||DIECIOCHO||

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|18|Verte conmigo

La tarde transcurría y ambos aprovechaban cada momento junto explorando las calles coloridas de la zona, tomados de la mano y abrazándose ante las miradas curiosas de la gente. Camilo seguía en su papel de vagabundo y una que otra persona se acercaba ella cuando él se alejaba un poco solo para preguntarle si necesitaba ayuda o si la tenían contra su voluntad. Mirabel siempre respondía sonriente que ese extraño vagabundo era su novio. No le molestaba en lo absoluto que le preguntaran, era obvio que se preocupan por la forma que ambos bromeaban o "peleaban" entre su recorrido.

Camilo por su lado siempre le compraba cualquier postre rico o algún pequeño regalo sin parecer exagerado. Quería consentirla y disfrutar su día libre con su amada. Hasta llegar el atardecer donde juntos entraron a una pequeña y muy bonita cafetería ubicada en lo más alto de Encanto con una terraza que dejaba ver lo hermosa que era la ciudad bajo aquel manto de colores cálidos y grandes parvadas de aves volando sobre los cielos. Era un sitio bellísimo junto a los bellos jardines coloridos rodeando la plaza pública.

Mirabel admiraba el paisaje abrazando su taza de té negro entre sus manos, sonreía tan calmada que para los ojos de su novio era como ambirar la obra de arte más bella del mundo. Cada día se enamoraba más de su novia, que le dolía que lo suyo fuera un secreto.

–¿Así que la función será dentro de dos semanas? –pregunto en un tono dulce girando su rostro hacia él.

Dejo salir una risa ahogada y la miro con ironía.

–Deberías saberlo eres la costurera oficial.

–Ya sabes que a nosotros junto con los de la escenografía nos tienen más presionados y con una fecha antes que ustedes –respondió ella sin borrar su sonrisa.

–¿Por qué preguntas? ¿Iras a verme? –insinuó con su ceja arqueada y una sonrisa pícara en sus labios.

Un leve sonrojo pinto las mejillas canela de la joven, intento disimularlo bebiendo un trago de su bebida. Camilo sonrió aún más, recargando medio cuerpo sobre la mesa donde estaban. Espera oír su respuesta; quería escuchar que ella iría solo para verlo a él. Mirabel suspiro dejando su taza devuelta en el plato de porcelana y negó desanimada.

–Me encantaría, pero sabes que tendré que estar detrás del telón ayudando con los vestuarios.

–Oh, no, mi novia no estará ahí en la primera función –la tomo de la manos y sonrió avergonzado–. Quiero verte en los mejores asientos, apoyándome.

Sus ojos castaños se abrieron con sorpresa, desvió su mirada para avergonzase más, aunque era casi imposible al ver de esa manera a Camilo. Jamás lo había visto tan avergonzado y eso solo provoco que las mariposas de su estómago se descontrolaran y los latidos de su corazón la amenazaran con salirse de su pecho.

–Después que termines de dar indicaciones a los asistentes te quiero ver del otro lado del telón, sonriéndome como siempre –añadió acariciando los nudillos de ella con su pulgar. Las manos de Mirabel siempre se encontraban heladas mientras que las suyas eran tan cálidas.

–Pero Héctor...

–Héctor me debe varios favores que cobrare para que tú vayas a verme.

–Sabes que no solo te veré a ti, también a los chicos y a Teresa –dijo burlona.

Él chasqueo la lengua.

–Ellos tienen a sus parejas o seres queridos, o lo que sea que tenga esa arpía de acompañante...no me sorprendería que fuera un buitre –comento sonriendo con malicia.

–Camilo –lo regaño mirándolo molesta por hablar así de Teresa.

–¿Por qué la defiendes tanto? –pregunto en un tono ofendido.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora