||TRECE||

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|13|Protegerla

La campanada sonó por toda la facultad dando fin a una larga jornada de estudios y como siempre ella se quedaba al final. No quería escuchar los murmullos ni sentir las miradas de siempre, solamente quería salir de allí para ir a su trabajo. Suspiro exhausta en lo que guardaba lentamente sus útiles. Podía escuchar a lo lejos la risa de sus compañeras, riéndose descaradamente por su soledad.

–Creo que la gente puede ser muy cruel a la hora de insultar –escucho una voz masculina a lado suyo.

Mirabel desconcertada levanto la mirada hacia él, era Matías uno de sus compañeros de clases y otro talentoso a la hora de diseñar nuevas costuras. Él la mirada con una sonrisa calmada mientras acomodaba su gorro de lana que cabría su cabellera castaña clara, tenía una piel ligeramente bronceada y unos ojos ámbar que eran muy hermosos. Ellos nunca habían hablado antes, bueno, realmente Mirabel ignoraba y se alejaba de todos. Ella no pasaba desapercibida cuando saben que ella es pariente de los gran Madrigal, cosa que solo trajo problemas en toda su estadía escolar.

–No deberías hacerles caso, solo tienen envidia de tu gran don –comento con una sonrisa mientras tomaba asiento en la mesa de trabajo de al lado–. Eres la que más destaca en todas las clases.

Ella no sabía si contestar o no. Se sentía incomoda de que él la hablara, por no decir que también tenía miedo que solo lo haga porque quiere conocer a la magnífica Dolores. Ya había pasado con anterioridad que varios hombres le hablaban por su "prima" o incluso por la misma Isabella. Por otro lado él seguía sonriéndole con una calma, sabía lo reservada que era ella y no quería asustarla.

–Oye, está bien que te sientas así.

Mirabel lo miro desconcertada y él esbozo una risa.

–Realmente quería hablarte desde hace tiempo, admiro tu trabajo más de lo que hay detrás de tu apellido –rasco su nuca nervioso tratando de que su sonrojo no se notara.

Ella abrió la boca sorprendida y antes que dijera algo alguien la interrumpió con un grito molesto.

–¡MIRABEL MADRIGAL!

Ambos estudiantes voltearon su mirada, los ojos castaños de la chica se abrieron con sorpresa al momento que tres hombres entraron al salón de clases; Alberto y Miguel miraron a Matías molestos, siendo que ambos creían que él la molestaba mientras de ellos había otro hombre delgado cabellera castaña oscura que solo se dedicaba a mirarlos serios. Mirabel lo reconoció al instante.

–Luca Paguro...–murmuro sorprendida de ver al mejor actor infantil de toda Europa.

Matías la miro extrañado y ella se encontraba completamente confundida que los tres actores estuvieran aquí.

–¿Los conoces? –le pregunto el chico en un tono asustado ante las penetrante miradas de los extranjeros.

Ella asintió observando como Alberto encaminaba hacia ellos a pasos pesados, le dedico un gruñido al pobre chico antes de abrazarla contra su pecho de forma protectora.

–Más le vale no lastimar a nuestra morenita –hablo Miguel acercándose también con una mirada amenazante–. Ella tiene ahora quien la proteja.

–¿Este idiota te está molestando? –pregunto molesto Luca desde la lejanía.

Negó moviendo su cabeza suavemente.

–Solo me hacía compañía –lo miro y él le sonrió de forma nerviosa–, es solo un amigo.

Alberto se relajó soltándola lentamente, Miguel no bajaba la guardia y sin decir nada los dos tomaron las cosas de Mirabel para irse.

–De acuerdo, será mejor irnos, sabes cómo es Camilo si llegan tarde, es peor que Héctor –finalizo Alberto exhausto mientras peinaba su cabellera hacia atrás.

–Espera, ¡¿Trabajas para Héctor Rivera?! –exclamo sorprendido Matías, bajando de un salto de la mesa y tomar ambas manos de la chica con completa alegría–. Vaya que si tienes un increíble talento para trabajar con un hombre tan importante, eres increíble, Bel.

Mirabel no pudo evitar sonrojarse, era una de las pocas veces que halagaban su trabajo. Miguel frunció el ceño y los separo.

–Córtale a tu choro. Nos tenemos que ir ya, pero ya, señorita –hablo el mexicano empujando a la joven hacia la salida mientras miraba molesto al muchacho.

No era idiota, él le estaba coqueteando y con todo que les conto Paguro sabía que no deberían bajar mucho la guardia. Mirabel obedeció siendo arrastrada hacia la salida, ni siquiera pudo despedirse de quien pudo ser su único amigo de la escuela. Solo pudo ver como él se despedía con un movimiento de mano y sin borrar su sonrisa.

Los tres actores la protegieron por todo el pasillo, obviamente a estar al lado de dos reconocidos actores las miradas envidiosas y murmullos celosos aparecieron ocasionando que ella se sintiera incomoda y bajara la mirada, pero al sentir una mano en su hombro levanto su vista hacia el hombre de menor estatura. Luca le sonrió de lado, dándole ánimos de que no se sintiera mal.

–Tranquila, ya no estás sola –comento en un tono calmado–. Camilo me hablo de ti, estaré aquí para protegerte, al igual que ese par de idiotas –dijo refiriéndose a Scorfano y Rivera que parecían unos gorilas furiosos caminando a pasos delante de ellos y cargando las cosas de la chica.

–¿Por qué?

–Por qué no – alzo los hombros y miro a su mejor amigo –, se lo importante que eres para Camilo y él quiere protegerte.

Ella se sonrojo, miro a Miguel y Alberto que no dudaron en sonreírle mostrando sus dientes. Se sentía feliz que le preocupara a su novio secreto como para enviar a ellos a protegerla. Sentía sus ojos cristalizarse; acción que provoco que ellos se detuvieran a mirarla preocupados, pero ella solo sonrió con alegría y dejo salir un doloroso, pero sincero:

–Gracias.

[...]

Él se acercó al taller una vez que todos abandonaron el teatro, era la única manera en que ambos podían estar solos después de un día largo ignorándose. Camilo tomo un banco para sentarse al otro lado de la mesa de trabajo y sonrió al verla tan tranquila.

–¿Te gusto tus guardaespaldas? –pregunto en un tono juguetón.

Ella esbozo una risa mientras dejaba de lado la costura que hacía. Lo miro con una sonrisa mientras que un ligero sonrojo adornaba sus mejillas.

–Son muy divertidos, pero cuando se ponen serios dan algo de miedo. En especial Alberto.

–Es raro ver a Luca y Alberto serios cuando están juntos, se nota que se meten mucho en el papel.

Arqueo la ceja confundida con sus palabras y Camilo soltó una carcajada al ver que ella no lo noto. Tampoco iba a delatar a su amigo por su obvia atracción hacia su mejor amigo. Así que solo negó con su cabeza sin borrar la sonrisa burlona que tenía. Bajo del banco y rodeo la mesa para abrazar la cintura de su novia y enterrar su rostro en el cuello de ella, embriagándose con ese dulce aroma de flores que la invadía.

Ella tembló al sentir su aliento cálido chocar contra su cuello haciéndola suspirar, no lo alejo solo, por más que su mente le gritaba que no era el lugar indicado. Se acomodó en su asiento para corresponder su abrazo. Camilo suavemente comenzó a repartir pequeños besos desde su cuello, haciendo un corto camino hacia los labios de ella, pasando por su mentón hasta dejar unos cuantos por sus mejillas calientes, haciéndola reír ante el cosquilleo que sentía. Pero antes de versar sus carnosos labios se detuvo para mirarla a los ojos:

–Te extrañe...–confeso en un murmullo lleno de necesidad en cada una de sus palabras.

Sonrió enamorado al ver aquel brillo reflejado en su mirada, escondida detrás del cristal. Mirabel coloco sus brazos detrás de su cuello, sentía su corazón latir con tanta fuerza y una ola de mariposas revoloteaba en su estómago. Lentamente comenzaron a acercarse a los labios de otro, al mismo tiempo que sus cuerpos se juntaban más y más. Y cuando el aliento de ambos se mezclaba en uno mismo...se separaron bruscamente al escuchar un grito femenino.

–¡¿QUÉ MIERDA ESTAS HACIENDO, CAMILO?!

Ambos miraron con horror hacia la entrada del taller donde se encontraba una furiosa Teresa Montenegro. Estaban jodidos...

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora