Deja que se callen...||Camimira

||TREINTA Y SIETE||

|37|3 Problemas

Le dolía todo; no quería levantarse de su cama sin importar que toda su familia la regañase, se sentía tan cansada como débil. Ya no quería comer ni hablar con nadie. Estaba aterrada como rota. ¿Por qué no lucho por él?

Siempre le repetían la gran diferencia de clases en la que pertenecían, incluso desde que eran niños sus familias se lo recalcaban, a tal punto que ella sabía dentro de su ser que nunca será la mujer que Camilo necesita en su vida. Le dolía tanto, ella quería estar con él, era el único que la hacía sentir tan especial. Ya no le quedaban lágrimas que derramar ni ganas de proseguir en la universidad. No le dirigía la palabra de su familia; cuando la vieron llorar se preocuparon, pero al momento de que les conto su rompimiento se miraban de cierta forma felices y aliviados, eso la rompió a un más. Fue culpa de todos a su alrededor que la tumbaron al abismos de sus demonios.

Ella sabía que nunca sería suficiente para el hombre que amaba...todos se lo recalcaban aun sin darle una oportunidad de demostrar que daría lo que fuera por Camilo.

Escucho como alguien tocaba con suavidad la madera de su puerta, Mirabel solo se envolvió más en las sabanas de su cama queriendo volver a llorar. Camilo nunca la busco, no importaba las largas noches en donde ella miraba su teléfono ansiosa de que él la llamase...quería escuchar su voz de nuevo.

Alguien abrió su puerta y la volvió a cerrar. Ella seguía en vuelta en su propio tormento.

Matías le conto que él estaba entretenido con su trabajo y esquivando a los reporteros ante la noticia, que a pesar de todo caos él estaba más preocupado por Teresa que por ella. No debía sentir celos; la actriz la pasaba mal al ser catalogada como la villana, pero de nuevo sus demonios le recuerdan que no se confiara de ella...a Teresa no le importo acostarse con Alberto sabiendo lo que sufría Luca con sus sentimientos.

No quería malinterpretar las cosas, quería confiar en ambos, pero Camilo ahora está soltero. ¿Qué derecho tenia ella para reclamar la cercanía de ambos? Ella no lucho por él.

La persona que invadió su habitación se mantenía callada, pudo sentir como tomaba asiento en el borde de su cama. No lo miraría, pero sabía quién era. Solo giro su cuerpo para ser abrazada por él. El contrario acaricio con suavidad su cabello y suspiro cansado:

–¿Cómo te sientes? –pregunto en un tono débil sin dejar se acariciar su cabellera de manera fraternal.

Ella salió por fin de su escondite mostrando no solo sus ojos rojos después de tanto llorar, también sus ojeras y su piel más pálida antes. El hombre le dolía ver a su cuñada así, la abrazo con fuerza logrando que Mirabel se rompiera de nuevo. Arturo se había convertido en su hombro donde podía llorar, sabia de su relación, de su ruptura y lo mucho que le duele dejar ir a Camilo. Toda su familia quedo sin palabras al ver al asistente de Alma llegar en plena madrugada con algo de comida y dulces para la joven. Fue el único que mostro compasión, que sin importar que estaba aún sin cruzar palabra con Luisa, él llego para cuidar a su pequeña cuñada. Ganándose el respeto de la familia, respeto que él no buscaba, pero al menos gano lo que más le importa que Luisa se pusiera en su lado para también consolar a su hermana, aunque Mirabel la ignoraba; los hechos mostraban más que las palabras.

–Él te extraña...–murmuro– No quiere admitirlo, pero piensa en ti siempre.

Ella tembló, seguía sin responder. Arturo suspiro y solo se dedicó a consolarla.

[...]

Se encontraba impacientes en la sala de espera, Camilo estaba perdido en sus pensamientos rezando por la salud de su amiga mientras que Alberto golpeaba constantemente el suelo con su pie. Odiaba los hospitales pero cuando Camilo lo llamo por Teresa no dudo en ir ahí. Seguía distante con todos pero ella era su amiga y la apoyaría. Escucharon unos pasos corriendo hacia ellos, al levantar su mirada se encontraron con Miguel y su esposo, cansado y asustados.