||VEINTICUATRO||

544 49 22
                                    

 |24|Juntos

Tacones rojos, resonaba fuertemente en las bocinas de la sala de lujo, Mirabel bailaba sonriente y energética a lado de Teresa.

–"El día que te conocí, lo sentí, me deje llevar" –Cantaba con emoción Teresa haciendo girar entre risas a Mirabel–. "Me morí, reviví en el mismo bar".

–"Solo entraba para emborracharme" –le siguió Mirabel con la misma alegría.

Ambas seguía en "pijama": que solo se consistía una vieja camisetas de bandas que desconocía la colombiana, lo único que sabía que era bandas rock una chilena y otra mexicana de los ochenta; por lo que le conto la actriz. Ambas andaban en sus pantis morados con encaje de Teresa y negros por parte de Mirabel. Dando una imagen de pijama improvisado ya que ambas llegaron al departamento un poco ebrias –más la mayor– en plena madrugada.

Ambas reían bailando descalzas en medio de la sala, sus movimientos era torpes, realmente no les importaba. Sus cabelleras recién levantadas se movían ante la canción. Hasta que en un movimiento de la nada Teresa intento cargar a Mirabel en sus brazos, pero ambas estaban tan exhaustas que terminaron cayéndose al suelo en un golpe fuerte. Las dos se miraron, sentía el mismo dolor en sus caderas, aun así volvieron a reír agotadas y cansadas.

Teresa gateo hacia la mesa de café, tomo su amada caja de cigarros blancos y con sus pocas fuerzas llevo uno en sus gruesos labios. Tomo el control y pauso a la canción para luego encender su cigarro. Dejo caer su cuerpo contra la parte baja del sillón, aventó el control contra los cojines y le dio una larga calada a su cigarrillo expulsando el humo sobre ella.

–¿Te sientes mejor? –pregunto con una sonrisa forzada, estaba cansada.

Mirabel asintió antes de dejarse caer de espaldas contra el suelo. Trataba de recuperar su respiración, hace mucho que no bailaba tanto. Giro su cabeza hacia su amiga; quien seguía fumando no muy lejos de ella.

–¿Y cuál es el plan ahora? –quiso saber– Me imagino que ustedes no se rendirán ante sus familia.

Ella miro al techo blanco, realmente no tenía idea que hacer, mordió levemente su labio inferior para después dejar salir un suspiro pesado.

–Supongo que tendremos que ser aún más discretos –murmuro cerrando sus ojos y colocando sus manos en su abdomen–, por ahora no hay mucho que hacer, mi tío no cambiara de opinión y yo no pienso dejar a Camilo.

Teresa esbozo una risa, expulsando el humo de sus labios. Mirabel la miro y ella le sonrió coqueta, dejando caer hacia atrás su cabeza contra los cojines del sillón.

–Pueden follar aquí cuando quieran –expreso sin vergüenza ni mirar al mismo tiempo que hacia un ademán con su cigarrillo–, casi nunca estoy en casa y nadie sospecharía, al fin y a acabo soy la "novia" –comento especificando la palabra con sus dedos– del gran Madrigal.

Las mejillas de la joven se encendieron de un bello carmesí mientras que sus ojos brillaban detrás del cristal de sus lentes. Teresa ni la miraba, estaba más concentrada en el techo de su sala que en la sastre. Así que casi deja caer su cigarro de sus dedos al sentir como alguien se le lanzaba. Extrañada y confundida miro a la menor quien se lanzó para abrazarla con cariño.

–Gracias –murmuro con dulzura Mirabel.

–No es nada, realmente nunca estoy aquí, solo usen protección y no rompan mi cama –exclamo tratando de sonar desinteresada.

–No, no por eso...–levanto su mirada y le sonrió– gracias por ser mi amiga y por cuidarme.

Teresa abrió los ojos con sorpresa, sus blancas mejillas se pintaron de rojo. Se sentía humillada y su orgullo era golpeado. Dejo salir el humo contra la cara de la otra y la alejo de su cuerpo.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora