||SEIS||

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|06|A mano

Ya era tarde, no faltaría mucho para que los colores cálidos del atardecer inundaran la ciudad. Recargado en la puerta de su propio auto, Camilo revisaba su teléfono sin mucho interés. Portando su un atuendo sin que llamara mucho la atención de la gente y unas gafas de sol oscuras esperaba pacientemente en el estacionamiento de la universidad principal.

–¿Por qué me citaste, Camilo?

Sonrió mostrando sus dientes al escuchar esa voz seria con remarcado acento europeo, se retiró sus gafas del sol colocándolas son su camisa blanca y giro su mirada hacia aquel joven de cabellera castaña oscura ondulada.

Buon pomeriggio, Luca –saludo en un tono burlón tratando de imitar el acento italiano. Lo cual casi le salía a la perfección, cosa que hizo irritar al contrario.

–Ve al punto, Madrigal –gruño cruzándose de brazos, ante la actitud del colombiano.

Camilo sonrió triunfante, ocultando sus manos en los bolsillos de su pantalón y encaminar relajado hacia él.

–Vengo a cobrar el favor que me debes.

Luca abrió ligeramente la mirada, no respondió ni se inmuto, odiaba estar en deuda con el idiota de Madrigal. Ambos habían trabajado juntos en el mundo de la actuación desde que eran infantes, llegando a ir a varios shows de televisión en Europa y Norteamérica. Camilo siguió con su camino en la actuación mientras que Luca decidió retirarse y dedicarse en lo que en verdad ama. Él no estaba interesado en seguir viajando y trabajando, tenía intenciones de irse de nuevo a su amada Italia, pero al final se quedó en Colombia por algo...mejor dicho alguien. Solo cerro los ojos y respiro profundo con intenciones de no golpearlo.

–¿Qué es lo que quieres? –hablo con firmeza y mirándolo con enojo.

–Seré directo; hay una chica en la facultad de diseño de moda –comento tratando de sonar desinteresado, cosa que no se la creyó el contrario y lo miro arqueando la ceja–, necesito que la cuides e investigues sus gustos.

–¿Desde cuándo a ti te interesa una chica?

–Es mi prima –gruño al decir eso; pero prefería mantener a salvo a Mirabel de cualquier chisme que rondara por su culpa–. Solo quiero disculparme con ella por algo que hice –mintió con tanta simpleza, alzando sus hombros despreocupado–, pero si me acerco ella se alejara.

Luca lo miro serio y relajo su postura.

–Supongamos que te creo –exclamo desinteresado haciendo un ademan con la mano–. En pocas palabras me pides que acose a tu prima.

–Sí.

Pellizco el puente de su nariz, cuantas ganas tenía en golpear a Madrigal por las cosas que le pasar. Al ver que él podría rechazar la oferta saco su as bajo la manga.

–Si me ayudas, no solo quedamos a mano –lo miro de forma seria–, hare que le den uno de los papeles principales a Scorfano en la obra que estoy trabajando.

Luca lo miro sorprendido ante lo dicho con ligero sonrojo adornando sus mejillas rosadas ante la propuesta, Camilo sonrió al darle en el blanco. Aunque parecía dudarlo sabía que él aceptaría de inmediato. El italiano desvió la mirada apretando el agarre de la correa de su mochila y suspiro rendido.

–Dime de quien se trata –exclamo en un murmullo, ante el orgullo que estaba perdiendo al aceptar tal estupidez.

La sonrisa de Camilo se agrando y no dudo en sacer su teléfono para mostrarle. Quería recuperarla, sin que nadie lo notase. Quería volver a tener a su fan número uno apoyándolo.

[...]

La noche había llegado a la ciudad, Mirabel terminaba todas sus tareas mientras tenía todo el musical de La La Land reproduciéndose en su viejo celular. Quería tener todo listo para que mañana pudiera acompañar a su tío al teatro. Se sentía nerviosa y emocionada no solo por estar con los actores principales, una parte dentro de ella le emocionaba volver a encontrarse con Camilo tan siquiera verlo actuar.

Giro su mirada al viejo saco del vestuario reposado sobre las sabanas de su cama. Lo había arreglado poco después de que su tío se retiró, la anterior persona que lo había arreglado había hecho un desastre que tuvo que remediar. Sonrió embobada con tan solo imaginarse a Camilo actuando como el principal. Nunca estuvo presente en ninguna de sus obras, por más que ella quería verlo actuar en vivo, jamás logro cumplirlo. Los boletos eran demasiados caros y Alma le negó a Camilo en todas ocasiones que no le daría un boleto para que asistiera –obviamente eso fue mucho antes de que ella los descubriera–. Dejo de prestarle atención a sus deberes para levantarse y dejarse caer de cara contra el colchón de su cama. Estaba exhausta y cansada, la cabeza le dolía de tanto pensar. Quito sus lentes y los dejo sobre mesita de noche.

Dudándolo un poco o no termino tomando el saco del vestuario de Camilo y lo abrazo contra su pecho. Logrando olfatear aquel embriagante aroma de su colonia. Sonrió tiernamente, de nuevo el recuerdo del beso llego a su mente y con este vinieron todos los momentos que vivieron juntos cuando apenas tenían trece años cuando compartieron su primer beso bajo el árbol de jacaranda que tenía el patio de Casita, Camilo le había regalado unas margaritas mal cortadas del jardín, en un intento de ser romántico como los actores con quienes trabaja en las tontas telenovelas. Ambos habían crecido juntos, sus abuelos se casaron cuando solo tenían cinco años querían que ellos se trataran como primos en un intento que la familia se llevara bien.

Por desgracia salió todo lo contrario, las diferencias surgieron a los pocos meses de la unión de ambos mayores junto con las discusiones entre las dos familias Madrigal. La coincidencia en sus apellidos llego a afectar mucho a su familia; varios decían que eran unos buscas fortunas o que se aprovechaban de la riqueza y fama de los gran Madrigal.

No obstante entre medio de todo el caos, Camilo y ella poco a poco comenzaron a experimentar su primer amor. En la escuela él llevaba su mochila y la tomaba de la mano en los pasillos cuando no había nadie, ya que muchos en verdad creían que eran primos. Mirabel no se quedaba atrás y comenzaba a llevarle su almuerzo en un intento de ser una buena novia, como también lo ayudaba con sus tareas y a ensayar sus guiones.

Rio tontamente al recordar que ella se auto proclamo la fan número uno de él y lo peor de todo lo sigue siendo. Miro el saco entre sus brazos y sonrió con melancolía. En verdad le había dolido la distancia que ambos se dieron, terminaron indirectamente al cumplir los diecisiete. Cada uno continúo con su vida, Camilo triunfaba cada vez más mientras que ella seguía en el mismo lugar de siempre. Verlo otra vez le dio, besarlo de nuevo la destruyo y cuando él la detuvo para que no se vaya la mato por dentro.

Estaba a punto de llorar envuelta en las hermosas canciones que aún se reproducían por todo su habitación, pero el golpeteo de algo pequeño contra el cristal su ventana la saco de su tormento. Limpio sus ojos con su puño al escucharlo de nuevo. Tomando rápidamente sus lentes y se levantó de la cama, acercándose desconcertada a la ventana.

Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver estacionado frente a su casa una motocicleta negra que resaltaba bajo la luz artificial del poste luz. Negó con una sonrisa al ver que la conductora noto su presencia, retirándose el casco para liberar su larga y sedosa cabellera oscura, Isabella le sonrió antes de sacar su teléfono del bolsillo de su chaqueta de cuero y encenderlo. Vio que ella escribió algo y luego volvió a fijar su mirada a ella. Justo en el mismo instante que el sonido de una notificación sonó en su teléfono.

Mirabel extrañada lo tomo y desbloqueo la pantalla. Sonriendo al instante de leer el mensaje de su hermana:

《–"Tengo hambre, vamos por una hamburguesa, Luisa invita"》

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora