||SIETE||

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|07|Oportunidad

A altas horas de la noche, las tres hermanas habían llegado a un Burger King algo alejado de donde vivían era el único restaurante de veinticuatro horas de la ciudad. Al entrar n lo que Luisa se encargaba de ir por las órdenes, Mirabel no paraba de mirar con una expresión extrañada a su hermana mayor; estaba más sonriente de lo normal y eso la asustaba. Ambas dejaron los cascos de la motocicleta sobre la mesa y tomaron asientos una frente a la otra, pero Isabella no paraba de ver con esa maldita sonrisa a Luisa.

–¿Ahora qué hiciste, Isabella? –pregunto cansada a la vez que seria.

La morena reacciono al ver que no pudo controlar su emoción y miro a su hermanita con alegría.

–Ok, ok, te lo diré, pero no le digas a Luisa –susurro mirando discretamente a la del medio entretenida con la empleada con cara que odia su trabajo.

Ambas se acercaron apoyándose sobre la mesa del lugar. Isabella no paraba de ver de vez en cuando a la otra esperando que no las descubriera.

–Cuando fue la fiesta de Antonio, le pedí su número a Arturo a escondidas de Luisa y lo invite a comer con nosotras, no tarda en venir –exclamo soltando un chillido emocionado.

Mirabel abrió su mirada con sorpresa, pero aun así también se emocionó.

–¿Cómo lograste que te lo diera? –pregunto volviendo a sentarse en su lugar– Él es muy reservado.

Isabella sonrió coqueta y movió su cabello como si de un comercial de shampoo se tratara.

–Tengo mis encantos –respondió mientras ajustaba el escote de su camisa.

Mirabel la miro con la ceja arqueada, a lo que ella solo resoplo y se dejo caer en su asiento despreocupadamente.

–Eres una aguafiestas, ¿Lo sabes?

–Me lo has dicho toda mi vida –respondió rodeando su mirada con fastidio, recibiendo una risa burlona como respuesta.

–Tuve que decirle que era para ayudarlo a pedirle una cita a Luisa y...–chasqueo los dedos– boom me lo dio, sin decirme nada más. Es obvio que le gusta.

Ambas miraron a su hermana; ella era la mejor de las tres y a pesar de siempre estar estresada la mayor parte de su juventud. Luisa siempre estaba ahí para ellas y que mejor manera de devolverle todo ese cariño que obligándole a que le hablara a su crush de años. Luisa regresaba con una bandeja con los pedidos y unos refrescos. Tomo asiento a lado de Mirabel y dejo salir un suspiro pesado para después mirar con cansancio a la mayor de las tres.

–Ahora me dirás porque se te antojo una hamburguesa en plena medianoche.

–¿Qué? –exclamo como si nada en lo que tomaba su refresco– Tenia hambre y tú me quieres –hizo una mirada tierna al mismo tiempo que bebía de su bebida a lo que la del medio soltó un leve quejido de frustración.

Mirabel no pudo evitar reírse levemente no quería arruinar la sorpresa y más porque sabía que Luisa saldría corriendo si se entera que Arturo vendría a verla. Agarro una de las hamburguesas la desenvolvió con calma mientras escuchaba la pelea entre las otras dos. A veces se comportaban como unas completas niñas pequeñas a pesar que Isabella estaba casi llegando a los treinta y Luisa hace poco que cumplió los veinticinco.

Las tres comenzaron a comer tranquilamente. Luisa aprovecho para revisar sus redes sociales, ella cuidaba mucho su dieta así que no pidió nada para ella. Simplemente quería pasar tiempo con sus hermanas. Ellas nunca fueron unidas en su niñez, fue cuando surgió la gran pelea entre las dos familias hace cinco años que su relación poco a poco comenzó a fortalecerse al punto de ser inseparables. No fue hasta que Isabella pateo la rodilla de Mirabel debajo de la mesa. Ella la miro molesta, pero rápidamente se calmó al ver como su hermana apuntaba con la mirada el enorme ventanal detrás de ella. Entendió la indirecta y disimuladamente giro hacia atrás sonriendo con ternura al ver al hombre nervioso bajando del auto con un pequeño ramo de claveles rojos. Venía bien vestido sin importar que Isabella le aclaro que estarían en un Burger King, pero rápidamente su sonrisa se borró al ver como también del auto bajaba Camilo y le decía algo Arturo con una expresión seria. Él vestía con una sudadera gris y un gorro para pasar desapercibido, pero ella lo reconoció de primera, lo conocía mejor que nadie.

No fue hasta que él noto que ella lo miraba cuando también se quedó mirándola sorprendido, como si no se esperaba verla allí. Arturo al ver que Camilo se calló de repente giro su vista hacia donde él mirada; encontrándose con una Mirabel sorprendida y una Isabella que lo amenazaba con la mirada si no se atrevía a entrar. Se pudo ver como el asistente trago saliva y se armó de valor para continuar, llevándose arrastrando a Camilo consigo. Ambos entraron sin hacer mucho ruido para no ayuntar a su amada. Isabella se paró de repente, llamando la atención de Luisa que la miro raro. La mayor se puso nerviosa y compartió miradas con Mirabel, pero no sabía qué hacer.

–Necesito ir al baño, mi sostén se rompió –exclamo con lo primero que se le vino a la mente–. Mirabel, ayúdame.

–Iré yo también.

–¡NO! –le gritaron ambas hermanas evitando que ella se parase.

–¿Qué mierda les pasa? –pregunto mirándolas extrañada.

–¡Estas cansada! –comento Mirabel comenzando a ponerse nerviosa.

–¡Sí! ¡Tú espéranos aquí, mujer! –la amenazo con el dedo– ¡Siempre estás ahí para nosotras, podemos arreglar mi sostén sin ti!

Mirabel sintió vergüenza al ver como algunos empleados se asomaban solo para ver el "accidente" de su clienta mientras que su hermana las miraba como si estuvieran locas. Las dos escaparon tomando los cascos de la motocicleta antes de que ella las interrogara. Llegaron a donde estaban Camilo y Arturo. El actor le daba ánimos, aunque no podía evitar compartir una que otra mirada con Mirabel; quien le sonreía nerviosa ante los recuerdos de la última vez que se vieron.

–Más te vale que la cuides o te castro –lo amenazo furiosa Isabella con su puño.

Arturo respiro hondo y miro con seriedad a la morena.

–Luisa es la mujer de mis sueños, yo mismo me golpearía si le hago daño a una mujer como ella –sonrió levemente sonrojado.

Isabella se ablando, cubrió su rostro evitando verse enternecida ante lo dicho por él. Mirabel sonrió con dulzura ante sus palabras sabía que él era un buen hombre para su hermana. Arturo las dejo para acercarse lentamente a la mesa donde estaba su amada; quien al verlo con el ramo de claveles se sonrojo a más no poder ocultando su rostro detrás de sus manos. Giro su mirada hacia donde estaban ellos y sus hermanas solo se encogieron de hombros con una sonrisa, animándola a que aceptara las flores.

–¡Que se joda, cupido! –exclamo la mayor celebrando su triunfo como casamentera.

Los tres salieron del establecimiento para no avergonzarlos, la mayor fue directamente a su motocicleta siendo seguida por su hermana, Mirabel miraba cada rato como Camilo se iba a su auto desinteresado, su misión ya había sido cumplida. Aunque él también la miraba, pero era más discreto que ella.

–Si quieres, puedes ir hablar con él –comento tranquila Isabella mientras montaba su vehículo.

–¿Eh?

–Tú y Camilo eran los mejores amigos antes que nos distanciáramos de su familia, fue injusto para ustedes separarse por los problemas de otro –explico con indiferencia, alzando sus hombros–. Deberían aprovechar que no hay rastros de la abuela o algún paparazzi para volver a ser amigos.

Ella mordió su labio inferior giro a ver a Camilo, sorprendiéndose que él la miraba desde su auto. Suspiro, le entrego el casco a su hermana, agradeciéndoselo en un susurro. La contraria esbozo una risa y se despidió antes de colocarse su casco y encender la motocicleta para irse. Dejándolos solos en medio del estacionamiento vacío. Mirabel respiro hondo y giro su vista hacia él.

Sus ojos se encontraron en medio de la noche, bajo las luces blancas de los faros y sin planearlo se sonrieron avergonzados. No iban a desaprovechar esa extraña oportunidad.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora