||CINCO||

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|05|Talento

El constante y molesto sonido de la punta del bolígrafo siendo golpeado contra la base del tocador, lograba hacer irritar a la estilista que lo peinaba, pero como siempre a él le daba igual. La señora no podía reclamarle que se detuviera, ya sabe lo que pasa si alguien hace enojar a uno de los gran Madrigal. El silencio era insoportable, siendo el golpeteo lo único se escuchaba mezclado con murmullos inentendibles de fuera del camerino.

Camilo se encontraba perdido en su mente repasando todo lo ocurrido noches atrás, su reencuentro con la nieta del esposo de su abuela y el volver a besar sus suaves labios que aun conservaba ese particular sabor a cocadas de lechera; el dulce preferido de Mirabel. Cerró por unos momentos su mirada, pensando lo mucho que cambio la chica desde la última vez. Sin duda se veía como una reina con ese vestido tan sencillo que lo más probable que ella mismo lo hizo. Odiaba admitir que si la extrañaba, desde que su abuela los atrapo haciéndolo en uno de los almacenes se mantuvo al margen en separarlos y distanciarlos, hasta perder el contacto por completo. Alma le repetía constantemente que no podía ver, que era enfermizo si la prensa llegara a descubrirlos que no solo arruinaría su carrera, si no mancharía la de toda su familia. Ya que la vista de todos ellos eran primos. Respiro hondo dejando de golpetear su bolígrafo, observo su reflejo admirando cada detalle de su vestuario; en realidad lucia como un aristócrata de inicios del siglo XIX. Miro el guion que tenía a su costado con indiferencia; los ensayos cada vez eran más estrictos como tediosos, las propuestas de nuevos proyectos se acumulaban y su tiempo libre parecía cada vez una fantasía, pero de alguna forma no le molestaba. Ya estaba acostumbrado aquella vida.

Sereno volteo su mirada a la puerta del camerino, al escuchar como esta se abría lentamente. Su estilista dejo de peinarlo al momento que la gran figura de un hombre de piel blanca y cabello oscuro se adentró al lugar. Era el asistente personal tanto de Camilo como el de Antonio. El actor lo miro con indiferencia esperando a que el hablara.

–Camilo, llegaron el productor De la Cruz y lo espera con el señor Héctor en el escenario –a pesar de su gran tamaño el asistente le hablo de forma tranquila y calmada mientras dejaba su café expreso a un costado del guion–. Además el señor Bruno me mando a decirle que necesitan urgente una costurera, que si no la llama usted o consigue un remplazo, él se encargaría de contratarla con o sin su permiso.

Camilo suspiro tallando sin mucha fuerza su rostro para no arruinar el maquillaje de su atuendo. Ahogo un grito frustrado, sabía que no se libraría de Bruno tan fácil.

–Russell –cansado llamo a su asistente sin ni siquiera mirarlo–, busca una buena costurera en la ciudad y organiza una entrevista para mañana a primera hora –se levantó de su asiento y arremango las mangas de su camisa blanca.

El hombre de origen estadounidense asintió a cada una de las órdenes anotándolas todas en su tabla de notas. Camilo miro la hora en el reloj de la pared, mordió levemente su labio inferior, para luego girar su mirada hacia su asistente.

–Y necesito que organices todo el itinerario esta tarde, tengo una junta importante que no puedo posponer.

Finalizo soltando un suspiro, mantuvo una mirada aburrida y cansada. Odiaba esa rutina. Paso de largo de ambos empleados y largarse del cuarto para reunirse con los hombres.

[...]

Mientras tanto en las zonas residenciales de la ciudad, Mirabel trataba de concentrarse para sus próximos exámenes. Lo cual era imposible, los recuerdos del beso rondaban en su mente llegándola a agobiar. Frustrada se desparramo sobre el respaldo de su silla, con la mirada perdida en un punto muerto del techo de su habitación. Como si buscara algo que pudiera salvarla de no reprobar, lentamente cerro sus ojos y respiro hondo. Camilo Madrigal, se repetía una y otra vez dentro de su cabeza, y no ayudaba que él fuera una celebridad. Él pudo olvidarse de ella tan fácil al ser una don nadie, pero para desgracia de ella siempre se encontraba con la imagen de su amor prohibido en portadas de revistas, al encender la televisión o cada cierto tiempo siendo una tendencia en sus redes sociales. No era de sorprenderse los gran Madrigal resaltaban por su enorme talento e influencia en el entretenimiento al igual que su atractivo. Dolores era la envidia de varias chicas de su facultad por su dominio en la pasarela e hipnotizando a los hombres con su voz susurrante. Antonio el menor tenía un gran futuro en el cine como la televisión, pero Camilo es el diamante en bruto de los gran Madrigal. La mayoría de las chicas babeaban por él, rio internamente al recordar su niñez juntos con todas las niñas odiándolo por sus bromas y travesuras. Al abrirlos devuelta calmadamente, giro su rostro y observo la vieja fotografía que guardaba en su estante. Una donde ambos salían abrazados muy juntos, recuerda el momento en que la tomaron; llevaban un mes saliendo a escondidas de los demás.

Mordió su labio inquieta. Ambos tenían la culpa de distanciarse después de que la abuela de Camilo los descubriera, ella la odiaba por "seducir" como una cualquiera a su nieto. La llamo enferma y cada vez que se veían ella la ignoraba al igual que la despreciaba. Nunca se habló de que ella los encontró y fue mejor así, no quería que la relación de ambas familias se arruinara aún más por su culpa.

Escucho como la puerta de su habitación se abrió lentamente, ella giro para ver de quien se trataba, siendo que toda su familia se encontraba trabajando. Sonrió tranquila al ver la cara de su tío asomándose por la puerta. Bruno parecía nervioso como inquieto, expresión que la hizo reír levemente.

–¿Estas ocupada? –pregunto mirando a otro lado por si ella estaba ropa interior u ocupada con otras cosas vergonzosas.

Sonrió con dulzura y negó.

–Puedes pasar. Estaba intentando estudiar, pero no logro concentrarme –respondió tranquila al igual que frustrada, moviendo su silla para ver como el hombre se adentraba a la habitación.

–Tu mamá me dijo que necesitabas estudiar, que te fue mal en los parciales anteriores –confeso tomando asiento en el borde de la cama.

Agacho la mirada queriendo gritar de la ansiedad que sufría por sus estudios. Intentaba dar lo mejor de ella misma pero no lo lograba con aquellas materias que se le complicaban. No llegaba entender como Isabella lograba estar toda su vida en el cuadro de honor, lo hacía ver tan fácil. Suspiro, amaba su carrera, pero se sentía tan ansiosa por no cumplir.

–¿Por qué no descansas? Sé que puede distraerte un momento –de su bolso de cuero saco el vestuario dañado de la obra que trabajaba.

Los ojos de la joven brillaron al reconocer el vestuario principal de la obra. Sin pensarlo lo tomo con cuidado no tenía idea de cómo reaccionar. Tenía un gran conocimiento y amor hacia los musicales y obras clásicas de teatro. Que tener uno de los trajes del protagonista la emociono, era el traje del Sr. Darci de la adaptación de Orgullo y Prejuicio. Miro a su tío y él solo rio en bajo.

–Camilo lo rasgo en una de las escenas. Él es el indicado para el papel aunque no se parece en casi nada al señor Darci.

–Creo más por su voz –murmuro con una diminuta sonrisa, dejando sobre su mesa de trabajo el traje–, nadie se compara con su voz o su forma de actuar.

–Lleva la actuación en su sangre, nieto de la gran Alma, hijo del medio de la increíble actriz de telenovelas Pepa y un magnifico actor musical como lo es Félix. Era obvio que tendría un talento que no dudarían en sacar a luz –respondió con simpleza alzando sus hombros.

Mirabel esbozo una melancólica sonrisa. Bruno la miro preocupado, seguía sin entender que acabo con la amistad de ambos niños que crecieron como primos. Desvió la mirada al no saber que decirle.

–Hay unos trajes que necesitan algunos arreglos –le dijo con una sonrisa ladeada intentando subirle los ánimos a su sobrina.

Asombrada lo miro y el rio en bajo levantándose de su cama con intenciones de irse.

–Mañana vendré a recogerte a primera hora para que nos apoyes en los vestuarios, no conozco mejor costurera que la increíble Mirabel Madrigal –comento con un poco de emoción–. Y no acepto un no como respuesta.

Ella tardó en reaccionar y antes de que pudiera decir algo; Bruno había cerrado la puerta de su habitación dejándola con las palabras y alegría en su boca. Ni siquiera se despidió o la dejo rechazar tan espontanea oferta. Impactada por su repentino trabajo, solo le quedo asimilarlo, analizando cada detalle que conllevaría al aceptar. Topo su rostro con sus manos gritando de la emoción, como si se tratara de una adolecente enamorada. No podía creerlo, trabajaría en una de las obras más importantes de la ciudad. Respiro contantemente intentando calmarse y bajar de las nubes, solo sería un corto momento en que ayudaría. Miro el traje y acaricio la tela con sus dedos, sonrió débilmente, seguía con la idea de que Camilo era perfecto para el papel.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora