||SESENTA Y DOS||

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|62|Dejan que se callen: solo tú y yo (parte 2)

–¡¿Cómo se les ocurre casarse mañana?! –exclamó furiosa Isabella desde los asientos traseros y con la mirada concentrada en la pantalla de su teléfono.

Ella "hablaba" –por no decir que les gritaba estérica– a los inútiles empleados de su florería e invernadero, les reclamaba que necesita urgentemente todo lo necesario para adornar el altar y la sala de fiesta; cual se encargarían Luca y Alberto junto con el pastel mientras que la iglesia se encargó Camilo junto con Miguel. Ambos se encargarían de que estuviera disponible y que el padre les dé una plática en la tarde para poder casarlos por la iglesia y el civil. Mirabel quedo encantada al saber que su prometido lucharía para tener la misma iglesia donde se casaron los padres de ella. Luisa se encontraba en el asiento del copiloto investigaba que tipo de peinado y maquillaje combinaría con los colores de las flores de Isabella. Por otro lado Mirabel estaba calmada, ella se encargaría con sus hermanas y Teresa a buscar no solo los vestidos de dama a última hora, también del vestido de ella y la comida.

Sera una boda sencilla, donde solo familiares y amigos asistirán. Aunque la palabra sencillo no está en el vocabulario de las mujeres que le ayudaran.

–Luca es importante para nosotros, nos dolería que no estuviera allí –respondió Mirabel a su pregunta.

Arturo; quien iba conduciendo miro discretamente a la menor de sus cuñadas por el espejo de retrovisor. Él era el único consiente de la doble vida del joven Paguro; al ser el asistente de Alma y la persona más confiable de ella sabía muchos secretos de la familia y su alrededor. Sacar a Camilo de la jerarquía traería más cosas buenas que malas al joven matrimonio.

–Yo creo que es un lindo detalle –dijo él alzando los hombros y volviendo la vista fija en el camino.

–¿Y ustedes para cuándo? –preguntó burlona Isabella bajando de prestar atención a su teléfono al ver que él no la apoyara.

Luisa se sonrojo demasiado y giro su mirada hacia atrás para mirar con odio a la mayor, Isabella sonrió de lado mientras que Mirabel ocultaba su no tan discreta risa detrás de su mano. No fue hasta que la elegante risa del único hombre calmo a las tres hermanas.

–Tal vez dentro de poco, no sé –alzo sus hombros al mismo tiempo que en su rostro tenía una radiante sonrisa que hizo paralizar a la hermana fortachona–, lo que quiera Luisa yo lo cumpliré –voltio por un momento su vista hacia su amada y le sonrió con dulzura–. Por mi nos casamos hoy mismo.

Ella la boca ligeramente mientras que los colores subían drásticamente a colorear su rostro de un intenso carmín. La pobre Luisa estaba gritando dentro suyo mientas que sus hermanas soltaron un pequeño grito de emoción y ternura. Nunca antes había visto a la más alta tan avergonzada, al menos no hasta que empezó a salir con él. Arturo se volvió alguien importante no solo para Luisa, también para Mirabel que lo quería como a un hermano mayor.

No paso mucho para que ellos llegaran a uno de los estacionamientos del centro de la ciudad, consiguieron su boleto y cuando estaban a punto de salir del lugar para recorrer las tiendas de vestidos de novia se quedaron estáticos al ver la figura seria de Teresa Montenegro a lado de Dolores Madrigal que sonrió fanfarronamente al encontrarse de nuevo con Isabella.

–¿Qué hace ella aquí? –reclamó molesta la morena mayor.

Dolores sonrió aún más. La rivalidad de ambas "primas" era de años, cuando ambas eran jóvenes e Isabella comenzó una relación con Mariano, el crush de toda la vida de Dolores. Obviamente el adolescente –de ese tiempo– estaba más enamorado de Isabella que se creó todo un pleito entre ambas que duro hasta hoy en día, que Mariano vivía libremente con su mejor amiga. Mejor amiga, con la que se acuesta cuando están urgidos o se la pasan juntos todo el tiempo o cuando él le lleva el almuerzo a ella hasta su trabajo. Detalles que por desgracia Dolores sabía gracias a su investigación de la vida personal de Mirabel. Claro que eran mejores amigos con derechos e Isabella solo utiliza la excusa de ser lesbiana para que los hombres no se le acercaran.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora