||CINCUENTA Y NUEVE||

294 31 24
                                    

|59|Familia Madrigal (parte 2)

–¡¿Qué mierda es esto, Dolores?! ¡Teníamos un jodido trato! –le gritó furioso Matías levantándose de su lugar para ir a confrontar cara a cara a la modelo por tal descarada traición de su parte.

Dolores tembló desde su lugar, observando como todos los hombres trajeados y armados rodeaban el local. Ningún residente hacía nada, ni la policía se atrevía hacer su maldito trabajo por miedo que se tratasen de uno de los carteles de narcos, aunque eso nunca paso en Encanto y ellos vestían muy elegantes como para ser ellos. Eran más como una mafia.

–¿T-tu no los contra-taste? –su voz era temblorosa y su mente estaba en un trance difícil de sacar.

Matías abrió la mirada al escucharla miro a los hombre y gruño con furia al ver a su ex jefe salir de uno de los carros blindado que llegaron tras del primero. Vestido de traje igual que los demás, era la primera vez que no le parecía tan repugnante. Su rostro serio e indiferente, se acercaba a la cafetería siendo seguido por más hombres armados. Parecían un ejército, no podía calcular más de diez de ellos a su alrededor.

No fue hasta que un grito de pánico por parte de Pepa llamo la atención de los tres hermanos. Estaban aterrados que no podían ni sacar sus teléfonos para llamar a alguien. Su cerebro parecía haberse apagado, y más al momento que la puerta se abrió y los pasos de los zapatos de vestir fue lo único que escucharon para después cada hombre fue a sujetar a cada uno de los integrantes de familia. Dolores y Camilo fueron agarrados con fuerza contra el suelo, con las manos fuertemente sujetadas contra su voluntad y con las mejillas pegadas al sucio y descuidado azulejo del local. Camilo quiso ver a su hermana pero ella solo aparto la mirada vulnerable. A Pepa simplemente la abrazaban por la espalda, ella comenzó a hiperventilar y entrar en unos de sus estados de shock. Se veía tan mal. Mientras que a Matías lo colocaron a fuerzas de rodillas contra el suelo con la mirada al frente para que viera a su ex jefe entrar con una postura militar. Él le sonrió, cosa que lo hizo irritar porque nunca conseguiría el miedo en aquel rostro. Sin pensarlo demasiado se acercó a pasos pesados y lo golpeo con fuerzas en su rostro. Matías escupió sangre junto con un pedazo de diente a su costado pero eso no lo detuvo en mirarlo con una sonrisa relajada. Los hombres sacaron de sus ropas cualquier dispositivo o algo que puedan usar en su contra, el hombre que tenía a Dolores no desaprovecho la oportunidad de manosear descaradamente el cuerpo de la mujer, cosa que enfureció a ambos hermanos que intentaban zafarse.

–¡DEJALA! –gritó con rabia Camilo intentando zafarse, tenía lágrimas de impotencia.

Dolores entre lágrimas desvió la mirada. No fue hasta que un disparo los asusto por completo a Camilo y a Pepa, quedándose temblando al ver como el cuerpo del hombre que tocaba a su hermana cae al suelo por un disparo en la cabeza. Aterrado Camilo mira al asesino. La figura de un hombre delgado de traje completamente negro y guantes blancos. No se le lograba ver su rostro gracias al casco negro de una motocicleta. Él apareció en la entrada un con un hilo de humo saliendo de su arma encamino a paso lento al local haciendo que sus zapatos fuera lo único que se lograra escuchar. No hizo falta que diera la orden para que dos hombres tomara el cuerpo del hombre y se lo llevaran afuera, para momentos después volver con el cuerpo de Alberto amarrado de espalda un con un paño en la boca que le impedía hablar. Lanzaron como basura al italiano al suelo. Dolores ahora manchada de sangre de su agresor fue sujetada por otro que mantenía las manos solo en sus muñecas.

El que parecía ser el jefe encamino hacia Matías, hincándose en frente de él para tomarlo con fuerza del mento y levantar la cara, encontrándose con una expresión de aburrimiento. Camilo miraba todo desde su sitio, como lo soltó del mentón para sacar de su pantalón una memoria USB con el adorno de un viejo sol de bronce.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora