de su espalda y ya. La bebé era incluso más tranquila que Roció, que al momento de nacer casi le saca un infarto a ella y su esposo al no escucharla llorar. Ella nació sana y salva.

Mirabel sonrió al ver a su nuevo angelito comer de su pecho tanta tranquilidad, usando un pelele azul verdoso con figuritas de rana en ellas. El sentimiento le llego al recordar cuando tuvo a cada una de sus hijas que...

–¿Quién es tu favorita? –una pregunta inesperada la hizo salir de sus pensamientos al escuchar la voz berrinchuda de la pequeña pelirroja.

Dejo de ver a la bebé para encontrarse con la delgada y pequeña figura de Elena parada con el ceño fruncido bajo el umbral de la puerta de la habitación de Roció y Marcela, ella la miraba con seriedad. Portaba su "pijama" que solo consistía en una camiseta negra y grande que cubría hasta sus rodillas, en el pecho tenía el logo de la banda Queen. Su banda preferida desde que Isabella se la enseño. Aparte que en sus pies tenía unas pantuflas en forma de salamandra azul.

–¿Qué? –exclamó extrañada.

–¿Quién es tu hija favorita? –volvió a preguntar con tanta seriedad.

–¿Favorita? Tu padre y yo no tenemos favoritos. Las amamos a las cuatro por igual.

–¡Es mentira! –de repente apareció una desarreglada Dalia haciendo un puchero que era idéntico a los que hacia Camilo.

Portando un pijama simple que solo eran unos shorts blancos cómodos con el estampado de luciérnagas y una camiseta blanca con el dibujo de una carita feliz. Su cabello largo oscuro se encontraba hecho un desastre como el de Elena.

–¡La favorita de papá es Roció! –volvió hablar esta vez con molestia.

Las miro a ambas desconcertada, ellas seguían esperando una respuesta. Mirabel suspiro, quito su pecho de la boca de Marce, la bebé solo bostezo y parpadeo un par de veces; se estaba quedando dormida. Coloco un trapo en su hombro antes de colocar sobre él y darle un par de palmaditas para hacerla eructar, sentía las miradas fulminantes de las mayores.

–A veces odio que sean tan insistente como su padre –exclamó ella rendida–. Cariño, eso es mentira, además saben bien que Rocío es una bebé que necesita atención al igual que Marce. Su padre las ama por igual.

–Papá le compro ropa a juego a juego –atacó Dalia.

–Y siempre se la pasa pegada a ella cuando llega. A nosotras nos ignoran –exclamó entre lágrimas Elena–. ¿Ya nos remplazaron? ¿Ya no somos tus princesas?

Mirabel rio con ternura, con sumo cuidado se levantó de su mecedora con la bebé aun apoyada en su hombro y camino despacio hacia ella. El dolor del parto aun la mataba al caminar. De cierta manera, verlas así, buscando su cariño sobre sus hermanas, les recordaba a Antonio; él había cambiado con los años era un poco más abierto con la gente, pero las cosas no cambiaban con tanta facilidad, prefería dedicarse a su trabajo en la televisión o sus campañas de protección animal, pero desde que nació Dalia trataba a todos sus sobrinos por igual dándoles una pequeña porción de cariño que él deseo de niño. Camilo trato de reunirlo más pero al igual que Dolores preferían dedicarse a la descendencia de la abuela que jugar a la casita feliz. A pesar de todo, los tres hermanos se reúnen todas las mañanas para salir a pasear con su madre. El secreto de la indiferencia y los nulos sentimientos de Pepa hacia el menor de sus hijos quedo entre Camilo y Dolores. Querían que Antonio se sienta unido de lugar de apartarlo como años atrás.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora