||EXTRA 2||

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|EXTRA 2|Apuestas

Sentadas en la pequeña terraza del patio trasero de la casa de la menor de las hermana, las tres disfrutaban de la tarde calurosa de primavera mientras los niños jugaban entre ellos en el jardín. Camilo y los demás se encontraban trabajando y tardarían de llegar, así que todos los niños se encontraban en la residencia; incluso los mellizos de Dolores y Luca.

Mirabel había dejado de coser para ver a sus dos sobrinos sentados bajo el árbol de jacarandas leyendo un libro mientras todos los demás niños jugaban escandalosamente entre ellos. Mauricio Madrigal y Mina Paguro, ambos eran idénticos a su madre solo tenía la piel blanca como su padre. Dolores y Luca no tenían ninguna relación ni siquiera una amistad firme, sus hijos eran los únicos que los unían como tal. Creados por medios artificiales, solo para tener una descendencia digna para la familia Madrigal como también para la familia Paguro. Desde la muerte de Alma años atrás la mujer chismosa estaba obligada a traer una decendencia lo mismo con Luca, ambos eran líderes de sus propias familias y tenían que seguir la tradición. Entre ellos llegaron al acuerdo de tener juntos a sus hijos. Los mellizos tenían una personalidad seria y reservada, combinado con una inteligencia y astucia que a todos les daban miedo, aparte de poseer unos modales que superaban a los de Camilo y Antonio.

Dolores al fin inicio una relación con Mariano después de años de ponerlo a prueba, el fortachón termino conquistándola al ver que él quería a sus hijos como los suyos y que aceptaba de que ella no tendría más, por su puesto no podía distraerse criando a más niños. Lo mismo pasó con Luca que al momento de iniciar una relación con su mejor amigo, él acepto a Leo como su hijastro y Alberto a los mellizos.

Mirabel quería levantarse y animarlos a jugar con los demás; que sean niños de lugar de pequeños adultos. Pero al estar ya en su último mes de embarazo no podía moverse mucho. Ya estaba a nada de cualquier momento romper fuente, sus hermanas le hacían el favor de estar con ella en sus tiempos libres para cuidarla o a veces venia su madre a estar al pendiente de ella o sus propias nietas. Fue difícil para la joven costurera quedarse en casa por maternidad, amaba a su trabajo como jefa de costura en el teatro de Encanto. Odiaba estar así, amaba a sus hijas pero detestaba el último mes de embarazo. Suspiro y bajo la mirada aquella manta blanca donde dormía Roció junto con los trillizos de diez meses de Luisa –los tres eran una mezcla perfecta entre Arturo y su esposa–, los cuatro usaban solamente pañales mientras que su cuerpecitos eran refrescados por el ventilador.

Las hermanas cosían los trajes de ballet de Dalia y Elena.

–¿Así que otra niña se suma a la lista? –bromeó Isabella sacándola de su mente.

Desconcertada la menor la miro, Isabella iba a reírse pero se quejó en voz baja al volverse a pincharse con la aguja. La mujer embarazada volvió a suspirar, un poco cansada de las bromas de todos.

–JA JA muy gracioso –exclamó sarcástica Mirabel.

–Al menos ella tiene hijas –intervino Luisa–, tu cuando planeas dar el siguiente paso con Bubo. Ya sabes casarte y formar una familia.

–¿Casarme? –expresó como si lo que dijera fuera una locura– Están locas si creen que me casare. Estoy feliz así, él tiene mi cuerpo y yo lo tengo todo para mí. Estamos bien así; sin ataduras ni hijos. Simplemente siendo solo los tíos consentidores.

Mirabel rodeo la mirada, por un momento en su vida creyó que tal vez su hermana terminara enamorada de alguien que la lleve al altar; una tonta idea de que podría ser Teresa la emociono, pero su amiga era completamente hetero y su hermana era un espíritu libre. Bubo era un buen hombre que acepto aquella vida de su amada, llegando al máximo escalón de su relación en vivir juntos.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora