||CUARENTA Y SEIS||

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|46|Culpa

La alegría y la emoción fue lo que recibieron al momento de llegar a las praderas verdes alejadas de Encanto. Ambos se miraron al momento de bajar del auto, se sonrieron incomodos y ella tomo su brazo mientras que él la ayudaba a cargar el postre. Respiraron profundo juntos para tomar el valor y animarse a adentrarse al enorme campo al costado del lago donde los niños corrían emocionados por los alrededores de las carpas cuidando a que sus sombreros o coronas de flores no se cayeran, las niñas alzaban las faldas largas para no pisarlas. Todo alrededor eran risas y felicidad, parejas bailando con emoción moviendo con alegría sus vestuarios al son de los mariachis invitados. Ella se aferró más al brazo de Alberto; quien dejo de prestarle atención al momento de ver sentados en una de las mesas a Luca atendiendo con sumo cuidado las heridas de golpe de Matías. Ambos vestían elegantemente con atuendos de mariachi blancos con detalles plateados. Lucas tenía una pequeña coleta amarrada de un listón blanco. Realmente relucía con ese atuendo. Él ayudaba a su novio a colocarle con cuidando pomada en sus heridas y el otro le sonreía entre muecas de dolor su vista estaba concentrada en su novio que no noto ellos lo miraban.

Mirabel observo como su amigo de desánimo y desvió la mirada. Ella iba a decir algo para animarlo, pero unas risas fuertes llamaron su atención, ella giro al reconocer la risa de Camilo. Como se arrepentía de haber volteado; sus ojos mostraron inquietudes de nuevo la imagen de su novio abrazando esta vez de la cadera de Teresa le dio. Ambos actores hablaban con un grupo de ejecutivos, Teresa se acurraba en el pecho de él mientras hablaba animadamente. Miro su propio vestido blanco y lo comparo con el magnífico vestido que llevaba ella, tan largo y colorido. Su larga cabellera negra estaba suelta y adornada de una corona de flores y joyas de oro. Ella se veía como una reina, alguien digna de estar con Camilo; sintió un revoltijo en su estómago y un pinchazo en su corazón, nunca llegaría ser tan bella como Teresa.

Ambos comenzaban a sumergirse en sus propios demonios y solo lo noto el cumpleañero que al verlos parados a lo lejos mirando con dolor a las personas que amaban en brazos de otro no dudo en dejar de jugar con sus hijos y niños invitados para correr hacia ellos y ser su salvavidas.

Al llegar respiro hondo y sonrió emoción como siempre.

–¡SI VINIERON! –exclamo con los brazos abiertos.

Tanto Mirabel como Alberto salieron de sus infiernos y miraron sin expresión alguna a su amigo, hasta que sintieron como él los abrazaba. Sintieron alivio al igual que protección y no dudaron en corresponderle con cuidado de no aplastar el postre. Al separarse Miguel les sonrió mostrando sus dientes perfectos que hacían relucir aún más su traje de mariachi rojo.

–Tres décadas...cada vez eres más viejo, il mio caro vecchio –dijo con burla el apodo sabiendo que Miguel entendía que le decía "anciano".

Miguel le miro feo y Alberto solo rio con malicia.

–Felicidades, Miguel –habló esta vez Mirabel con una hermosa sonrisa mientras tomaba el postre y se lo entregaba.

–¿Lo hiciste? –expreso con una sonrisa incrédula.

Ella asintió feliz. Él la abraza de nuevo como agradecimiento; Camilo le había entregado los discos de vinilo diciendo que era parte de ambos, pero ver su postre preferido hecho por la joven que quería fue un lindo detalle. Al separar tomo el pastel y miro bien su vestimenta. Era realmente hermosa Mirabel.

–Mira que chula estas, mi morenita –murmuro con una sonrisa mientras agarraba su mano para que diera una vuelta le presumiera su vestido. Mirabel reía con un sonrojo en sus mejillas canela ante el alago–. En serio eres un ángel –comentó al parar–, espera a que Hiro te vea, va a opinar lo mismo que yo.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora