||VEINTISIETE||

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|27|Historia desconocida

Sus manitas sostenían la tela de la falda del vestido celeste de su mamá. No entendía lo que sucedía a su alrededor, ¿Por qué se sentía tan incómoda? Es una boda, debería estar feliz por su abuelo...pero ¿Por qué no lo está?

Miro a su tío Bruno parecía inquieto al igual que su mamá, él la trataba de consolar diciéndole frases que ella nunca logro comprender. Observo todo su alrededor de la lujosa y enorme catedral donde se casara su abuelo con una mujer que desconocía. Sus padres la ignoraban, sus hermanas se preparaban; Isabella seria la niña de las flores mientras que Luisa y una niña bonita de cabello rizado sujeto con un moño grande blanco, se encargarían de llevar el velo.

Observaba todo su alrededor con curiosidad, era un lugar inmenso y muy hermoso para los ojos castaños de la niña. Parecía un lugar digno para el matrimonio de la realeza. Estaba tan perdida en los detalles de la catedral que dio un pequeño brinco al escuchar la escandalosa risa de otro niño. Extrañada volteo hacia las enromes puertas del lugar, quedándose sorprendida al ver un niño bien vestido como de su misma edad siendo lanzado y atrapado en el aire por un hombre de piel oscura que parecía ser su papá. El infante ría y se divertía; hasta que noto que ella lo miraba escondida en una de las bancas. Al momento que el hombre volvió a cachar a su hijo en brazos, noto como él le susurraba algo en su oreja. El hombre rio fijando su vista hacia la pequeña cabecita que los miraba curiosa.

Le dijo algo al niño y él asintió con emoción. El hombre rio, bajándolo con cuidado de sus brazos al suelo de la catedral. El niño de rizos corrió hacia ella.

–Camilo, la abuela te dijo que no corrieras.

–Perdón –se disculpó apenado ante el regaño de su padre.

La pequeña Mirabel no entendía por qué él se acercaba hacia ella con emoción marcada en su rostro.

–¿Tu eres mi nueva prima? –exclamo emocionado apoyándose en el respaldo de la banca donde ella estaba.

Ella no respondió solo agacho su cabecita limpiando sus manos sudorosas en el vestido blanco que traía. Camilo, como escucho que así lo llamaba el hombre, la miro preocupado acercando su cuerpecito a ella.

–¿No hablas?

–Yo...–no tenía palabras que decir tampoco se le ocurría que estaba pasando con ese niño energético.

Fue sorprendida al sentir como el niño tomaba una de sus manos, levanto la mirada y él le sonrió mostrando la ausencia de uno de sus dientes frontales.

–Yo no muerdo, ves –hablo abriendo su boca para mostrarle mejor–, me falta un diente.

La niña rio un poco, sintiéndose cómoda a su lado. Miro como seguía sosteniendo su mano y luego a él con una pequeña sonrisa.

–¡Ven vamos a jugar, en lo que llega mi abuelita!

Algo dudosa, giro a ver a sus padres quienes seguían entretenidos en su plática o sus hermanas quienes seguían en su mundo para al final sonreírle con emoción al niño y salir con el hacia uno de los rincones de la catedral, sin soltar sus manos en algún momento.

{...}

–¿Un beso? –pregunto confundida.

Ella dejo de lado el libro que estaba leyendo para mirar a su "primo" quien tenía una gran sonrisa en su rostro. Ambos estaban en la habitación del niño de diez años, como era costumbre Mirabel se quedaría en la mansión donde vivía su abuelo con su otra familia; compartiendo cama con Camilo. Ya era algo común entre ellos que nadie se oponía –a excepción de Alma que simplemente los ignoraba por su trabajo– cuando ambos niños querían seguir pasando tiempo juntos.

Deja que se callen...||CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora