||TREINTA Y NUEVE||

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|39|Discos

Era de madrugada podía observar desde el gran cristal del negocio como la ciudad se llenaba de colores templados y entre los edificios se escabullían los primeros rayos de luz del nuevo día. La tranquilidad que había en el negocio de su madre la calmaba, aún quedaban unas horas para que sus clases iniciaran. Mirabel limpiaba tranquilamente el mostrador mientras que en uno de los altavoces la melodía de una de las sonatas de Vivaldi: invierno. Simplemente la llenaban de paz y la alejaban de todo lo que la atormentaba, apenas se hablaba con su familia, Luisa se cambió de bando y la apoyaba, en cambio los demás...a veces quisiera volver a encerrarse en su habitación.

No obstante nada arruinaría aquel buen inicio de día. Levanto la vista al escuchar la campanita de la puerta sonar en todo el local. Sus ojos se abrieron de sorpresa y en sus labios una liviana sonrisa apareció al ver la figura del esposo de Miguel adentrándose al local con sus dos hijos durmiendo en la carriola doble, ambos gemelos dormían abrazados a unos peluches del pato Donald y el otro de un pulpo reversible.

–Hola, Mirabel –la saludo con una sonrisa tranquila mientras se acercaba a la registradora.

–Buenos días, Hiro –le devolvió el saludo en un susurro para no despertarlos, ella estaba feliz de volverlos a ver; había extrañado las sonrisas alegres de ambos infantes–, no esperaba encontrarte de nuevo –confeso sonriéndole con sinceridad.

Él rio.

–Tratamos de comunicarnos contigo, pero no contestabas nuestras llamadas.

–Perdóname, sabes todo lo que paso y quería estar sola –se excusó decaída y avergonzada de haberse alejado sin avisar–. No creí que querían hablar conmigo, ya que no trabajo en el teatro o salgo con Camilo.

–Oye, eres nuestra amiga, nos preocupaste a todos...y más al dramático de Miguel, no sé cómo logro conseguir donde estarías solo para buscarte, pero me alegro que lo hiciera.

Mirabel lo miro sorprendida, sintiendo un golpe en su pecho por haberlos preocupado. Sonrió con tristeza y él volvió a reír suavemente.

–En verdad lo siento, tratare de verlos.

–Qué bueno que lo dices; por eso mismo estoy aquí –exclamo con un poco de emoción dirigiéndose a la parte trasera carriola y sacar un sobre rojo vino, llamando por completo la atención de la joven–, aparte de venir a saber si estabas bien, vengo a invitarte al cumpleaños número treinta de Miguel.

Con una amable sonrisa le entrego el sobre y ella lo tomo sorprendida, se sentía alagada de que pensaran en ella. Abrió el sobre con delicadeza y observo cada detalle al igual que la letra; era hermoso y colorido, los bordes habían adornos influenciados en la cultura mexicana. Parecía más una invitación de bodas que un cumpleaños.

–Es este domingo, en verdad le emocionaría a Miguel tenerte allí, eres como su hermanita pero colombiana –comento en tono juguetón–. Sera de temática mexicana, ya que él no pudo celebrar este año el cinco de mayo; así que quise hacerle esta celebración con las cosas que él ama que es su país para que le vayas pensando cómo conseguir tu vestuario.

–Es un hermoso detalle de tu parte –dijo sonriente y enternecida. Miguel y Hiro hacían un matrimonio envidiable a pesar de ser tan distintos. Sentía envidia de ellos.

Aunque estaba emocionada por ir, una parte de ella sabía que se reencontraría con Teresa y Camilo, le asustaba. Quería arreglar las cosas con su amiga, pero no se atrevía mirarla a la cara cuando estuvo teniendo varias ocasiones celos de su cercanía con Camilo. Observo de nuevo la invitación con una diminuta sonrisa para después levantar la mirada al padre de familia.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora